Trece-treceadas

 

 

 

CIEGO QUE APUNTAS…

 

(Inédito)

 

Roberto López Moreno

 

 

 

 

 

Ciego que apuntas y atinas

 

y junto a Góngora afinas

 

raudas rutas esterlinas,

 

tonantes bien entonadas.

 

Caduco y rapaz, tirano,

 

mano tosca, fina mano,

 

en el abelato hermano.

 

Ahora brujas, antes hadas.

 

Vendado vendaval herido,

 

esa es la miel que he bebido

 

poniendo amargo sentido

 

en el fiel de las treceadas.

 

Metro que cuenta sin cuenta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Del libro

 

En Sol Mayor

 

 

 

 

Con apariencia sencilla

 

aquella estrella se astilla,

 

meridiana, transparente,

 

clara, sutil, reluciente.

 

Un universo relente

 

en su láctea desmesura

 

marco marca diligente

 

a las cintilante hechura.

 

El cosmos baja y murmura

 

al oído de Satie

 

y así lo que canta aquí

 

tiene aliento que perdura.

 

Tal luz lerma en hondo pozo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sube scriabin del estío

 

sobre el divino poema

 

traducido de un teorema

 

con el ser del albedrío.

 

Suma fuerza el poderío

 

a la treceada presente

 

forjada en el riel del río,

 

seda de arco iridiscente.

 

Es un metal que florece,

 

que crece demonios crece

 

en el arqueado felino,

 

electrón que inventa el sino.

 

Hay luz coral prometea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Columna central de savias

 

amanece pajarera,

 

mecánica relojera

 

de elasticidades sabias.

 

Marinero de arduas gavias,

 

tu horizonte de cristales

 

en mareas de las Arabias

 

y en oleajes minerales

 

Rimski-Korsakov te nombra,

 

reloj de sal que se enhombra,

 

espiral con que convocas

 

pensamientos de altas tocas.

 

Árbol protegiendo el día.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vidrio de néctar herido

 

cabalgando el mar del nido

 

Ralph Vaughn Williams se entretiene

 

entre holanes de Selene.

 

La brújula se sostiene

 

sobre el silvo deletreado

 

que dentro del pecho tiene

 

el fuelle herrero del hado.

 

Una espiga ha maniatado

 

los émbolos de la aurora

 

y en música se desflora,

 

carrillón matinizado.

 

Hay un poema que crece.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El botón de la montaña

 

troquela el rumor del zumo,

 

hiende el aureo el denso brumo,

 

brama adentro, desentraña.

 

Metal de sonora saña

 

con la que Bartok conforma

 

en elíptica artimaña

 

los fieles de la antinorma,

 

sube su encíclico genio

 

al acimut del proscenio.

 

Mientras, el trigo madura

 

su lóngita quemadura.

 

El sonido sabe tierra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Que no es más grande el discurso,

 

sí, con el Carulli metro,

 

badila hacia cuerda y cetro

 

a ortos odres en transcurso.

 

Para medir todo curso

 

nuestra arena es vasta y basta

 

fuente en gracia en su recurso,

 

ruda y tierna vida en asta.

 

Sí, con el metro del yodo

 

y del ave. Todo y todo.

 

Todo se puede cantar

 

con el acopio estelar.

 

¡Ay, carne de la guitarra!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde el bálago se enfila

 

birrete de clorofila.

 

Se sueña pared y cobre

 

el relámpago salobre.

 

no hay partícula que sobre

 

en el lagar redivivo

 

ni habrá centrífuga pobre

 

ni dios hontanar esquivo.

 

Sobre un capítulo vivo

 

Sibelius se va de fiesta,

 

quemazón de la floresta

 

desde azadón pensativo.

 

… Y el bosque que no termina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Del libro

 

A Revueltas Treceadas

 

 

 

38

 

 

 

Lo que sigue es una rueca,

 

poetas que nos hurtaron,

 

Carlos Eduardo Turón

 

y Martínez Ocaranza

 

Aurora Reyes se trueca

 

a versario que ignoraron,

 

Raymundo Ramos, timón

 

que se hace oleaje y avanza,

 

Juan Bautista Villaseca,

 

Bohórquez ¡Cómo cantaron!

 

Saúl Ibargoyen, don,

 

que a las distancias se lanza.

 

Hay que buscarlos. Leerlos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

39

 

 

 

Severo matiz izado,

 

códigos dentro del fluído,

 

en la dignidad crecido

 

como cerebro y soldado

 

vuelve sobre el riel soldado

 

impulso que asido ha sido

 

y no historias de un sol dado

 

con su centro derretido.

 

Chispa del proletariado

 

repartida entre las fojas.

 

Negras rejas, llamas rojas

 

cercan al enajenado.

 

Revueltas se vuelve tea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

19

 

 

 

Estoas del luto humano

 

quillando la sal de olanes,

 

restricciones de los panes,

 

son dedos del curvo arcano.

 

Cinco espumas en la mano

 

para el destinado oleaje

 

profundo, ondulante traje,

 

ceñido para ir al grano.

 

Se laberinta en el plano

 

el enhebrado estatuto

 

para que niegue al tirano

 

humanidades del luto.

 

La nueva escritura nace.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

33

 

 

 

Manda Juan de la Cabada

 

saludos a don José,

 

en una risa que fue

 

gongorante llamarada.

 

Fosfórica carcajada

 

que desde su celda sube

 

a lo aéreo de la nube

 

con su alegría liberada.

 

Don José dejé le pida

 

si me permite la vida

 

a donde el bisol se centra,

 

salúdelo si lo encuentra.

 

Anhelos que arden el pecho.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

L VIVE L

 

(Inédito)

 

 

 

En este trece de junio

 

de un enverbado interlunio

 

como vivaz contertulio

 

que con el tiempo jugara,

 

nace y renace Lugones;

 

sus dilatadas canciones

 

son encrestados crestones,

 

y así es que sus surcos ara.

 

Ara sus surcos Leopoldo

 

y en la curva de su roldo

 

el incoercible rescoldo

 

le instruye de cetro y ara.

 

Leopoldo Lugones vive.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Roberto López Moreno. Nació en Chiapas México en Huixtla, 11 de agosto 1942. Autor de la teoría poética denominada "Poemuralismo”. Entre más de una treintena de títulos publicados se encuentran los siguientes libros: de poesía: Décimas Lezámicas (UNAM); De saurios, itinerarios y adioses (Universidad Autónoma de Chiapas); Verbario de varia hoguera (Instituto Chiapaneco de Cultura) y Sinfonía de los salmos, también de la (UNAM). De narrativa mencionaremos: Yo se lo dije al presidente (Fondo de Cultura Económica); Las mariposas de la Tía Nati (Tercera edición en la colección Lecturas mexicanas del CNCA); La Curva de la Espiral en la editorial (Claves Latinoamericanas) y Cuentos en recuento, (UNAM). Ha representado a nuestro país en ciudades como Salta, Argentina; en Santiago de Cuba y La Habana, Cuba; Berkeley, EU; Medellín, Colombia; Struga, República de Macedonia entre otros sitios. Otro libro suyo es Crónica de la música de México.

 

Ha obtenido importantes premios literarios tanto en México como en el extranjero, entre ellos, se hizo acreedor del Premio Chiapas 2001, el más importante galardón que da esa entidad a sus intelectuales y que cuenta con alta representatividad en la cultura del país.

 

Su nombre aparece en una buena cantidad de antologías mexicanas tanto de narrativa como de poesía así como en diccionarios biobibliográficos como el Diccionario de Escritores Mexicanos, editado por la UNAM.

Su literatura es variada pues abarca desde la poesía social hasta la erótica pasando por infinidad de formas, técnicas y temas, incluyendo la poesía y los cuentos para niños. En el primer caso, la poesía, escribió Versitlán, con el que obtuvo dos años consecutivos el Premio La edad de Oro en la república de Cuba, en el segundo caso escribió el libro Los ensueños de don Silvestre, ya agotado en sus tres ediciones, una de ellas en inglés.

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por el autor

 

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