Poema que no tiene nombre
¿Por qué nos han dejado tan solas?
¿Por qué?
Ustedes saben que nos están matando con total impunidad
es evidente que no es obra de un solo hombre
es evidente que son muchos hombres
muchos, miles, quienes nos asesinan
quienes nos violan y nos mutilan
quienes arrancan a dentelladas nuestros pezones
quienes descuartizan el cuerpo de las niñas y las meten en maletas para abandonarlas
en cualquier lugar, a todas horas del día
¿Por qué nos han dejado tan muertas, tan en el desamparo y la vulnerabilidad?
¿Qué mal le hacemos al mundo las niñas, las mujeres?
¿Por qué no nos escuchan?
¿Por qué no les dolemos?
¿Por qué no valemos?
¿Por qué no importamos?
¿Por qué?
¿Por qué no sienten nuestro miedo?
¿Por qué no les duele nuestra dolencia, nuestro terror?
¿De qué se trata?
¿Por qué nos odian?
¿Por qué?
¿Hasta cuándo?
¿Qué debemos hacer para ganarnos el derecho a la vida?
¿Por qué no nos dejan vivir?
¿Por qué, hombres, por qué no les importan los cuerpos sin vida, asesinados, ultrajados, de las niñas y las mujeres a manos de otros como ustedes?
¿Todavía hay alguien que niegue la barbarie, la ignominia, la atrocidad, el exterminio?
¿Por qué nos han dejado solas?
¿Por qué?
Para espantar la noche
Mi madre solía dejar encendida la luz de mi mesita de noche
prefería recibir cada mes una cuenta altísima de luz
antes que batallar con mis terrores nocturnos
Ella no tenía modo de saber -nunca se lo dije-
que la oscuridad que me aterraba
vivía dentro de mí.
Ahora que soy una mujer -diminuta aún en muchos sentidos-
arropo a mis hijos y apago sus lámparas de noche
me gusta contemplarlos un rato mientras duermen
son luciérnagas que espantan las penumbras.
Luego meto mi cuerpo a la cama
y mi oscuridad se derrama sobre la noche
Para dormir hago el recuento de mis íntimos rebaños
tengo innumerables listas de monstruos nocturnos
que nunca alteran el orden de su aparición:
La lista de las putas deudas
la lista de mis frustraciones
la lista de las palabras pendientes
la lista de los fracasos
la lista de los desaparecidos
la lista de los segundos que no hallaron consuelo
la lista de las cobardías asumidas
la lista de mis talentos medio ocres
la lista de lo que sé que debo hacer y no haré mañana
la lista de las incertidumbres...
Logro engañar al sueño
repasando la lista aterradora
de los hábitos que no claudican
donde siempre figura como número uno
navegar la noche
con los ojos cerrados…
Hasta que Dios enciende el sol.
Elegía por las niñas asesinadas
Demonios que devoran los cuerpos de las niñas
interrumpen las faenas de la
dicha;
ningún sol de la patriamadre entibia
los cuerpos diminutos.
En ellos se lee la historia de la infamia,
del silencio,
de un dolor para el que ninguna palabra alcanza.
A las madres,
a las hijas y a las hermanas
nos carcome el sinsentido de los días,
las noticias dislocadas con olor a
manicomio.
Nuestro miedo es un naufragio:
miles de cuerpos femeninos desemembrados
convertidos en un barco de cristal
que encalla en ninguna costa.
Desde el fondo del océano,
un rumor de voces metafísicas
reclama
que sus nombres ya no se escriban
sólo bajo el agua.
Deambulamos en este Estado transitorio
entre vida y muerte
y todo es llorar, gritar de horror y desconsuelo,
derramarnos ahí
donde el tiempo es una costa de flores
azules,
embalsamar los recuerdos del cuerpo y la memoria.
Habitamos los campos secos de la no
resignación,
separamos la lava hirviente de la rabia,
para petrificar con ella el dolor
y lamerle las heridas a la piedra.
Marchamos hasta hincharnos el pecho de esperanza
Alzamos el canto de la furia de las parias
pero la patria no escucha.
Damos a luz un nuevo día
Y contemplamos desde allá un amanecer eterno.
A las madres de las niñas muertas
les escurre lechesangre
de los pechos,
con ella alimentan el cuerpo recién nacido
de las niñas nuevas.
Una marea verde y violeta las recibe,
las acuna y las contiene.
Las niñas nuevas nacen de pie,
con la frente en alto y el puño arriba
a diferencia de sus hermanas, que viven contra una humanidad
que les da la espalda,
y las entrega a las manos,
a los falos erectos de sus asesinos.
Niña
niña mía
madre
hermana
hija nuestra
cuando te preguntes
¿Qué van a hacer contigo?
¿Cómo?
¿Hacia dónde?
¿Quién va a detener esa pelea de perros en tu entraña?
Sabe que nosotras vamos a trastocar la nada
Vamos a gritarle al mundo con tu nombre
Y contagiaremos a las niñas nuevas de coraje
No viviremos libres de culpa
hasta que levantemos cielos más hermosos para ti,
hasta que logremos entorpecer las labores de la barbarie y la locura,
en tu nombre lanzaremos cerillos y combustible para encender la justicia.
Esta no es una declaración de prinicipios niña mía,
es nuestra ofrenda y declaración de finales:
Mas si osare un extraño enemigo
profanar con su miembro tu cuerpo,
Piensa, oh niña (mía) querida, que el cielo,
una mujer aguerrida -y en resistencia furiosa- te dio…
Eufúrica
La semana pasada apuñalaron al padre de mi
hija,
en las calles hay gente que proclama
su legítimo derecho
de negarle a otros sus derechos.
Nadie está dispuesto a reconocer el límite de su libertad.
Al investigar sobre violencia en adolescentes
encuentro catorcemilseiscientosnoventayun videos
donde ellos y ellas se madrean,
en unos casos se matan
-a veces alentados por los adultos que debían
cuidarles-
Me duele mucho la cabeza.
Hay una nueva policía de las buenas conciencias
-Me chupa un ovario-
Un comando lesbofóbicoterrorista
madrea a una muchacha a la salida de un
bar,
la facción radical de algún movimiento aún más radical
aplaude rabiosa.
Una pareja de niños de 8 años viola a otro de la misma edad.
Los conservadores acusan a la pornografía.
Hay quien dice que los adictos son víctimas del narcoestado
La gente no quiere ser feliz,
prefiere tener la razón.
Todavía no entiendo
lo que sucedió en los últimos meses.
Recuerdo esa escena en un tren de Chicago:
Un niño negro y un hombre blanco hablan sobre pelear,
sobre la necesidad de hacerlo,
el hombre es enorme, robusto,
parece un jugador de basquetbol,
el chico tiene la sonrisa de quien aun no ha descubierto
que el mundo es una cloaca
inmunda
Pero ellos parece que se entienden,
sonríen y charlan
mientras, todos en el vagón los observamos
y apuramos conclusiones.
El chico baja en la estación de un barrio peligroso,
antes de irse choca su puño contra el enorme puño del hombre blanco
miradas multiraciales de aprobación,
el tren continúa su trayecto hacia la nada.
Sigo pensando que el amor es la fuerza más poderosa del universo
pero nuestros actos apuestan por el
miedo
Donde la esperanza pierde por puntos,
el odio gana por knock out.
La semana pasada apuñalaron al padre de mi
hija,
en septiembre nos sacudió el terremoto
en octubre murió mi hijo dentro de mí
Hay algo horrendo en el hecho de volverse un ataúd,
un cementerio acuoso
No puedo escribir
No puedo cantar
No quiero escribir y no quiero cantar
Estoy en ese punto donde no quiero hacer nada,
y debo hacerlo todo
Tengo los ojos irritados y escurrimiento nasal
En medio de esta emergencia eufúrica
encuentro una vieja foto que tomé a unos chicos
de esos que se tiñen el pelo de azul y salen a la
calle.
Amo la sosegada rebeldía
a los jóvenes poliamorosos de pelos
multicolores
Pero extraño mi inocencia:
esos días claros
que eran botellas con todo el tiempo
adentro.
Me siento fatal,
empiezo a ponerme vieja
La vida tiene cosas bellísimas
y terribles a la vez
Las peores batallas y las mejores victorias
se libran en solitario
siempre son contra uno mismo
o sobre uno mismo.
Sé que tengo fiebre
sé que esto no va a parar
no va a detenerse solo
Alguien tiene que apagar la luz o cerrar la puerta.
Yo arropo a mis hijos por las noches,
pago impuestos,
me bajo la angustia y la incertidumbre
con tacitas de te y galletitas de
lavanda.
Dejé de fumar,
ya no veo películas dobladas,
ya tampoco lloro,
se me quitó la puta maña.
Ahora sólo tengo nostalgia de la infancia
y cicatrices de siglos de combate
Bitácora de los días recientes
Hoy no me bañé
y tengo la sensación de que el día no comenzó
tampoco le veo fin
Los confines del tiempo se distienden
con la renuncia a la primera faena del día
Luego el café bien puede ser un jugo de naranja
la comida la cena
o un par de huevos el tentempié.
Al postre no llego
no hay dulzura en mis propios jugos.
Para recolocar el tiempo
el remedio -aparentemente-
es leer el periódico del día anterior:
Son los mismos muertos pero otros.
Los ojos se bañan en sus propias lágrimas
y guardan la memoria de la injusticia acumulada.
Michelle Solano. Ciudad de México, 1975. Es escritora, teatrista, cancionista, periodista cultural y activista política. Egresada de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Escribe diversos géneros literarios, principalmente narrativa, dramaturgia y poesía. Como dramaturga y crítica teatral perteneció al grupo El telón de Aquiles, colectivo de jóvenes dramaturgos; como cancionista escribió y grabó la primera canción por Ayotzinapa: Grito de Guerra, que ha dado la vuelta al mundo para denunciar la desaparición forzada. Su trabajo poético y musical son indisolubles, escribe poesía para su música y música para sus poemas y de ahí se desprenden sus canciones.
Como periodista y activista es integrante del colectivo Ojos de perro contra la corrupción y la impunidad. Actualmente trabaja en su primera novela: La vida luminosa en que perdimos todas las
batallas y en el poemario Permanencia involuntaria que por primera vez reunirá su trabajo poético.
Vértice Violeta, Año 1 - Núm. 1
Literatura hecha por mujeres
Grito de Mujer
Primera edición, 2019
Presentación y breve memoria ● Entrevista a Jael Uribe de Mujeres Poetas Internacional, Inc. (con selección poética) ● Poesía de Odette Alonso ● Poesía de Dulce Chiang ●Poesía de Rosina Conde ● Poesía de Alina Dadaeva ● Poesía de Marina de Ita ● Poesía de Leticia Luna ● Poesía de Carmen Nozal ●Poesía de Angélica Santa Olaya ● Poesía de Michelle Solano
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