La presente entrevista se publicó originalmente en el suplemento Laberinto
del periódico mexicano Milenio el 2 de Octubre de 2010.
Mario Vargas (Perú-Arequipa 1936), Premio Nobel 2000. Es sin duda uno de los novelistas más importantes de nuestro tiempo. En esta entrevista concedida a Alicia Quiñones, el autor de la Fiesta del chivo 2000 nos ofrece una visión sobre el estado actual de nuestra democracia, el manejo de los medios en la información y su abundante sangre como espectáculo, el periodismo cultural y su muy temprana pasión por el teatro. —Me gusta Bach. Con estas palabras finaliza la entrevista Mario Vargas Llosa. Y sonriendo, afirma: “Soy un melómano”. El político, periodista, novelista y teatrero, originario de Perú, estuvo en México en días pasados no sólo para ser reconocido con el doctorado Honoris Causa que le otorgó la UNAM, sino también para enterarse de que este diciembre en la ciudad de Monterrey recibirá el Premio Internacional Alfonso Reyes, galardón cuya primera entrega obtuvo Borges, en 1973.Además, se anunció la publicación de su nueva novela, El sueño del celta el próximo 3 de noviembre, un lanzamiento simultáneo en todo el mundo de habla hispana. Las razones políticas y literarias de Vargas Llosa tienen su punto de partida en la niñez. Nació en Arequipa, donde volvió nueve años después de radicar en Bolivia. Volvía a un Perú que “me pintaban pacífico”. Pero ahí estaba la dictadura política y militar con la que el escritor aprendió el significado de la censura. “Mi generación padeció esa dictadura la de Manuel Odría. Toda nuestra juventud la pasamos durante ese sistema, y desapareció cuando ya éramos hombres hechos y derechos, de tal manera que esos años son los vivimos en una sociedad en la que la vida política estaba erradicada. La única forma de actividad política era la clandestinidad… Vivíamos en la cultura de la ignorancia…”, confesó en la charla que sostuvo con Sealtiel Alatriste en la UNAM.
Esos años definieron las posiciones políticas y literarias de un hombre que piensa en la democracia como el concepto que necesita América Latina y en la literatura “una impresión de la vida”, como confiesa en entrevista. Un hombre que no desea hacer política con la literatura, pero con novelas como Lituma en los Andes se les hadado “una lectura política”, pero “de haber querido escribir un manifiesto político, lo habría hecho”. Para Vargas Llosa, el periodismo es una de sus principales fuentes para escribir novelas. Así lo reconoce frente a los periodistas mexicanos, quienes lo esperan la mañana de un viernes en un hotel del Centro Histórico de la Ciudad de México. Llega puntual al piso 26. Recién bañado, con un suéter negro y el tiempo contado para irse a actividades personales, entre ellas, visitar la Catedral de la Ciudad de México. Estaba de buen humor y dispuesto a responderlas preguntas que continuarían el diálogo sobre la violencia en México que comenzó la noche anterior con las declaraciones que dio a la prensa al finalizar la entrega de los Honoris Causa en el Palacio de Minería.
En entrevista, el autor de Conversación en la catedral habla de cómo se mira este país desde las informaciones que se generan en la prensa europea, del periodismo cultural, así como de su primer impulso literario, el teatro, el género con el que desea terminar sus días como escritor.
América Latina y México desde Europa
En Europa, de América Latina casi no se habla, no se sabe mucho. Se tiene en la mira al mundo asiático, pues es la gran economía. Con su gran desarrollo económico el Asia se ha convertido en un mercado atractivo, en socios económicos atractivos, por lo tanto, hay una información muy grande sobre dichos países.
Hay otras regiones del mundo cuya problemática económica y política hacen que estén siempre en la actualidad, como Medio Oriente. De América Latina la información es mucho menor y el interés es igual.
Sí creo que existe democracia en México, imperfecta, como es el caso de todos los países de América Latina, pero hoy en día la sociedad mexicana es una sociedad más libre que cuando tenía el control político el PRI. Ahora es una democracia que está mediatizada por una serie de factores, entre ellos el narcotráfico.
El narcotráfico ejerce una violencia y presión terrible. Matan a periodistas todos los días porque no les interesa que haya una información libre, independiente, respecto a ese tema. Ese problema muestra hasta qué punto el narcotráfico no es un problema o un asunto puramente criminal, es un problema que tiene que ver con las instituciones de nuestro países. Por ello es un problema que debe ser resuelto cuanto antes.
La información de la violencia
México tiene el gran problema de que la información se ha convertido en un espectáculo. No hay espectáculo que resulte más atractivo para un público que la violencia, que los hechos de sangre, entonces, la violencia social que vive México, en razón, fundamentalmente, sobre el narcotráfico, considero que tiene una cobertura desproporcionada. No sólo en Europa, también en el resto del mundo. Muchas veces es una información que carece de objetividad y que no da todos los elementos de juicio como para saber exactamente cuál es la situación real.
Pero también creo que eso no obedece a un prejuicio contra México o contra América Latina. No. Tiene que ver con una tendencia general de la información. La información busca entretener y divertir, y la violencia entretiene y divierte muchísimo a un enorme sector de gente y, por supuesto, la prensa y los medios en general alimentan ese tipo de apetitos, lo cual es lamentable y es un hecho sobre todo cultural, lamentable y característico de nuestra época.
Violencia vs periodismo cultural
Creo que vivimos en un mundo en el que hay una oferta cultural tan enorme que genera una enorme confusión. Es muy difícil saber hoy en día qué es bueno y qué es malo en ciertos campos porque hay informaciones frívolas respecto a eso. El periodismo tendría que ser un instrumento que discrimine en el campo cultural entre lo que es importante, entre lo que es profundo y lo que es superficial y lo que es trivial, y permita orientarse un poco a la gente que está sumida en la confusión en el campo de la cultura… No siempre es así, por desgracia, aunque hay algunos casos, hay ejemplos, hay diarios más responsables que otros, hay programas de televisión más éticos que otros, pero creo que gran parte la cultura en nuestro tiempo se ha trivializado, es una cultura que vive la actualidad, el espectáculo.
Cuando la máxima ambición de la cultura es eso, entretener, el resultado puede ser catastrófico, en lo que se refiere a los productos culturales. Es un tema que no tiene fronteras, que se da tanto en el primero como en el tercer mundo. El teatro y la música.
El teatro es con lo que yo empecé y con lo que me gustaría terminar, porque me apasiona. Siempre digo que si en Lima, cuando yo empecé a escribir, hubiera habido un movimiento teatral, hubiera sido sobre todo un dramaturgo, pero no había, había muy poca vida teatral. Y me fui hacia la novela. Para un novelista, para alguien que se pasa la vida inventando historias, el teatro es vivir la ficción, en ningún género se vive la ficción con la autenticidad con la que se vive en el teatro. Las personas que encarnan la ficción en el teatro son seres de carne y hueso. Quienes están en el escenario experimentan una transformación, pasan a ser personajes de ficción, con las mismas características con las que se vive la vida. Fugacidad, una durabilidad limitada, una intensidad extraordinaria, entonces, el teatro tiene, para cualquier persona, pasión por la ficción, tiene esa fuerza persuasiva.
Es el género que más se acerca a la vida, que imita más y mejor a la vida. —
¿Le gusta la música?—Sí, me encanta. Soy un melómano. Vargas Llosa se levanta de su asiento y me extiende la mano para despedirse.—Escucho muchísima música clásica.—¿Cuál es su compositor favorito? Suelta una carcajada, comienza a caminar y contesta:—Bach. Me gusta Bach. Y se marcha.
(México , 1982) Escritora, editora y periodista mexicana. Es Coordinadora General del Festival de Escritores en Español. Fue editora del suplemento cultural Laberinto, del periódico Milenio, editora en Ediciones B.
Forma parte del Search Committee del PEN Internacional y es columnista de El Cultural, suplemento del diario La Razón.
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