Poesía de Safo

 

1

 

 

 

De vario trono inmortal Afrodita

 

Hija de Zeus que trenzas dolos, te oro:

 

Ya no con penas ni pesar domes,

 

   Oh santa, el alma.

 

 

 

Pero aquí ven, si alguna y otras veces,

 

Con escuchar la voz, de lejos de mí,

 

Me oíste, y del padre la mansión dejando,

 

   Viniste, el áureo

 

 

 

Carro enyugando; y te llevaban bellos,

 

Sobre la tierra negra, raudos pájaros,

 

Las alas por el cielo, a medio el éter,

 

   Densas batiendo.

 

 

 

Sin dilación llegaron. Tú, oh dichosa,

 

Dulce sonriendo en tu inmortal semblante,

 

Qué me afligía otra vez, pediste, y qué, otra

 

   Vez, te impetraba,

 

 

 

Y qué muy mucho que ocurriera ansiaba

 

A mi alma insana. “¿A quién otra vez, quieres

 

Que Peito lleve a tu pasión? Oh Safo:

 

   ¿Quién te maltrata?

 

 

 

Y pues, si huye, ha de seguirte en breve,

 

Y ha de donarlos, si no acepta dones,

 

Y si no ama, habrá de amar en breve,

 

   Aun no queriéndolo.”

 

 

 

Ven a mí ahora, y suéltame de graves

 

Cuitas, y cumple, para mí, todo eso

 

Que el alma anhela que se cumpla, y seme,

 

   Tú misma, aliada.

 

 

 

 

 

 

 

2

 

 

 

Que es a los dioses, me parece, símil

 

El hombre aquél que frente a ti se sienta

 

Y que te escucha, cerca, mientras hablas

 

   Plácidamente

 

 

 

Y amable ríes; lo que a mí, por cierto,

 

Dentro del pecho el corazón me espanta.

 

Pues en cuanto te miro apenas, nada

 

   De voz me queda;

 

 

 

Pero la lengua se me quiebra; al punto,

 

Fuego sutil bajo la piel discurre,

 

Y con los ojos nada miro, y zumbos

 

   Forma el oído,

 

 

 

Y el sudor se me esparce, y me acomete

 

Toda un temblor, y verde más hierba

 

Soy, y distante poco de haber muerto

 

   Parezco, Agálide.

 

 

 

Mas de sufrirse ha todo…

 

 

 

 

 

3

 

 

 

Los astros, pues, junto a la bella luna,

 

Ocultan luego su luciente forma

 

Cuando, muy mucho, plena fulge sobre

 

   Toda la tierra

 

 

 

                                   …argéntea.

 

 

 

 

 

4

 

 

 

Unos, el arma de jinetes, dicen;

 

Unos, de peones; la de naves otros,

 

Es lo más bello de la negra tierra:

 

   Yo, lo que uno ama.

 

 

 

 

 

Y eso hacer claro a todos, es bien fácil.

 

Pues la que la belleza de las gentes

 

Venció con mucho, Helena, a su marido,

 

   De sobra óptimo,

 

 

 

Dejando a Troya se partió a la vela.

 

Y no de la hija ni los caos padres

 

Se acordó en nada, pero enamorada,

 

   La desvió Cipris.

 

 

 

…………………………………………..

 

…………………………………………...

 

Y hoy me tomó el recuerdo de Anactoria

 

   No convecina,

 

 

 

De quien quisiera, encañador, el paso

 

Ver, y del rostro el resplandor luciente,

 

Más que los lidios carros y que, en armas,

 

   A los infantes.

 

 

 

 

 

5

 

 

 

…llégate, Cipris,

 

En los dorados cálices vertiendo

 

Mezclando el néctar delicadamente

 

   Con las delicias.

 

 

 

 

 

6

 

 

 

… y, variada,

 

Cubrió sus pies una sandalia, bello

 

   Lidio trabajo.

 

 

 

 

 

7

 

 

 

Yacerás muerta, y no más, tuyo, recuerdo alguno

 

Ha de haber nunca en lo futuro; pues no partícipe

 

De pierias rosas, mas invisible y en la morada

 

De Hades, hundiéndose, vagarías entre oscuras sombras.

 

 

 

8

 

 

 

Tengo una bella niña que a las doradas flores

 

Semejante la forma tiene: Cleide la amada.

 

En lugar de ella, yo ni a Lidia ni la amena…

 

 

 

 

 

9

 

 

 

Sin dolo: anhelo haber muerto;

 

Aquélla me abandonaba sollozando

 

 

 

Mucho, y esto me decía:

 

“Cuántas penas, ay, sufrimos,

 

Safo. Por cierto, te dejo sin quererlo.”

 

 

 

Y esto yo le replicaba:

 

“Alegre vete, y acuérdate

 

De mí, pues conoces cuánto seguimos.

 

 

 

Si no, a lo menos yo anhelo

 

Que tu recuerdes

 

Cuanto pasamos de bellos y agradable.

 

 

 

Muchas coronas de violas

 

Y rosas, pues, y de croco

 

Por igual, junto a mi estando, te ceñiste,

 

 

 

Y alrededor enlazadas

 

De tierno cuello, tejidas

 

De flores amables, muchas guirnalditas,

 

 

 

Y tu piel toda ungiste

 

Con perfume

 

De precio muy grande, y regio.

 

 

 

 

 

10

 

 

 

De nuevo el dislocante Eros me agita,

 

Serpiente dulceamarga, incombatible;

 

Atis a ti, al contrario, te es odioso

 

Cuidar de mí: hacia Andrómeda revuelas.

 

11

 

 

 

Se pusieron pues, la luna y las Pléyades. Y medias

 

Noches. Y resbala tiempo. Y yo estoy sola acostada.

 

 

 

 

 

12

 

 

 

En la lejana Sardes ella habita,

 

A menudo la mente aquí teniendo;

 

Se tuvo, cierto, cuando convivimos,

 

Por la igual de una diosa muy notoria,

 

Y en extremo en tu canto se alegraba.

 

Entre lidias mujeres hoy destaca

 

Como a las veces, al meterse

 

El sol, la luna de rosados dedos

 

Su luz, venciendo a todas las estrellas,

 

Sobre el salado mar alza y, lo mismo,

 

Sobre los campos pródigos en flores;

 

Y se vierte el rocío bello, y echan

 

Su flor las rosas y los tiernos

 

Perifollos y el trébol floreciente;

 

Y mucho vaga, de la grácil Atis

 

Al acordarse, y con tristeza

 

El corazón y que hacia allá vamos…

 

 

 

 

 

13

 

 

 

Sola, la muy dulce manzana en la alta rama rojea,

 

Alta en la mas alta; la olvidaron los recolectores.

 

No, en verdad, la olvidamos; pero no pudieron lograrla.

 

 

 

 

 

14

 

 

 

Héspero, que une todo cuanto aparta la aurora luciente,

 

Une el cordero, une la cabrita, une la niña a su madre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

15

 

 

 

Doncellez, doncellez, ¿a dónde vas, dejándome?

 

No más a ti vendré, no más vendré.

 

 

 

 

 

16

 

 

 

Muere, Citerea, el suave Adonis. ¿Y qué haremos?

 

Golpéanos los pechos, vírgenes, y rasgad nuestras túnicas.

 

 

 

 

 

17

 

 

 

No sé qué decidir: dos para mí, las mentes.

 

 

 

 

 

18

 

 

 

Mas yo sobre mullido cojín, los miembros tiendo.

 

 

 

 

 

19

 

 

 

Y en sus ojos el negro letargo de la noche.

 

 

 

 

 

20

 

 

 

Pues no había otra niña, oh novio, como ésta.

 

 

 

 

 

21

 

 

 

Oh dulce madre, no valgo para tejer tela

 

Domada de Afrodita tierna por el ansia de un niño.

 

 

 

 

 

                                                                                          

 

 

 

Traducción de Rubén Bonifaz Nuño

 

 

 

Poemas tomados del libro Antología de la Lírica Griega, editado por la UNAM en 1988

 

 

Safo (también llamada Safo de Mitilene o de Lesbos; Lesbos, actual Grecia, s. VII a.C. - id., s. VI a.C.). Poeta griega. Pocos datos ciertos se tienen acerca de Safo, de quien tan sólo se conservaron 650 versos, extraídos de citas tardías y del moderno estudio de papiros. Contemporánea de Alceo, vivió toda su vida en Lesbos, con la excepción de un corto exilio en Sicilia motivado por las luchas aristocráticas.

 

Supuestamente perteneciente a la aristocracia, Safo llevó la vida propia de las mujeres de la clase alta, alejadas necesariamente del ambiente de luchas e intrigas políticas; según una tradición que parte de Anacreonte, era homosexual. Se la ha presentado siempre como profesora de una escuela de poesía fundada por ella, lo que es difícil de certificar, aunque sí es cierto que convivía con sus compañeras en un clima distendido y propicio a la contemplación y a la recreación en el arte y la belleza.

 

De su obra, que al parecer constaba de nueve libros de extensión variada, se han conservado algunos Epitalamios (cantos nupciales para los cuales creó un ritmo propio y un metro nuevo, que pasó a denominarse sáfico) y fragmentos de poemas dirigidos a algunas de las mujeres que convivían con ella.

 

En ellos se entrevé la expresión de una subjetividad que se recrea en sutiles oscilaciones de ánimo, en un intento de dar forma a la pasión. Safo presenta la pasión amorosa como una fuerza irracional, situada entre el bien y el mal, que se apodera del ser humano y se manifiesta en diversas formas, como los celos, el deseo o una intangible nostalgia, e incluso produce reacciones físicas, como las que describe detalladamente en uno de sus poemas, el más completo que se ha conservado de ella.

 

Su poesía tuvo un gran éxito ya en la Antigüedad, y sirvió de fuente de inspiración a grandes poetas, como Teócrito o Catulo; a partir de la época alejandrina se puso ya de manifiesto el interés por conservar su obra e intentar descubrir nuevas partes. A pesar de lo fragmentario de su producción conservada, parece que Safo consiguió hacer realidad su deseo, acorde con la concepción helénica de la poesía, de hacer perdurable su amor a través de su creación poética.

 

Fuente de biografía: Enciclopedia Biográfica en Línea

 

 

 

Rubén Bonifaz Nuño. Nació en Córdoba, Veracruz, el 12 de noviembre de 1923; muere en la Ciudad de México, el 31 de enero de 2013. Ensayista y poeta. Licenciado en Derecho por la Escuela Nacional de Jurisprudencia, obtuvo la maestría y el doctorado en Letras Clásicas en la UNAM. Fue jefe de redacción de la Dirección general de Información; jefe de Servicio Técnico Editorial; profesor y coordinador de los Colegios de Letras en la FFyL; fundador de la cátedra Seminario de Traducción Latina; miembro de la comisión que reformó los planes de estudio del Colegio de Letras Clásicas; director de la Dirección General de Publicaciones; investigador en el Instituto de Historia; coordinador de Humanidades, creador de los centros de Lingüística Hispánica de Traductores de Lenguas Clásicas y de Estudios Mayas; presidente de la comisión editorial; fundador y director del IIFL; director de la colección Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana; director del Seminario de Estudios para la Descolonización de México; miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM; miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua de 1963 a 1996 cuando renunció a ella; miembro de El Colegio Nacional (1972) y presidente de la Sociedad Alfonsina desde 1986 hasta 2000. Ingresó a la Academia Latinitati Inter Omnes Gentes Fovendae de Roma, en 1984. En 1991, la Coordinación de Humanidades de la UNAM creó en su honor la colección de libros de poesía El Ala del Tigre. Traductor de Lucrecio, Catulo, Virgilio, Horacio, Ovidio, Propercio, Lucano, César, Homero, Píndaro y Eurípides. Becario del MCWC, 1951; de la Fundación Guggenheim, 1984. Miembro del SNI como Investigador Emérito hasta 1993, desde ese año miembro del SNCA, como Creador Emérito. Premio Nacional de Letras 1974. Orden del Mérito de la República Italiana, en grado de Comendador, 1977. Maestro honoris causa 1980 por la UAEM. Diploma de Honor 1981 en el XXXII Certamen Capitolino de Roma (el primero otorgado a Escritor de lengua española). Premio Latinoamericano de Letras Rafael Heliodoro Valle 1980. Doctor honoris causa 1984 por la Universidad de Colima y 1985 por la UNAM. Premio Internacional Alfonso Reyes 1984. Premio Jorge Cuesta 1985. Doctor honoris causa 1992 por la UV. Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2000. Premio Francisco Javier Clavijero 2004. Medalla Rosario Castellanos 2005. Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval 2007 por su trayectoria. Medalla de Oro de Bellas Artes 2008. Premio al Mérito Cultural “Carlos Monsiváis” 2012, otorgado por el GDF.

 

Fuente de biografía: Enciclopedia de Literatura Mexicana

Fuente de fotografía: Wikipedia

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