Del libro La marcha hacia ninguna parte (Komorebi Ediciones, 2018)
Selección: Willy Gómez Migliaro
Fotografía: Nina Solórzano
Sóplame al oído (dijo) que no vaya a decir ninguna estupidez
al oído y luego a la boca (sóplame) (dime ahí) en lo cóncavo
ahí (desde ahí) que resuene tu voz en silencio adentro
tu voz con todos sus sonidos en silencio (en lo cóncavo)
─pensó─ y pensó en ese caracol que es el oído
ese caracol que escucha la espiral ─pensó también─
la voz entrando (o saliendo) por la espiral
(ahí sóplame) ─dijo─ al fondo de esa espiral arriba
la escalera de caracol?
─pensó─ el vértigo de la caída
como si no pasara nada/ pero todo pasa
un susurro al oído ─eso es todo─ el aliento cálido que entra
─el caracol que se estremece─ eso es todo
la vida ─pensó─ es un susurro.
Espero que se reconozca (dijo) (dije) ─ pensando en el texto─
en la forma del texto en la conciencia del texto
espero que se reconozcan en el tejido de voces (dijo ella
o él) en el tejido de tonos ─espero─ (dijeron ellos) y luego se quedaron callados
espero que se reconozca en ese hueco (dijo) en esa sombra de la voz
en ese aliento indiferente (pensó la vieja/ pero no dijo nada)
tose (alguien tose) interrumpe el tejido las voces la conciencia del texto
se detiene
(espero que no dure mucho) (que no dure demasiado) pensó el viejo casi sin pensar
en silencio sonó la voz las voces tronaron mudas debajo de las palabras
las voces sonaron (ahí) debajo de cada letra ─sin sentido─ (pensó ella)
sonaron las voces detrás del texto voces tejidas (pensó) con otras voces:
un alambre sonoro plástico flexible
debajo un ladrido un ronquido respiración aliento
qué imagen de quién soy?
naturalmente nadie está a la altura de nada
nadie dice nadie hace ni se puede (quizás)
quizá nadie dice todavía porque aún es muy lejos
allá algo suena (dicen los que oyen) algo suena, resuena, pero nada de oír
no llega aquí el sonido ─sondeando tiempos─
de aquí a aquí hay sólo un milímetro de nudos
de aquí a allá más nudos
naturalmente todo funciona así sin funcionar
(adentro) todo resuena a nada a nadas
así en plural
Le da por hablar y hablar sin parar no siempre
a veces habla a veces no le da por decir cosas que sabe
por decir cosas que no sabe o que otros saben
como sombra detrás de las palabras de otros
como sombra le da por hablar
por decir siempre lo mismo a veces por decir otras cosas
cosas que sabe o que recuerda le da por decir “perro”
o dice “casa” dice “barco” y jamás ha estado en uno
o dice “monte” o “río” como si supiera dice todo lo que se le ocurre
“lápiz” también o “pantalón” cosas que sí conoce que ha tocado
(o eso dice) dice “mariposa” cuando ve una entonces dice “pájaro”
cuando escucha alguno dice “flor” o “sol” sólo por decir algo
sólo por decir dice le da por hablar y hablar sin parar
por hablar y escucharse por hablar y ver la sombra
de lo que dice los restos ─ lo que dice tiene sombra ─
(o eso es lo que dice) yo no sé.
Lo que me salva es el grito (dijo) un grito mudo poderoso ─ desde adentro viene
y adentro se queda─ decir es siempre decir algo en silencio
(afuera) solo se escucha el murmullo el canturreo solitario de alguien
que no ─ que dice sólo lo i n c o n c l u s o ─
algo así como el color lavanda el olor lavanda (no se sabe bien qué es)
adentro (afuera) el lavanda es de un lila deslavado de un tímido azul
decir es siempre decir
algo deslavado y azul.
Me demoro ─es cierto que me demoro─ cuesta amarga, cuesta abajo
cuesta creerlo entre el impulso de hacer y de no hacer escuchas
muy abajo, muy abajo la pequeña voz, el pequeño sonido que casi ya no sueña
clavado el sonido hasta las plantas de los pies los dedos de los pies
tambor ─trompeta larga─ el gong profundo del tambor
no rítmico ─a contra ritmo─ la inmundicia dices, la inmundicia
y un mundo a contraritmo: ¿qué esperas para dar el salto?
…y el abrazo tan lejos! la madre a dónde ha ido?
el pequeño sonido no suena babea, tartamudea
cuesta-amarga desenganchada del abrazo los pies al unísono suenan
hacen ruido los pies, patalean cuesta creerlo (dicen)
ahí no hay ningún danzante.
Río Escondido, la calle se llamaba así ─pensó─ y ahora voy a escuchar su voz
no su voz ─ su voz ─
(río) (escondido) (detrás) detrás todo es espalda
rió (escondiendo sus dientes) tendiendo sus manos (dientes cariados) ─pensó─
─algo apesta─ no todos somos Hollywood ─con dientes blancos/perfectos
rió (escondiendo los pies)
la voz se hizo más tenue ─tropezó─
“¿alguien está podando el jardín?” ─boca sin dientes─ dijo el viejo─
“¿quién sale, quién habla, quién entra?”
escondido detrás el río cayó ─calló la calle─ (pensó como riendo)
quién lo hubiera imaginado ─en medio de la avenida─ dicen/gritan dadá
en pleno siglo XXI todas las bocas se esconden ─todas cariadas─ calladas─ cerradas
Río Escondido ¿no es escandaloso? nadie sabe e s c u c h a r.
Está desentendido de sí ─dice─ el viejo está desentendido
es otro viaje el suyo, otro entendimiento (no como el chino en su ermita)
No: hay algo de animal en todo esto algo de brutality (perdón por la palabra
anota Akutagawa) lo bestial nos da la medida
el entendimiento es otro quien miente, quien sabe: vive
quien sobrevive está desentendido no entiende
“qué va a entender nada” dicen los entendidos ¿brutality?
esa lengua extranjera no dice nada.
No el que trató ─el que lo hizo─ ese eso está peor ─se dijo─ como para aliviarse
como para sentir que sí [que todavía] que algo aún ahí podía alcanzarse
─o mejor─ detenerse algo ahí todavía detenerse (pensó) (pero no supo cómo)
el que lo hizo se fue de golpe [se fue de hecho] dio el golpe ─como se dice─
quebró aquello vivo (pensó)
el que trató ─ese─ por error o cobardía, por lucidez o suerte, por mal tino (se dijo)
por mal tiro (pensó también en el azar) por suerte (volvió a pensar)
el que trató no hizo ─así de fácil─ así de duro─ así de suave.
La casa tenía nombre la llamaban casa-casa
nombraban cada cosa ─al interior─ todo tenía nombre
el peine la mesa la cama tenía nombre la estufa
las ollas tenían nombre
todos repetían los nombres infinitas veces
llamaban cada cosa por su nombre a la cama cama
a la silla silla ninguna confusión (pensaban)
ninguna duda la casa tenía nombre
(afuera) la calle cambiaba su nombre cada tanto
la calle cambiaba su nombre y el puente
ya no era puente y la tienda abierta ahora era tienda cerrada
y la avenida ancha era angosta y la casa un edificio
y el edificio un parque y el parque un estacionamiento enorme
todo cambiaba su nombre mezclaba su nombre variaba su nombre
(ya no había qué nombrar) y el nombre perdió y el hombre perdió
su propio nombre ─su nombre propio─ se derramó (dicen)
en todas las alcantarillas.
lee oscuridad escribe claridad tacha claridad escribe oscuridad
una simple constatación: caridad se parece a autoridad
un mismo final, distinto principio
¿caridad entonces claridad? tacha autoridad
una simple constatación: buscar un mismo principio
caridad/claridad falta opacidad
no tanta luz (piensa) faltan sombras
claridad/opacidad :
un último cotejo
Tania Favela Bustillo (Ciudad de México, 1970) Cursó el Doctorado en Literatura Latinoamericana en la Universidad Nacional Autónoma de México. Del 2000 al 2011 formó parte del Consejo Editorial de la revista El poeta y su trabajo dirigida por el poeta argentino Hugo Gola. Ha publicado poemas, traducciones y ensayos en distintas revistas, tales como El poeta y su trabajo, El pez náufrago, Este País, Periódico de Poesía de la UNAM, Revista Laboratorio (Chile), Tierra Adentro, entre otras. Publicó el libro de poemas Materia del Camino (Compañía, 2006), la traducción (con Jahel Leal) del libro En la tierra de Robert Creeley (Textofilia, 2008), el libro de poemas Pequeños Resquicios (Textofilia, 2013), la antología de poesía El desierto nunca se acaba de José Watanabe (prólogo y selección, Textofilia, 2013), Un ejercicio cotidiano, selección de prosas de Hugo Gola (prólogo y selección, Toé, 2016). La marcha hacia ninguna parte (Komorebi, 2018) Actualmente es académica de tiempo completo en la UIA.
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Fotografía de Nina Solórzano
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