Ferreira Gullar: cómo nació Poema Sucio

 

Texto escrito por el poeta Ferreira Gullar en 1992 sobre su libro Poema Sucio (1976). Publicado en La Revista Poesia Sempre, dirigida por el poeta Affonso Romano de Sant'Anna (julio de 1993, Río de Janeiro).

 

 

 

Poema Sucio no es una nueva “canción del exilio”, aunque no lo habría escrito si no hubiese vivido la experiencia del exilio. Es verdad que varios años antes había sentido la necesidad de escribir sobre el universo de mi infancia y adolescencia en São Luís do Maranhão e intenté hacerlo en forma de novela. Todas las tentativas no pasaron de la página cien. Fue entonces en Buenos Aires, en mayo de 1975, que el deseo de revivir aquel universo volvió con mucha fuerza y otro objetivo: hacerlo como poema.

 

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A esa altura, ya había vivido en Moscú, Santiago de Chile, y Lima. Estaba desgastado, conmovido emocional e ideológicamente después de la experiencia traumatizante que fue la derrota y la muerte de Allende, el terror implantado en Chile, el reencuentro desgarrador con mi familia en Lima y, finalmente, la situación tensa en Buenos Aires. Estábamos a menos de un año del golpe militar que destituiría a Isabelita aunque pocos dudaban de lo que iba a suceder y del genocidio que desataría. Mi pasaporte estaba vencido y sabía que nuestras embajadas se negaban a renovar u otorgar pasaportes a brasileños exiliados, aunque solo tuviesen meses de edad. Me sentía acorralado y, temía, próximo al fin. ¿No sería el momento, mientras había tiempo, de decir todo lo que aún tenía para decir?

 

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Así es que volví cierto día de la calle con la confusa decisión de volcar todo hacia fuera. Pero ¿cómo? Se me ocurrió usar un método parecido al que adopté para hacer el poema El hormiguero: crear un núcleo inicial de dónde nacería el poema. En el caso de El hormiguero (1), ese núcleo fue creado racionalmente; pero esta vez imaginaba que debería crearlo irracionalmente: primero vomitaría todo lo vivido en la página en blanco y, de ese vómito, de ese magma, extraería el poema. Dormía mal pensando en eso. No sé por qué tenía que esperar al amanecer para entregarme a esa tarea definitiva e inapelable.

 

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Después de preparar y tomar el desayuno, solo, en mi departamento de la Avenida Pueyrredón, me senté delante de la máquina de escribir (una Lettera 22, de teclado español, comprada en Santiago, en un local de máquinas usadas) y me preparé para vomitar el pasado. No lo conseguí. El lenguaje no tenía garganta dónde meter el dedo para provocar el vómito. Por un instante, me sentí derrotado: el tal poema dónde yo diría todo parecía imposible, no se escribiría. Pero estaba determinado a hacerlo y no me levanté de la silla. Tenía que descubrir otro modo de penetrar en el magma de lo vivido. No podía ser por la vía lógica, metódica porque, al contrario de otros poemas que escribiera, éste no era sobre determinado tema, determinada cosa o hecho: era sobre todo, sobre la vida –la pasada, la presente, la futura. Tendría que saltar en medio de ella como si me zambullese en pleno océano, en vez de salir, nadando, desde la playa. Se me ocurrió entonces recular para antes del comienzo, antes de mi nacimiento, antes de cualquier hecho, antes de cualquier palabra.

 

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turbio turbio

 

la turbia

 

mano del soplo

 

contra el muro

 

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Esas primeras palabras del poema, como las que siguen inmediatamente, importan menos por lo que dicen que por lo que desdicen: son una especie de pre-discurso, transición entre el silencio y la palabra, más ruido que habla.

 

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Vencido el abismo entre la nada y el poema (o entre el todo y el poema), fui arrastrado por una especie de caudal donde todo lo vivido resurgía con la fuerza del presente, como si lo viviese de nuevo, de tal modo que las fronteras del tiempo y del espacio, del hoy y del ayer, del allá y del aquí, se fundían. En aquella primera mañana escribí cinco páginas del poema, pero ya sabía que se titularía Poema Sucio y que tendría entre setenta y cien páginas. Aquel mismo día, le conté eso en una carta a Leandro Konder, exiliado en Bonn.

 

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Durante cinco meses me entregué casi integralmente al poema. Hacía mi comida, las necesidades cotidianas y volvía a él, a veces no para escribir sino para releerlo y zambullirme de nuevo en ese universo en formación. No había palabra, cosa, hecho que no cupiese en él. En tal estado, todo se transformaba en poesía. Me sentía una especie de rey Midas. Salía a la calle, daba vueltas por el barrio, imaginando las nuevas estrofas. Cuando sentía que estaban maduras volvía para la máquina. Eso duró hasta septiembre, si no me equivoco, cuando de golpe el ímpetu se acabó. Comprendí que el poema llegaba a su fin aunque sabía no estaba terminado. Le faltaba alguna cosa, no sabía qué era. Hasta que un mes después, sin que lo buscase, apareció el cierre en mi cabeza, comienza así:

 

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El hombre está en la ciudad

 

como una cosa está en otra

 

y la ciudad está en el hombre

 

que está en otra ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(1)  Ferreira Gullar crea el método de El hormiguero para unos fragmentos que presenta en la Exposición Nacional de Arte Concreta, Sâo Paulo, 1956. El núcleo surge de la palabra Hormiga, y su juego visual. Poco después se separa de los poetas concretos, se olvida del poema, y solo lo publica, con otra forma, en 1991. Nota: Agustina R.    

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                            Traducción de Agustina Roca

 

 

Ferreira Gullar es el nombre literario de José Ribamar Ferreira (Sâo Luís do Maranhão, 1930), poeta y crítico de arte, periodista y locutor de radio en su juventud, su primer libro de poemas fue Um pouco acima do chão, publicado en 1949, años en los cuales decidió mudarse a Río de Janeiro, donde ha vivido la mayor parte de su vida, ejerciendo la docencia, la crítica de arte y el periodismo, luego de varios exilios. A partir de los años sesenta hizo parte de los movimientos concretista y neoconcretista, aun cuando ha reconocido que llegó a la poesía de la mano de los Sonetos de Orfeo de Rainer María Rilke, a quien leyó en todas las traducciones que llegaron a sus manos, pero también gracias a las tempranas lecturas de hizo de Joâo Cabral de Melo Neto, Manuel Bandeira y Carlos Drummond de Andrade.
En medio de las aventuras concretistas, Ferreira Gullar, que desde comienzos de los sesentas había participado activamente en los movimientos culturales y políticos de entonces, (renuncia a la presidencia de Jânio Cuadros, toma del poder por Joâo Gulart) y el subsiguiente golpe de cuartel, fue encarcelado y tuvo que huir de Brasil temiendo por su vida. Vivió primero en la Unión Soviética por dos años, donde estudio marxismo leninismo en la Escuela del Partido, luego recaló en Chile, cuando estaba a punto de ser asesinado Salvador Allende y así hasta tener que vivir en Perú y Argentina, hasta cuando pudo regresar a su país en 1977.

“Mi poesía nace de lo real y de lo común de las cosas banales, de la luz sucia y verdadera que hay en las cosas y en las personas", dice el poeta. Poema sucio (1976) es otro de los hitos de su obra.
Entre sus restantes obras cabe destacar los libros de poemas Na vertigem do dia (1980), Barulhos (1987) y Muitas vozes (1999), la colección de cuentos Cidades inventadas (1997), los ensayos Indagações de hoje (1988) y Argumentaçaõ contra a morte da arte, y el volumen de memorias Rabo de foguete: os anos de exilio (1998).
Fallece el 4 de Diciembre de 2016.

Fuente de fotografía: portal Eterna Cadencia

 

Agustina Roca (Buenos Aires). Poeta, escritora, traductora. Libros de poesía publicados: Rituales (Ed. R. Alonso, 1981); El ojo del llano (Libros de Tierra Firme, 1987); Rimbaud, cómic ilustrado (Era naciente, 1999); Sonámbulas (Viena Ediciones, 2007), XXXI Premio de Poesía Vila de Martorell; Balada para mi madre, finalista del Premio de Poesía 2007 (Ayuntamiento de Mora, 2009); El Escenario (Celya Editorial, 2013), XI Premio Internacional de Poesía León Felipe. Figura, entre otras, en las siguientes antologías: Poetas argentinas (1940-1960). Selección y prólogo Irene Gruss, (Ediciones del Dock, 2006); La doble voz: poetas argentinas contemporáneas. Alicia Genovese. (Ed. Biblos, 2008); Palabras de Mujer (Ayuntamiento de Mora, Toledo, 2009); Poemas y poetas argentinos. Selección y prólogo Noni Benegas, Dp. Cultura de la Embajada Argentina (Huerga & Fierro Editores, 2014). Ha prologado: Debí decir te amo, de Juan Gelman; Corazón coraza, de Mario Benedetti; Leyendas, de G.A. Bécquer.

 

Fuente de biografía y fotografía: Agustina Roca

 

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