¿En qué rincón de tu alcoba, ante qué espejo,
tras qué olvidado frasco de jarabe,
hiciste tu pacto?
Cumplida la tregua de años, de meses,
de semanas de asfixia,
de interminables días del verano
vividos entre gruesos edredones,
buscando, llamando, rescatando,
la semilla intacta del tiempo,
construyendo un laberinto perdurable
donde el hábito pierde su especial energía,
su voraz exterminio;
la muerte acecha a los pies de tu cama,
labrando en tu rostro milenario
la máscara letal de tu agonía.
Se pega a tu oscuro pelo de rabino,
cava el pozo febril de tus ojeras
y algo de seca flor, de tenue ceniza volcánica,
de lavado vendaje de mendigo,
extiende por tu cuerpo
como un leve sudario de otro mundo
o un borroso sello que perdura.
Ahora le ves erguirse, venir hacia ti,
herirte en el pecho malamente
y pides a Céleste que abra las ventanas
donde el otoño golpea como una bestia herida.
Pero ella no te oye ya, no te comprende,
e inútilmente acude con presurosos dedos de hilandera
para abrir aún más las llaves del oxígeno
y pasarte un poco el aire que te esquiva
y aliviar tu estertor de supliciado
Monsieur Marcel ne se rend compte de rien,
explica a tus amigos
que escépticos preguntan por tus males
y la llamas con el ronco ahogo del que inhala
el último aliento de su vida.
Tiendes tus manos al seco vacío del mundo,
rasgas la piel de tu garganta,
saltan tus dulces ojos de otros días
y por última vez tu pecho se alza
en un violento esfuerzo por librarse
del peso de la losa que te espera.
El silencio se hace en tus dominios,
mientras te precipitas vertiginosamente
hacia el nostálgico limbo donde habitan,
a la orilla del tiempo, tus criaturas.
Vagas sombras cruzan por tu rostro
a medida que ganas a la muerte
una nueva porción de tus asuntos
y, borrando el desorden de una larga agonía,
surgen tus facciones de astuto cazador babilónico,
emergen del fondo de las aguas funerales
para mostrar al mundo
la fértil permanencia de tu sueño,
la ruina del tiempo y las costumbres
en la frágil materia de los años.
Poema tomado del libro Summa de Maqroll, El Gaviero, (Poesía reunida 1948-1988),
Editado por el Fondo de Cultura Económica en 1990, México.
Álvaro Mutis nació en Bogotá, Colombia, el 25 de agosto de 1923; muere en la Ciudad de México, el 22 de septiembre de 2013. Poeta y narrador. Radicó en México desde 1956. Estudió Literatura en Bogotá, con Eduardo Carranza. Su obra ha sido traducida al francés, alemán, italiano, holandés, turco, griego, hebreo, portugués e inglés. Miembro del SNCA desde 1994. Premio Nacional de Poesía en Colombia 1983. Premio Los Abriles 1985 por Los emisarios. Premio Xavier Villaurrutia 1988 por La muerte del estratega e Ilona llega con la lluvia. Doctor honoris causa 1988 por la Universidad del Valle, Colombia. Orden del Águila Azteca de México, en el grado de Comendador, 1988. Premio Médicis a la mejor novela extranjera 1989, Francia. Oficial de la Orden de las Artes y las Letras, en grado de Caballero, 1989, Gobierno de Francia. Premio Internacional Nonino 1990, Italia. X Premio del Instituto Italo-Latino Americano de Roma 1992 por La nieve del almirante. Premio Caillois 1993, Francia. Gran Cruz Alfonso X el Sabio 1996, España. Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1997. Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1997. Premio Cervantes 2001. Premio Internacional Neustadt de Literatura en 2002
Fuente de la semblanza: Enciclopedia de la Literatura en México
Fuente de la fotografía: Página La Mansión del Gaviero
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