Poesía de Giovanna Iorio

 

 

"Sí, sé bien qué tan aficionado es usted a la nada; […] Por tanto, me imagino que para usted un regalo debe ser mejor, y mejor recibido, entre más se acerque a la nada. Cual sea el objeto que le agrade como evocación de la nada, es necesario que el mismo sea de poca importancia, de tamaño pequeño, de precio mínimo, y que no sea muy duradero, o sea, que sea casi nada. En la naturaleza, estas cosas abundan y una elección se impone. […] no piensen en la tierra y en los tesoros de mi querido Arquímedes, que ha reducido la tierra a arena y que hace caber diez mil granitos de polvo en una sola semilla de amapola[1]. […] la figura de estos corpúsculos se esconde de la vista […] Por ende, no hay en ellos ningún carácter propio, ningún atractivo […] Además, si hay algo duradero, es precisamente el polvo, como aquél que establece su dominio sobre las vigas gastadas por el tiempo y corroídas por las caries. Por tanto, si les ofrezco esto, les daré demasiado. […]

 

Reciban en toda serenidad esta aproximación de la nada, y si llegan a apreciarla, se aguantarán la respiración por el miedo de encontrarse con nada.”

 

“En realidad, dejamos que Sócrates disertara sobre el salto de una pulga. Por esta razón examinamos el motivo por el que las nieves, en su primera caída, antes de enmarañarse en copos más grandes, siempre son hexagonales, y tienen, cada vez, seis rayos aterciopelados como pequeñas plumas.”

 

 

 

Johannes Kepler, El copo de nieve de seis ángulos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

 

A veces me agito como una esfera de vidrio

 

dos manos me sacuden y nieva adentro de mí.

 

 

 

*

 

Me gustan las manos

 

cuando no aferran nada

 

cuando se quedan quietas y el tiempo

 

atraviesa mis dedos como si fueran ramas

 

y el viento la vida.

 

 

 

*

 

Tan sólo teníamos que abrir la puerta

 

salir al jardín

 

donde el aire frío abrazaba el cielo

 

y un velo helado envolvía

 

el agua en el cubo

 

no era de hierro como yo lo quería

 

sino de plástico azul

 

lo dejé en una esquina

 

y un mirlo picotea

 

la superficie falsa del hielo

 

el sabor de la nada.

 

 

 

*

 

Aquí en medio de la página

 

se abre la herida del tiempo

 

hay una rasgadura en el tejido

 

un silencio de hojas

 

la vida es distante quizá

 

con un poco de suerte

 

volveré a nacer de cobre

 

roja como la sangre

 

ni huesos ni carne metal

 

esta silenciosa jaula

 

se abre.

 

 

 

*

 

Ves, a mí no me importa la eternidad. Es aburrida.

 

En el fondo todo se repite hasta el infinito. Yo amo

 

las cosas que terminan sobre todo si puedo

 

escuchar su sonido: las hojas, el temporal, la voz,

 

tu sonrisa.

 

 

 

*

 

Pongo en fila las palabras frente a tu puerta

 

qué extraña caravana de sonidos

 

la oración.

 

 

 

*

 

Necesito recordar los días

 

quietos bajo la nieve

 

las palabras desboronadas entre picos de pájaros

 

el aire lleno de alas

 

las ramas quebradas por el peso de la blancura

 

caían sin hacer ruido como señales mudas.

 

Entonces los zorros salían de sus cuevas

 

en busca de nuestros ojos como si fuera este vernos

 

repentino el único alimento.

 

Un instante de nieve luego la oscuridad rodaba

 

hacia abajo por el valle

 

como un derrumbe.

 

Sobre la llama alrededor de la chimenea

 

poníamos los calcetines

 

mojados

 

los zapatos sucios

 

de nieve. Regresaba la voz

 

luego el vapor.

 

Dejábamos en la oscuridad a la nieve y el silencio

 

llenaba las huellas

 

de los correteos en los campos

 

lo blanco dentro de nuestros pasos que seguían corriendo

 

la noche entera

 

junto con los zorros.

 

 

 

*

 

Quisiera saber estar frente a un muro blanco

 

como si fuera de nieve.

 

Mi padre no quiere dormir

 

con la ventana cerrada.

 

Desde la plaza desolada nadie

 

se da cuenta

 

de su cuerpo bajo las sábanas

 

una vieja montaña

 

que espera a la nieve.

 

 

 

*

 

Hasta los árboles están solos

 

en los bosques en un día sin viento.

 

 

 

*

 

¿Qué buscaba tu mano

 

con los ojos cerrados? ¿Cogía

 

algo? No, no era 

 

otra mano.

 

Recogía una flor,

 

una rosa, en otro lado

 

en un tiempo lejano.

 

Yo me acuerdo de los pétalos abiertos

 

de una rosa invernal

 

y las hojas afligidas por el hielo

 

un alambre de púas el tallo

 

encima la palidez

 

de la tarde otoñal.

 

Casi desfloreciendo

 

la traías a casa

 

sobre la mesa se quedaba

 

en silencio como sobre

 

un altar –se moría. Luego

 

en la pieza el dulce

 

perfume del cielo.

 

 

 

*

 

Y yo te arrancaba la última promesa

 

de las manos frías –estrechaban

 

los granos de un rosario de rosa

 

y tú te ibas con los ojos cerrados

 

y yo te seguía como una hoja

 

el árbol el tronco la caja la casa el vacío

 

se esfumaban el día y tu calor

 

sobre la cama transcurre la sombra de las horas.

 

Y yo te arrancaba la última promesa 

 

de las manos cerradas

 

estaban los cabellos fríos de nieve

 

blanca la luz en el fondo de la larga noche

 

el corazón sin raíces.

 

 

Giovanna Iorio es una poeta y escritora italiana residente, desde 2017, en Londres. Son varios los libros de poesía a su favor: Ora rischiara (EscaMontage, 2019; italiano-inglés); Succede nei paesi (Fara, 2018) Poesie d'amore per un albero (Albeggi Edizioni, 2017; italiano-inglés), La neve è altrove (Fara, 2017), Haiku dell’Inquietudine (Fusibilia, 2016), Frammenti di un profilo (Pellicano, 2015). Sus poemas también se encuentran incluidos en varias antologías. Escribe cuentos (Dormiveglia, Regina Zabo, 2016 y Raccontibrevi.it) y radio-dramas (Rai 3 y Radiolibramioci web). Colabora con DiarioRomano y L’EstroVerso.  En 2012 llevó a Italia el proyecto “Little Free Library”, que todavía cura y dirige. Ha creado Poetry Sound Library map, el primer mapa mundial de las voces poéticas (2018) y Voice Portraits (retratos de las voces de los poetas).

Fotografía y semblanza proporcionadas por la autora


 

Zingonia Zingone (1971) es una poeta, narradora, licenciada en Economía, y traductora italiana que escribe en español, italiano, francés e inglés. Vive entre Italia y Costa Rica. Cuenta con poemarios editados en España, México, Costa Rica, Italia, India, Francia, Nicaragua y Colombia. Sus títulos más recientes son Los naufragios del desierto (Vaso Roto, 2013), Petit Cahier du Grand Mirage (Éditions de la Margeride, 2016) y las tentaciones de la Luz (Anamá Ediciones, 2018). Entre sus trabajos de traducción destacan los más recientes poemarios de la nicaragüense Claribel Alegría: Voci (Samuele Editore, 2015), que se adjudicó el premio internacional Camaiore 2016, y Amore senza fine (Edizioni Fili d’Aquilone, 2018). Dirige la columna de poesía internacional en la revista italiana MINERVA.

 

 

 

 Poemarios editados en español:

 

 

 

Máscara del delirio, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2006.

 

CosmoAgonía, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2007.

 

Tana Katana, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2009.

 

Equilibrista del olvido, Editorial Germinal, Costa Rica 2012.

 

Fotografía y semblanza proporcionads por la autora

 

 

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