AUTOPSIA DE UN VESTIDO
Aquí se las llevan,
las despedazan
o las devoran.
Aquí, al centro,
las sepultan
o las arrojan heridas,
no es suficiente
con su llaga en medio.
Aquí las levantan
y las explotan,
se las roban a gritos
como el calor
se mata con un golpe
de agua fría.
Aquí nadie regresa
por sus cuerpos,
es un viaje sin retorno
ir detrás de ellas.
Aquí se las bañan,
se las entregan,
y se las devuelven
con un muerto
muy vivo en el útero.
Aquí nadie quiere
hablar en su nombre;
también las borran,
las ultrajan
con machetazos
de olvido,
pero antes se la llevan,
luego las despedazan
ante los ojos del mundo
quien lame sus restos
como una bestia.
Aquí las marcan
con una cruz,
con un discurso,
con otra a la que raptan.
Aquí a todas les nace
un negro apellido,
un rigor mortis
en forma de cuerno
y no se puede decir
lo que pasa con ellas.
Tampoco aplauden su poesía,
su derecho al sol
o la forma
en que miraron la tarde.
Aquí las secuestran
de modos distintos:
las mutilan con lentitud
a pleno invierno,
a pleno verano,
ante los ojos del
padre, del novio
del esposo,
del hermano,
del hijo.
Aquí nos quema el ácido
que las destruye.
Aquí la voz,
aquí la súplica
de un mar
de pancartas.
Aquí lo urgente
y lo inútil
como un papalote
en la tormenta,
como moscas gordas
sobre los cadáveres.
ESQUIRLAS
Este hombre joven que me lleva de la mano
ha encendido un bosque en cada córnea
con fuegos diminutos en alguna parte de la flama
que azul sigue bailando para marear a la culpa,
a todas las palabras desvaneciéndose
en el aire cuyo aliento es un portal al milagro,
a los sueños del aire vagabundo
nacido en una ciudad lejana
cuando otro hombre me llevaba de la mano
y los arces se mecían
llamando al viento, se mecían
dibujando mi primer escalofrío.
El futuro era un gigante
En las nubes a ras de mi aventura.
Después, como si la noche y el encaje
de todos los deseos se multiplicara,
como si todas las lunas en jauría
saborearan mi miedo,
aprendí que cuando un hombre te lleva
de la mano, una hoguera
cada vez más sabia te desnuda.
EL PAÍS EXTRAÑO
Ven, están matando gente afuera.
Haremos de la sangre un recuerdo lejano.
Soy tu mujer imaginaria.
La golondrina de mi nuca es lo que resta
de las distancias antes de los frutos negados.
Te puedo hablar de lo que nunca sucede
con mi chistera en medio del terror y la pólvora.
Están matando gente afuera.
Deberías besarme y yo parar los juegos del granizo.
¿Quién va a salvarse de esta ceremonia oscura?,
¿con qué ojos sino los tuyos que alimentan
la conversación en Comala?
Sueño que vienes como el poeta que nada quería
más allá del adiós buscando
un país extraño y un río sucio.
Sueño que vienes, pero siguen matando gente afuera
y nos quedamos haciendo la vida al otro lado del ventanal.
Lo básico, eso te doy, flores ardiendo en la tormenta.
Mi mano si nos movemos entre cadáveres de niños.
Mi boca en tu mente que nos busca
igual que el náufrago a una bengala.
Alma Karla Sandoval. Poeta, periodista y docente. Obtuvo apoyos del FOECA y del FONCA en 1999 y 2001. En 2010 y 2018 se le concedió la Beca de Creadores e Intérpretes con trayectoria del PECDA. Premio Nacional de Periodismo, AMMPE, 2011, y los Juegos Florales de Cuernavaca, Morelos 2012, en cuento y novela corta. Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2013. Recibió, por su primera novela, el Premio Nacional de Narrativa Dolores Castro 2015; y el Premio Nacional de Poesía “Noble y Leal Ciudad de Tepic 2015”. Es Premio al Mérito Periodístico 2019 y ganó el Premio Nacional de Poesía María Elena Solórzano 2019, también el Premio de Obra Inédita, en la categoría de ensayo, del Fondo Editorial de la Secretaría de Turismo y Cultura de Morelos, 2019. Es miembro de Sistema Nacional de Creadores desde el 2020. Cuenta con más de veinte libros publicados. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, rumano, portugués y ruso.
Fotografías tomadas del perfil e Facebook de la autora.
Escribir comentario