1. En el año 2002 usted escribió un libro llamado Un caso llamado FK. ¿Qué representa y cómo ha repercutido para usted la literatura de Franz Kafka?
KAFKA ES FUNDAMENTAL, SU ESCRITURA CONTIENE ESA DOSIS DE MISTERIO, TRANSPARENCIA OSCURA, DUDA Y CERTIDUMBRE (la de la propia escritura, continua) desviación constante, centro gravitacional consistente, casi escritura que pidiera todo el tiempo auxilio, a quién (es lo que no se sabe) que a todo poeta interesa, no como modelo sino como luz translúcida que orienta; añado devoción que en Kafka es elemental, pese a su rechazo de la escritura.
En Kafka, y valga la diferencia. escritura es angustia, penar, casi un castigo, padecer: en mi caso con el tiempo la escritura pasa a ser tarea, algo que se hace y desaparece, un modo de llenar para vaciar la cabeza, especie de encogimiento de hombros, tirarse a la bartola escribiendo, y no sufrimiento: con toda franqueza, desde hace al menos tres décadas cuando escribo no padezco, no me angustio, apenas sé siquiera que escribo: soy cuidadoso sobre todo a la hora de corregir y guardar el texto, pero en cuanto lo corrijo jamás lo vuelvo a tocar, fue escrito, y continúo escribiendo lo mismo y sus variaciones.
Kafka, el muy zorro, pidió se quemara su obra, a mí jamás se me ocurriría tal cosa, si el deseo de destruirla fuera realmente fuerte la destruía yo mismo y no se lo pediría a un Max Brod que Kafka sabía jamás cumpliría el deseo del amigo. En mi caso deseé desde joven la perpetuación de mi poesía, que quedara en eso que llaman el acervo, al menos en mi lengua y nacionalidad; de nuevo y desde hace décadas me importa poco por no decir un pito que se preserve: y preservada, no es mi deseo que se relacione con un tipo llamado josé kozer, que murió en tal fecha, sitio, etc., ya que no veo mucha relación entre la persona y su escritura, la persona es en verdad efímera, la escritura de permanecer puede ser útil, ayudar a algún pobre diablo a vivir, y a algún académico a subir de escalafón universitario y contar con mejor sueldo, lo cual nunca viene mal.
Hace unos días un buen amigo publica un estudio en su blog y al final de su ensayo cita un par de versos de kozer, le mando un email para decirle que no los reconozco como míos, que son buenos versos pero no creo que sean míos, a lo que me responde, muerto de risa diciendo, pero josé si esos versos son por completo kozerianos, ¿no lo ves? Ya tajo el asunto diciéndole que no, pero que por supuesto se lo creo, el hecho es verificable, y que me alejo del tema ya que me parecieron buenos versos y eso me puede llevar a sentir que de ser versos míos soy un buen poeta y ya estoy cayendo en vanidad, la que Pound castigara diciéndole a todo poeta “pull down thy vanity/pull down thy vanity.”
Kafka, vida y obra, en particular el libro de Gustav Janouch (Conversaciones con Kafka) han sido un referente vivo y constante en mi propio trabajo: no sólo por haberle dedicado poemas que aparecen en Bajo este cien sino prosa en el libro aquí mencionado donde intento adaptar a Kafka a un contexto cubano que inevitablemente revierte en mí mismo, en función de lenguaje ajeno que convive con el español de Cuba, y un mundo propio y tropical por completo ajeno al mundo checo de Kafka con su escritura en alemán. Y por encima de todo, Kafka a un cierto nivel me parece paradigmático en cuanto ética y generosidad compleja y nada fácil de desentrañar, pero que sin duda tiene ese ideal que el judaísmo promueve y que consiste en dar, dádiva de Dios a los demás, y dar rectificando la propia existencia para generar bondad: Kafka y mi abuelo Katz son mis dos modelos de vida, sólo que Kafka sin su angustia, mi abuelo, un judío ortodoxo, sin su terror a la muerte, para mí de muchacho una contradicción que hasta la fecha no he podido justificar.
2. El primer libro que leyó a los diez años fue Robinson Crusoe de Daniel Defoe. ¿Cuál es el último libro que leyó? En este puente de lecturas que conforman ambos libros ¿qué autores, qué temas han sido los que más han influido en su poesía?
Estoy terminando de leer, alternando, Camino de perfección de Santa Teresa, relectura que confieso me decepciona un tanto: encuentro esta obra, sobre todo en comparación con su Vida y sus Moradas como débil intento de mantener una línea que no se salga de la ortodoxia impuesta por la Iglesia, y por otro lado, esta vez en la traducción al inglés Nine Talmudic Readings de Emmanuel Levinas, que me parece un libro admirable.
Ahora bien, lo de las influencias en mi caso es algo muy enmarañado, maraña de la que tengo una conciencia parcial, y un cierto guiño de ojo conmigo mismo. Salvo mis primeros momentos de escritura, donde evidente Lorca, Vallejo y Parra son influencias tal vez inevitables, a raíz de un cierto momento, algo indefinible, debo decir que todo cuanto leo me influye, ya que sólo leo amando lo que leo, interesado medularmente, y sin ese leer viciado que se realiza para conocer, escribir ensayos o estudios, lectura por el contrario puro gusto, jouissance.
Soy lector de libros ajenos, y cuanto leo en general se incorpora a mi escritura ya que leo para escribir y no para saber, mi visión por ende va por otro camino, el de suscitar poemas y no conocimiento. Resalto la etapa cuando leí sistemáticamente a Kafka, luego a Proust, luego a los poetas norteamericanos, desde Pound y Eliot hasta Olson o Louis Zukofsky o la aún bastante desconocida Lorine Niedecker. No hablo de influencias sino de una conversación entre poetas donde de repente surge el estímulo que yo acato, apenas reconozco pero acato y me lleva a dejar la lectura y ponerme a escribir; no a la manera digamos de Wallace Stevens sino estimulado por su trabajo.
Compadezco a todo futuro estudioso, de haberlos, de la poesía de Kozer porque al buscar influencias se encontrará que no es posible rastrearlas ya que todo lo que lo influye, el libro que lee o relee no es más que un instante que aparece y desaparece, deja huellas sutiles imposibles de rastrear en lo que en ese momento está escribiendo o vaya a escribir. Quizás esto lleve a algunos a reflexionar sobre la poca importancia que tiene para un escritor el tema de las influencias, y aquello de Bloom de la ansiedad de la influencia, idea de la cual me cachondeo hace años. Todo poeta que se considere está influido por sí mismo, caso contrario se vaya a cavar papas.
3. En su libro Una huella destartalada (Diarios) que publicó en 2003 puede leerse con fecha 3 de junio. Lunes, diez enunciados que usted escribió con afán de apotogemas. En el primer enunciado podemos leer: "Todas mis dificultades desaparecen en la dificultad de mis poemas". ¿Cómo interactúan el mundo real con el mundo poético?
Sencillo: al escribir un poema me entrego de lleno al momento de la escritura. Existe el poema, yo desaparezco por completo, su territorio me absorbe, no soy, apenas estoy, y ahí encuentro mi solaz, mi alejamiento del horror de la vida diaria, las noticias del día con sus asesinatos, guerras innecesarias, ideologías, bombazos, destrucción sistemática del planeta: nuestro hermoso planeta y sus paisajes en manos de cuatro “camajanes” que en su egoísmo absoluto sólo piensan en el Poder que es el dinero que es la indiferencia ante cualquier dolor o dificultad humana. Uno llega al punto del anarquismo, cosa que me parece otra idiotez ideológica, se puede evitar el anarquismo optando por vivir alejado del mundo, un poco a la manera budista del zen, y sin exagerar no caer en la trampa del contempti mundi o del desprecio del cuerpo, mas tampoco en el enfrentamiento constante con el Poder que, y es triste decirlo, apenas consigue librarnos del Poder. El ser humano nace y muere chueco.
4. De su libro de poemas, Anima, extraigo el siguiente fragmento: "Lector, estos poemas carecen de voluntad poética, se desconocen a sí mismos, proceden de un fuerte sentimiento de irrealidad relacionado con el hondo desconocimiento que su autor experimenta ante todas las cosas, y, sobre todo, las cosas relacionadas con su futuro". Después de 19 años de su publicación ¿qué significa para usted, Ánima? ¿cómo definiría un sentimiento de irrealidad?
No concibo en mí palabras más verdaderas que la que se citan en la pregunta. Nada de lo dicho ha cambiado para mí, todo sigue siendo tal cual, o como dice un bolero cubano: “el cuartico está igualito”.
Amo Ánima, libro de sesenta poemas escrito en sesenta días en un estado de trance cotidiano donde no se busca nada, no busco poesía ni hacerla, no pretendo que mis poemas sean notorios, ocupen un sitial, sirvan de trono, o muestren al poeta legislador del mundo, Shelley, o ese ser que Platón echa de su República. No pretendo nada. Escribo. Y así durante sesenta días, libre de mí, liberado del mundo, escribiendo como podría respirar, masticar, eructar, salir a caminar, conversar con Guadalupe, ver naderías en televisión, oír noticias, emberrenchinarme, irme a dormir.
En un poema titulado Centro de gravedad escribo al comienzo un verso que ha hecho correr algo de tinta en mi país, y (me) cito: “Mi Patria es la irrealidad”. Lo es porque vivo ajeno a una cierta retórica que pretende hacer de todo inefable soberanía patria, himno nacional, sociedad dedicada a la nación y su grandeza, America first, vaya mierda, mejor hubiera sido “todos first” pero para decirlo así hay que dejar de ser político y tener la vanidad de considerar lo propio como mejor y primero. Gusto en parte de los neobarrocos porque siempre he sentido que en vez de competir somos (al menos los que participamos de Medusario) Primus inter pares, y no Neruda mejor que Vallejo, Huidobro mejor que Neruda, Lezama superior a Baquero y demás irrealidades del lenguaje y del deseo que en su banalidad se ciega ante el otro, y la totalidad.
Un cierto afamado poeta una vez en Nueva York me agarra por el brazo y me detiene para decirme, José, ¿no crees que le gano a Vallejo por una nariz? Y yo: por favor, recuerda que eres ñato. Vaya berrinche que cogió conmigo.
Me siento a menudo irreal en el sentido de que toda clasificación o visión propia se me esfuma de inmediato, en cuanto la pienso como definición propia o de algo propio en un momento dato, la veo esfumarse: soy no siendo, estoy yendo hacia otro lugar y estancia donde me desvanezco, y ese camino hacia la muerte, esa irrealidad mayor, o tal vez menor, qué más me da, rige en mí todo sentimiento de tratar de permanecer, aquello que decía Baruj Spinoza, que el ser quiere permanecer en cuanto ser para mí se ha vuelto con el tiempo desenfado, lucha desdeñable, negative capability (Keats) aquello que hiciera de Shakespeare en vez de Shakespeare un Hamlet o un Otelo.
5. La poeta y narradora mexicana Angelina Muñiz-Huberman en su ensayo titulado La poética del exilio en José Kozer, publicado en el libro La voracidad grafómana: José Kozer, editado por la UNAM, escribe: "La poesía de José Kozer es de pérdidas y de recuperación armónica matizada por una dolorosa recreación de la memoria. Poesía entre lo cruel y lo cotidiano, el cinismo hiriente y una sacralización de la realidad". ¿Cómo ve esta definición de su poesía, y si tiene algo que agregar, qué agregaría?
Da en el clavo, poeta que mira a poeta con la generosa objetividad nada competitiva de Angelina Muñiz-Huberman ve con mayor precisión lo que a un estudioso puede llevarle mucho tiempo para acabar con no dar en el clavo.
Es verdadero lo que aquí se dice de mi trabajo, un quehacer artesanal que fluctúa en un mismo poema o entre poemas dialogando entre sí, de la ironía y el sarcasmo fuerte y hasta violento a la sacralidad de una búsqueda no religiosa sino espiritual que hasta la fecha me guía: aspiro a alcanzar esa o una espiritualidad, quizás egoísta, porque la imagen que más me atrae es la del monje solitario o la del padre con su exigua familia, en solitario, viviendo frugalmente y en la cima de la montaña. Me entristece decirlo pero no sólo no necesito estar en el mundo sino que prefiero y opto por soslayarlo. Me gusta la amistad, a la que soy fiel, como me gusta la monogamia en la que he vivido cuarenta y cinco años con Guadalupe, y ahora que nos hemos quedado solos cada día es un jolgorio, ya que convivimos en la risa, los juegos de pareja, los altercados nimios, el intercambio de palabras, las suyas cada vez más cubanas y las mías, españolas.
Más que cinismo diría ironía, no me siento ni en los poemas ni en mi actitud ante la vida como cínico, aunque sin duda mi sentido irónico de todo, tal vez defensivo, es algo en mí consciente en el sentido de que se hace consciente luego de ejercido. Corregiría lo de cruel ya que por igual ni encuentro crueldad en mis poemas ni mucho menos en mi vida. Me he entrenado a través de la práctica Zen a caminar impidiendo pisar a un insecto o alimaña, y a la vez a vivir sin herir a nadie ya que mi sensibilidad es de tal índole que herir me hiere, e hiriendo padezco tanto como la víctima y quizás más la herida que infligiría.
Soy un ser solitario, apenas ya salgo de casa, los días se me van desde una rutina que me da vida y salud, cuido el cuerpo, los ojos y el espíritu propios en lo que cabe, tomo devotamente a diario mis pastillas contra la tensión arterial y el colesterol, o para un principio de glaucoma que heredé de mis familiares, ya que procede de un nervio óptico agrandado, que es hereditario.
Uno, con cierta mala leche dijo de mí en una ocasión, Kozer es como el Papa, sólo recibe. Touchez.
6. Usted actualmente tiene 81 años. Desde su primer libro Padres y otras profesiones publicado en 1972 hasta Imago mundi publicado en 2019, ¿cuál sería el libro o libros que más lo han satisfecho?
Sin duda Carece de causa y Ánima, polos opuestos de escritura, el primero desgarrado, el segundo tranquilizado, el primero barroco y denso, de ardua lectura, el segundo suavizado, linear, más oriental en el fondo que el anterior. Carece es bíblico, Ánima cotidiano. Pero perdóneseme lo que voy a decir, espero no se tome a mal ni como vanidad de vanidades, me gustan todos mis libros, me gustan mis poemas, con sus defectos, fallos, desaciertos, me precio en no escribir poemas malos, intento no escribirlos, y en lo que es la actual poesía en lengua española veo tantas cosas buenas en todo el continente latinoamericano, Brasil incluido, y en una poesía joven española que veo sobre todo en la práctica de mujeres jóvenes, que me regocijo de ver que la fiesta continúa a pesar de todo el marasmo y bobería que llaman poesía los practicantes de Facebook.
José Kozer
25 de marzo 2021
José Kozer. Escritor cubano nacido en La Habana el 28 del marzo de 1940 pero radicado en los Estados Unidos desde 1960. Ha publicado más de cincuenta libros, la gran mayoría de poesía, aunque entre ellos también se encuentran diarios y narrativa. Se le ha clasificado dentro de la estética neobarroca. Ejerció durante tres décadas como profesor de literatura hispana en Queen College de New York. Radica en Hallandale, Florida. Sus padres eran judíos procedentes de Centro Europa.
Maestría y Doctorado en Literatura Luso-brasileña. Profesor universitario de Literatura. Ensayista, prosista. Director de la rev. Enlace. Beca Cintas (1964). Obtiene en el año 2013 el Premio Pablo Neruda
Hijo de padres judíos —padre polaco y madre checoslovaca— exiliados en La Habana durante las postrimerías de la década de 1920, José Kozer (La Habana, 1940) creció, como testimonia uno de sus poemas, escuchando balbucear "verbos de/ yiddish a español". Esto es, justo en ese espacio de lindes, donde ni siquiera el idioma materno se muestra estable o definido.
Luego de una niñez y primera juventud vividas también en las lindes: entre el castellano insular y la ascendencia judía-centroeuropea legada por los padres ("Yo me presento colérico y arrollador ante/ este libro anguloso,/ yo me presento como un rabino a bailar una/ polca soberana"), la familia Kozer se tiene que exiliar en 1960 nuevamente a raíz del triunfo de la "Revolución" cubana de 1959, esta vez en los Estados Unidos. Los padres y hermana se radicaron en Miami —con intervalo de unos pocos años en México—, y en el caso de José, en la ciudad de Nueva York.
Ya instalado en Nueva York, Kozer experimenta el choque con otra lengua (el inglés), y por ende la adaptación a otros códigos de convivencia, las mil y una labores para buscarse el pan, un primer matrimonio que fracasa, los hijos, un segundo matrimonio con Guadalupe (la esposa que lo acerca nuevamente al castellano), el oficio de profesor de literatura y lengua españolas en Queens College, la decisión de vivir para (en) los poemas.
De 1972 a 1999 alternaría la vida neoyorkina con estancias de verano en España, para entonces establecerse en Hallandale Beach (Florida), donde radica en la actualidad, y donde día a día hace un poema:
Ahí, desde mis cuarenta años de edad, y hasta la fecha, me comenzó a ocurrir: en lugar de buscar al poema, el poema me empezó a buscar a mí, y, digamos, en vez de ser yo su amanuense, el escritor de su escritura, pasé a ser su alfarero, el oficiante de su arcilla (Einstein repite varias veces en sus breves diarios: "Ahora la inspiración ha venido a mí").[i]
Como bien ha descrito el ensayista Carlos A. García en su artículo "Este puente hecho a base de juntar palabras", en el caso de Kozer "se trata de un poeta que, por hábito, enfermedad, juego y religión a un tiempo, a contrapelo de las supuestas lentitudes del oficio, vive en estado de constante creación o —como él mismo ha dicho— segregación de escritura, estallido diario en el poema"[ii].
Este multiculturalismo que marca la biografía de Kozer se inserta y repercute de manera determinante en su escritura poética. Este amplio espectro de ascendencia cultural: lo judío, lo centroeuropeo y lo cubano, todos con sus respectivas mixturas, y esta vasta amalgama de idiomas que se cruzan, yuxtaponen y confunden van a marcar decisivamente (tanto a niveles inconsciente como racional, emocional e intelectual) su poesía.
El tupido pasado genealógico resulta para Kozer uno de los móviles de sus poemas, su modo feliz y doloroso de inventarse una existencia, ya que para él esa genealogía es confusa, inestable, "mentirosa" como él mismo la nombra:
El pasado en mí es un vacío y ese vacío se convierte en lo que quisiera llamar una realidad mentirosa. Cierro los ojos, procuro verme y no veo absolutamente nada: cierro los ojos, procuro ver el lugar, La Habana, ver qué o quiénes me rodean: no veo. Lo que veo son palabras, veo aquello que invento en un momento presente. ¿Hay pasado? Hubo pasado, pero no sé si hay pasado, no sé si exista. Esa realidad mentirosa es compleja porque está hecha de planos superpuestos; esa realidad mentirosa contiene la realidad mentirosa de mi padre, la de los ocultamientos de mi madre, la del desconocimiento de quiénes fueron ellos, quiénes fueron mis abuelos, lo que vi y los que no vi (los que murieron en la vieja Europa). No los veo. Se trata de una realidad auditiva, se me cuentan cosas y esas cosas que se cuentan se perciben de una manera especial, a través de transformaciones intelectuales, emotivas. Hay toda una criba de la información que hace de lo real algo irreal, poético, y creo que a una edad temprana […][iii]
Para Kozer la genealogía familiar queda para siempre incompleta, dispersa y fragmentada en el campo de batalla de la memoria. Por ello, la memoria inventa. Le obsede al poeta remedar los pedazos dispersos, por lo que construye sobre la oquedad. Esta ausencia o presencia de confusiones (laberinto genealógico, embrollos y palimpsestos idiomáticos) devendrán catarsis en Kozer a través de sus poemas. Esta ausencia llevará al poeta a edificar un universo que rivalice con el mundo, con el Todo. Pero esa rivalidad en su poesía irá desde el microcosmos (el hogar, la familia, la infancia, el país natal) hasta el macrocosmos (la literatura, otras culturas y saberes, el exilio, el idioma mismo), y viceversa.
Debido a este afán belicoso (desde un punto de vista artístico), derivado de esos vacíos vitales, la poesía de Kozer se sostiene en un operar barroquizante, o, como el mismo poeta y la crítica han rotulado, en una estética neobarroca. Esto es, en palabras del propio Kozer, un quehacer literario sostenido en un "lenguaje hendidura, cicatriz; lenguaje orificio, por el que salen expelidas las palabras, renovadas, fétidas, insolentes, desesperadas"[iv].
En el "Prólogo" a la primera edición (1954) de Historia universal de la infamia, Jorge Luis Borges, con su mordacidad característica, dijo que el "barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura". La poesía de Kozer echa por tierra la sentenciosa frase de Borges, ya que su concepción barroca de la poesía no parte de un agotamiento, sino de una oquedad, de un vaciamiento. El neobarroco kozeriano es una necesidad expresiva, y no estilo impuesto.
Algunas obras
Padres y otras profesiones. Nueva York. Ed. Villa Miseria. 33 págs. 1972.
Por la libre. Nueva York. Ed. Bayú-Menoráh. 104 págs. 1973.
Este judío de números y letras. Tenerife. Canarias. Ed. Católica. Ed. Nuestro Arte. 43 págs. 1975.
Y así tomaron posesión en las ciudades. Ámbito Literario. Barcelona. 113 págs. 1978.
Jarrón De Las Abreviaturas. México. Ed. Premiá. Sa. 56 págs. 1980.
La rueca de los semblantes. León (España). Ed. Instituto Fray Bernardino De Sahagún. 70 págs. 1980.
Bajo este cien. México. FCE. 140 págs. 1983.
La garza sin sombras. Barcelona. Ed. llibres del Mall (Serie Ibérica). 160 págs. 1985.
El carillón de los muertos. Buenos Aires. Ed. Último Reino. 75 págs. 1987.
Carece de causa. Buenos Aires. Ed. Último Reino. 156 Págs. 1988.
De donde oscilan los seres en sus proporciones. Tenerife (Canarias). H.A. Editor. 84 págs. 1990.
Et mutabile. Xalapa, Veracruz. Ed. Graffiti. 65 págs. 1995.
Réplicas. Selección y prólogo de Víctor Fowler. Matanzas, Cuba. Ed. Vigía. Colección del Estero. 45 págs. 1997.
La Maquinaria Ilimitada. México. Ed. Sin nombre. 60 págs. 1998.
Rosa cúbica. Buenos Aires. Ed. Tse Tsé. 30 págs. 2002
La voracidad grafómana: José Kozer. Edición de Jacobo Sefamí. México Df. Facultad de Filosofía y Letras de la Unam. Colección Paideia.. 447. págs. 2002.
Ánima. México DF. México. FCE. 161 págs. 2002
Un caso llamado FK. México DF. México. Ed. Sin nombre. 37 págs. 2002.
Biografía tomada de la página Cubanos Famosos.
Fotografía extraída de la página Talleres de escritura en español Writing Workshops in Spanish.
Hugo De Mendoza (Guadalajara, México, 1976). Es poeta y editor. En 2002 fundó el colectivo Literagen. En 2009 editó la revista de crítica literaria El Golem. Ha publicado los libros de poemas Danzar del Agua (2009) y 34 Episodios de Piscis (2010). Ha impartido talleres de creación literaria en escuelas secundarias. Algunos de sus poemas han sido traducidos al portugués y al inglés. Coordinó los ciclos de Crítica de la poesía y narrativa en México y dirige el encuentro de poetas Vértice en el Tiempo. Es director editorial de la Revista de literatura El Golem.
Semblanza y fotografía proporcionadas por Hugo de Mendoza.
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