Poesía de Bernard Boua Dadié

 

 

 

Tam-tam festivo

 

 

 

Salta,

 

          Salta,

 

                   hechicera.

 

          ¿Escuchas?  Con el estruendo del tam-tam

 

te llama el viento en derredor.

 

Cuba,

 

          joven reina,

 

                               para ti son

 

                               todos los compases

 

                       el ritmo de Salum

 

                       el ritmo de Baule.

 

¿Por qué la luna

 

alumbra con tan viva luz?

 

                                  Ilumina en derredor

 

                                                de la violenta danza.

 

¿Qué es esto, pues?  Una canción

 

                                 la canción del festivo tam-tam.

 

Salta,

 

           Salta,

 

                       danzarina.

 

           ¿Escuchas?  Con el estruendo del tam-tam

 

te llama al viento en derredor.

 

 

 

Salum, es un río del Senegal

 

Baule, nacionalidad que vive en el territorio de Costa de Marfil

 

¡Seca las lágrimas!

 

 

 

¿Será, África, las lágrimas!

 

Vuelven tus hijos,

 

a través de tormentas y huracanes vienen

 

        de su infructuoso vagabundear.

 

 

 

Bajo la risa del oleaje y el susurro de la brisa

 

en el oro del alba,

 

en el purpura del ocaso,

 

desde las arrogantes cimas,

 

desde las llanuras inundadas de sol,

 

vienen hacia ti,

 

a través de tormentas y huracanes,

 

         de su infructuoso vagabundear.

 

 

 

¡Seca, África, las lágrimas!

 

Nuestras almas han bebido un poco

 

de todas las fuentes,

 

          de la amarga fortuna

 

          y de la gloria.

 

Nuestras almas abiertas

 

al resplandor de tu belleza,

 

a los aromas de tus bosques,

 

al hechizo de tus aguas,

 

al azul de tus cielos.

 

A la caricia de tus rayos,

 

al sortilegio del verdor en las perlas de rocío.

 

¡Seca, África, las lágrimas!

 

Vuelven tus hijos.

 

En las palmas de sus manos traen un regalo

 

para el corazón: amor.

 

Vuelven para vestirte

 

con ropas de sueños y esperanzas.

 

 

 

Versiones de Antonia María Tristá y David Chericián

 

 

 

 

 

Manos

 

 

 

Manos libres,

 

vivas manos

 

que saben abrazar

 

y no ahogar,

 

regalar,

 

no quitar.

 

Manos creadas para percutir ritmo,

 

para limpiar de maldad el mundo.

 

Manos ramosas,

 

nudosas,

 

callosas manos

 

de picapedrero,

 

de leñador,

 

de terraplenero,

 

de pescador,

 

de jornalero de plantaciones de café,

 

de algodón,

 

y de caña

 

de azúcar,

 

demacrados por el trabajo,

 

templados al viento,

 

¡quemados como carbón!

 

Las manos hablan

 

francamente y hasta el final,

 

cavan hacia las raíces,

 

se levantan hacia arriba,

 

se encuentran,

 

se tocan,

 

se estrechan en fraternal apretón.

 

Los puños, cual brotes desarrollados,

 

símbolos de la vida, símbolo de la unidad.

 

La mano del niño,

 

la palma de la mano del anciano, más pesada por la sabiduría

 

los dedos de la mujer que irradian compasión…

 

 

 

Las manos lavan el cansancio y el polvo,

 

las manos señalan el camino,

 

las manos disipan las tinieblas,

 

las manos ¡son adorno, hombre!

 

 

 

Las manos negras

 

conservan el amor,

 

adquieren callos,

 

barren la maldad,

 

quitan el resabio amargo de los días,

 

arrancan las máscaras de los falsos dioses.

 

 

 

¡Manos, yo les pongo

 

el brazalete de la alegría y la esperanza!

 

Manos negras,

 

¡tomen

 

el martillo y los clavos!

 

“¡La caza de las personas está prohibida!”

 

Manos de mendigos y de oprimidos,

 

manos, desde el Congo hasta el Misisipi,

 

en los desfiladeros entre rascacielos,

 

¡en los caminos que conducen al corazón!

 

Manos del constructor y del hombre:

 

en la tierra y en el cielo,

 

a la luz del día,

 

bajo las estrellas de la noche,

 

en los rocíos mañaneros,

 

en la suavidad de las sombras,

 

hoy, ayer, mañana,

 

¡en todo lo que vive y canta

 

y gira en una danza!

 

Manos negras,

 

manos de hermano

 

he tendido hacia ti

 

sobre océanos y montañas

 

para que se fundan

 

los colores de nuestras manos,

 

para encontrarse

 

y saludarte,

 

¡Amigo!

 

 

Versión de Antonia María Tristá

 

Bernard Binlin Dadié (Assinie, 10 de enero de 1916-Abiyán, 9 de marzo de 2019) fue un novelista, dramaturgo, poeta y administrador de Costa de Marfil. Entre muchos otros cargos principales, a partir de 1957, ocupó el cargo de Ministro de Cultura en el gobierno de Costa de Marfil desde 1977 hasta 1986.

 

 

 

 

 

 

 

Obras:

 

Afrique debout (1950)

 

Légendes africaines (1954)

 

Le pagne noir (1955)

 

La ronde des jours (1956)

 

Climbié (1956)

 

Un Nègre à Paris (1959)

 

Patron de New York (1964)

 

Hommes de tous les continents (1967)

 

La ville où nul ne meurt (1969)

 

Monsieur Thôgô-Gnini (1970)

 

Les voix dans le vent (1970)

 

Béatrice du Congo (1970)

 

Îles de tempête (1973)

 

Papassidi maître-escroc (1975)

 

Mhoi cheul (1979)

 

Opinions d'un nègre (1979)

 

Les belles histoires de Kacou Ananzè

 

Commandant Taureault et ses nègres (1980)

 

Les jambes du fils de Dieu (1980)

 

Carnets de prison (1981) – details his time in prison

Les contes de Koutou-as-Samala (1982)

Semblanza: Wikipedia Fotografía: portal Babelia

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