"Sí, sé bien qué tan aficionado es usted a la nada; […] Por tanto, me imagino que para usted un regalo debe ser mejor, y mejor recibido, entre más se acerque a la nada. Cual sea el objeto que le agrade como evocación de la nada, es necesario que el mismo sea de poca importancia, de tamaño pequeño, de precio mínimo, y que no sea muy duradero, o sea, que sea casi nada. En la naturaleza, estas cosas abundan y una elección se impone. […] no piensen en la tierra y en los tesoros de mi querido Arquímedes, que ha reducido la tierra a arena y que hace caber diez mil granitos de polvo en una sola semilla de amapola[1]. […] la figura de estos corpúsculos se esconde de la vista […] Por ende, no hay en ellos ningún carácter propio, ningún atractivo […] Además, si hay algo duradero, es precisamente el polvo, como aquél que establece su dominio sobre las vigas gastadas por el tiempo y corroídas por las caries. Por tanto, si les ofrezco esto, les daré demasiado. […]
Reciban en toda serenidad esta aproximación de la nada, y si llegan a apreciarla, se aguantarán la respiración por el miedo de encontrarse con nada.”
“En realidad, dejamos que Sócrates disertara sobre el salto de una pulga. Por esta razón examinamos el motivo por el que las nieves, en su primera caída, antes de enmarañarse en copos más grandes, siempre son hexagonales, y tienen, cada vez, seis rayos aterciopelados como pequeñas plumas.”
Johannes Kepler, El copo de nieve de seis ángulos
*
A veces me agito como una esfera de vidrio
dos manos me sacuden y nieva adentro de mí.
*
Me gustan las manos
cuando no aferran nada
cuando se quedan quietas y el tiempo
atraviesa mis dedos como si fueran ramas
y el viento la vida.
*
Tan sólo teníamos que abrir la puerta
salir al jardín
donde el aire frío abrazaba el cielo
y un velo helado envolvía
el agua en el cubo
no era de hierro como yo lo quería
sino de plástico azul
lo dejé en una esquina
y un mirlo picotea
la superficie falsa del hielo
el sabor de la nada.
*
Aquí en medio de la página
se abre la herida del tiempo
hay una rasgadura en el tejido
un silencio de hojas
la vida es distante quizá
con un poco de suerte
volveré a nacer de cobre
roja como la sangre
ni huesos ni carne metal
esta silenciosa jaula
se abre.
*
Ves, a mí no me importa la eternidad. Es aburrida.
En el fondo todo se repite hasta el infinito. Yo amo
las cosas que terminan sobre todo si puedo
escuchar su sonido: las hojas, el temporal, la voz,
tu sonrisa.
*
Pongo en fila las palabras frente a tu puerta
qué extraña caravana de sonidos
la oración.
*
Necesito recordar los días
quietos bajo la nieve
las palabras desboronadas entre picos de pájaros
el aire lleno de alas
las ramas quebradas por el peso de la blancura
caían sin hacer ruido como señales mudas.
Entonces los zorros salían de sus cuevas
en busca de nuestros ojos como si fuera este vernos
repentino el único alimento.
Un instante de nieve luego la oscuridad rodaba
hacia abajo por el valle
como un derrumbe.
Sobre la llama alrededor de la chimenea
poníamos los calcetines
mojados
los zapatos sucios
de nieve. Regresaba la voz
luego el vapor.
Dejábamos en la oscuridad a la nieve y el silencio
llenaba las huellas
de los correteos en los campos
lo blanco dentro de nuestros pasos que seguían corriendo
la noche entera
junto con los zorros.
*
Quisiera saber estar frente a un muro blanco
como si fuera de nieve.
Mi padre no quiere dormir
con la ventana cerrada.
Desde la plaza desolada nadie
se da cuenta
de su cuerpo bajo las sábanas
una vieja montaña
que espera a la nieve.
*
Hasta los árboles están solos
en los bosques en un día sin viento.
*
¿Qué buscaba tu mano
con los ojos cerrados? ¿Cogía
algo? No, no era
otra mano.
Recogía una flor,
una rosa, en otro lado
en un tiempo lejano.
Yo me acuerdo de los pétalos abiertos
de una rosa invernal
y las hojas afligidas por el hielo
un alambre de púas el tallo
encima la palidez
de la tarde otoñal.
Casi desfloreciendo
la traías a casa
sobre la mesa se quedaba
en silencio como sobre
un altar –se moría. Luego
en la pieza el dulce
perfume del cielo.
*
Y yo te arrancaba la última promesa
de las manos frías –estrechaban
los granos de un rosario de rosa
y tú te ibas con los ojos cerrados
y yo te seguía como una hoja
el árbol el tronco la caja la casa el vacío
se esfumaban el día y tu calor
sobre la cama transcurre la sombra de las horas.
Y yo te arrancaba la última promesa
de las manos cerradas
estaban los cabellos fríos de nieve
blanca la luz en el fondo de la larga noche
el corazón sin raíces.
Giovanna Iorio es una poeta y escritora italiana residente, desde 2017, en Londres. Son varios los libros de poesía a su favor: Ora rischiara (EscaMontage, 2019; italiano-inglés); Succede nei paesi (Fara, 2018) Poesie d'amore per un albero (Albeggi Edizioni, 2017; italiano-inglés), La neve è altrove (Fara, 2017), Haiku dell’Inquietudine (Fusibilia, 2016), Frammenti di un profilo (Pellicano, 2015). Sus poemas también se encuentran incluidos en varias antologías. Escribe cuentos (Dormiveglia, Regina Zabo, 2016 y Raccontibrevi.it) y radio-dramas (Rai 3 y Radiolibramioci web). Colabora con DiarioRomano y L’EstroVerso. En 2012 llevó a Italia el proyecto “Little Free Library”, que todavía cura y dirige. Ha creado Poetry Sound Library map, el primer mapa mundial de las voces poéticas (2018) y Voice Portraits (retratos de las voces de los poetas).
Fotografía y semblanza proporcionadas por la autora
Zingonia Zingone (1971) es una poeta, narradora, licenciada en Economía, y traductora italiana que escribe en español, italiano, francés e inglés. Vive entre Italia y Costa Rica. Cuenta con poemarios editados en España, México, Costa Rica, Italia, India, Francia, Nicaragua y Colombia. Sus títulos más recientes son Los naufragios del desierto (Vaso Roto, 2013), Petit Cahier du Grand Mirage (Éditions de la Margeride, 2016) y las tentaciones de la Luz (Anamá Ediciones, 2018). Entre sus trabajos de traducción destacan los más recientes poemarios de la nicaragüense Claribel Alegría: Voci (Samuele Editore, 2015), que se adjudicó el premio internacional Camaiore 2016, y Amore senza fine (Edizioni Fili d’Aquilone, 2018). Dirige la columna de poesía internacional en la revista italiana MINERVA.
Poemarios editados en español:
Máscara del delirio, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2006.
CosmoAgonía, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2007.
Tana Katana, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2009.
Equilibrista del olvido, Editorial Germinal, Costa Rica 2012.
Fotografía y semblanza proporcionads por la autora
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