Poesía de Vanna Andreini

Selección de Willy Gómez Migliaro 

Anda desbocado

por el cloroformado corredor

descalzo, blanco.

 

Aúllan los gatos

en el basurero de restos humanos

zigzaguea

 

cadde come corpo morto cade

cadde cadde

 

grita

el viento en el parque

amor ch´ a nullo amato amor perdona

 

llora

un cuerpo

un joven a quien sintió gemir

lasciate ogni speranza voi ch´entrate

 

recuerda

unos brazos estrechando su cintura

una boca abierta

per me si va nell´eterno dolore

 

odia

la sangre que quema

el cuerpo descarnado

per me si va tra la perduta gente

perdida y olvidada

infecta y desconsolada.

 

De: Bruciate/ quemadas

Siesta, marzo 1998

 

Última noche en Buenos aires

 

Una cicatriz blanca

le cruza el pecho

donante

apoyado sobre esta camilla

de metal

lo miro

su cabeza descansa

mientras lloro

y me pregunto por qué

no me negué

a mi hijo

 

última noche juntos

sin casa ya

esta no es mi patria

su cuerpo muerto

no es mi patria

no quiero flores secas

 

sólo llevo una foto

un cuaderno

una emigrante más

acorralada

por la urgencia del viaje

 

estoy perdiendo el recuerdo de su voz

todavía niña

la resurrección

la certeza

y este respirar asmático

que me acompaña.

 

De: Furias

Ediciones Belleza y Felicidas, septiembre 2003


IX.

 

El gusano luminoso que vive en nueva Zelanda, desliza por unas finísimas hebras una al lado de la otra una baba. La deja a distancias regulares, son gotitas y brillan como diamantes guardados en un oscuro cofre azul. Las hebras todas juntas y llenas de gotitas cuelgan del techo de una cueva, si entrara un poquito de viento las movería como esas cortinas chinas que venden en Belgrano. Quizás producirían una suave música de cuna. Las mariposas entran atraídas por el brillo de este rocío, vuelan hacia ellas y allí se quedan pegadas. Entonces el gusano baja por la hebra, se desliza sobre sus propias gotas pegajosas y se las come. Me gusta esta mezcla de belleza y repugnancia.

 

 

XII.

 

Un paisaje blanco. Hielo y más hielo. Témpanos por doquier, una espesa bruma color humo. Ningún olor, ninguna sensación de frío. Unos segundos, Luego un tenue viento me hace temblar, la bruma se va, como un tren, hacia la derecha. El paisaje helado se agiganta, ahora es hasta más vasto, es todo blanco todo mire por donde mire. Me doy vuelta, giro, apesadumbrada, hacia la izquierda. Comienzo a caminar, unas manchitas negras llaman mi atención, no tardo mucho. Ahora estoy entre ellos. Miles de gatitos recién nacidos, ciegos, pelados, mojados todavía por la placenta, acurrucados unos en otros, muertos. Las lágrimas bajan por mis mejillas son calentitas me gustan. La técnica es sacarlas de la cara antes que lleguen a las mandíbulas allí se enfrían y el contraste me produce escalofríos.

 

 

De: Monsterinc

Ediciones Vox, enero 2005

 

 


 

           VIII

 

Esta vez

salían de mi vagina 

las sirenas

sudorosas de buscar y buscar

sus miradas

cómplices

me dejaban sin palabras

y luego

chas chas chas

sus colas sobre mi vientre

paren paren paren

grité

empezaron a llorar

nada y luego

unas extrañas formas

salieron de sus bocas

llenaron todo

hasta dejarme sin aliento

sin aire.

 

Todavía sigo sin entender

lo que me dicen.

Todas las mañanas

me propongo retomar

el griego

pero he olvidado el método

para doblegar mi voluntad.

 

 

 

De: Sirenas en la cama

Ediciones Gog y Magog, septiembre 2008

 

 

 

          XXVIII

 

En mí

se apilan

bellas muertes:

paisajes verdes

cortejos fúnebres

recorriendo a paso de hombre

la imagen distanciada

del dolor

sólo una me acongoja

el amante al lado del chofer

con el zapato amado en la mano

los ojos secos

sobre la árida planicie calabresa

non ti muovere

deja que el dolor se mueva

por tu cuerpo

y pase de tus ojos

a tus piernas

de tu garganta

al puño de tu mano

que asesta el golpe

sobre la ventanilla

y el rojo de la sangre te reaviva

toro furioso

aquí estoy.

 

 

 

 

 

 

 

VIII

 

Un fantasma al amanecer

el padre que vaga

enloquecido

pidiendo venganza

una sombra

que perturba la mente

del hijo

que todo lo entorpece

el amor

la amistad

un fantasma ensombrecido

también vaga

por mis noches

mitad hombre

mitad mujer

yo soy el cuerpo

de su venganza

luchamos

salgo herida sistemáticamente.

 

XVI

Tu nombre

se ha disociado

de todas

mi María

mi amada

mi culto

soy yo

que sigo atada

y que quisiera

desesperadamente

renacer en tu cuerpo.

Poesía.

De: Salud familiar

El ojo del mármol, julio 2015

 

 

 

         Son dos

están pegadas

comparten

flujos sanguíneos

siamesas las llaman

como si vinieran de Siam

un país oriental desconocido

fantástico e inexistente

 

su nombre es uno

Siamesas

dos y una

se arroja al mar

nadan dos piernas

pero el aire que llega

a una boca

oxigena

a las dos

sin embargo

pesa

pesa

el doble

pesa

pesa

las emociones también

viajan por la sangre

deseo nadar

deseo morir

soy siamesa

en la lengua

españolitaliano

una boca

dos tonos

¿y la voz?

encapsulada en la sangre

 

se traduce sola 

se aloja

como células cancerígenas

y vuelve a salir

¿el microscopio la entiende?

establece su pathos:

la hermandad es

una percepción de justicia

familiar.

-----------

 

Acostada a su lado

tomo conciencia

de cuánto ha crecido

de lo largo que está

 

inmóvil busco 

el peso de su cuerpo

en mis brazos

busco la sensación del esfuerzo

al levantarlo del suelo

el cansancio sobre la espalda

 

sin embargo

no tengo recuerdo

del peso llevado

sólo su fantasma

acariciándome

cuando quiero

sólo quiero

volver el peso sobre mí

 

entonces imagino

a los prisioneros de los etruscos

cargando el muerto enemigo

sobre la espalda

entonces te imagino

escondida en la carreta

bajo cadáveres abuela

a la espera de ser

levantada en brazos

 

quizás

los cuerpos

guarden pesos fantasmas

dentro de sí

que se balancean

como los acentos de mi lengua madre

errando vagabundos

confundiendo los ritmos

las intensidades

cuando aparece el tono

sfaccettato

del vibrar

por amor.

 

 

 

----------

 

 

Hirundo rustica

Mettici una pietra sopra

su voz me envuelve

Mettici una pietra sopra

 

me gustan las piedras

que se llevan adentro.

 

Chelidonia

la buscaban en el vientre

de las golondrinas

blanca a manchas negras.

 

Lapilli hirondinum

la cazaban de noche

dormida

sus pequeños

desplumados

disecados

para mezclar la ceniza

de sus cráneos

con miel.

Ella

aterciopelada, suave

la cabeza ladeada

aún hermosa

era privada

de las pequeñas rocas

fabricadas en sus vuelos

por casa

por comida

por hierbas

para curar los diminutos ojos.

Volar y volar

sin tocar nuestro suelo

ahora

llevadas a la tierra

a desafiar el movimiento

ajeno

la epilepsia

a desafiar la ceguera

de nuestros ojos.

 

Chelidonia.

 

Una pietra punto e basta.

 

Me gustan las piedras

en los cuerpos

sobresaturación del sistema

que tiende a la cristalización

de mí

de mis desechos

vueltos

gemas resistentes

al fuego

de sus palabras

de su insistencia

clausurar

clausurar

obrero incansable

levanta un cúmulo

sobre mi cabeza.

 

Al ritmo de la sangre

fabrico mis tesoros

contra su ceguera.

 

 

De: Fatebenefratelli

Barnacle, marzo 2020

 

 

Poemas inéditos 2019 – 2020

 

 

 

22 febbraio 1932

                                                                                                                        (Casa penale di Turi)

 

Desde la cárcel

a un hijo

que aprendió

lejos de él

lejos del italiano

le escribe

sobre un erizo

un padre espinoso

subido a una rama

que balancea

con la fuerza de su cuerpo

al ritmo de la marea.

 

Desde la cárcel

a un hijo

que aprendió

lejos de él

lejos del italiano

le escribe

que las manzanas

de esa rama

caen y se clavan

sobre las púas

de la pequeña compañera

apostada

bajo el árbol.

 

La luna

abre entonces una nube

y él, erizo-padre, dirige sus  pasos

hacía sus pequeños hijos.

al centelleo de sus ojos

se les  reúnen, entonces

se ovilla

y en ese girar ciego

clava sus presas rojas

trasmite  vida.

 

Desde la cárcel

a un hijo

que aprendió

lejos de él

lejos del italiano

le escribe

nella sua lingua

sobre él

sobre unos muchachos

que salieron de entre la noche

se llevaron a la pequeña familia

se la repartieron.

 

Desde la cárcel

le escribe

sobre el padre erizo

viviendo

en su jardín

por muchos años.

 

A un hijo

lejos

le escribe

sobre ese erizo

que se acerca

a él muchacho.

 

Lejos del italiano

escribe

sobre la desaparición

de un pequeño

erizo padre.

 

 

 

 

 

Tengo un deseo

entre las piernas:

 

surco el cielo

 

dos alas tornasoladas

me salen de ahí

 

los brazos la cabeza

cuelgo del cielo de mis alas

 

solo mis pies

ven el horizonte anaranjado

 

buscan entre sus reflejos

lo sé

 

el claro

en el que apoyar mi cabeza

 

a desovar

tus palabras de amor.

 

 

 

 

Vanna Andreini (Padova, Italia, 1970). Es Licenciada en Letras (UBA), traductora y profesora de italiano. Ha publicado los libros: Bruciate/Quemadas (Editorial Siesta,) Monterinc (Ediciones Vox, obtuvo un subsidio de la Fundación Antorchas), Sirenas en la cama (Ediciones Gog y Magog), Salud Familiar (El ojo del Marmol, obtuvo una mención del Fondo Nacional de las Artes) y Fatebenefratelli (Barnacle).

 

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionados por Willy Gómez Migliaro.

 

 

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