Ensayo sobre José Lezama Lima

 

     Para llegar a una pura, legítima aprehensión -no intelección- de un problema de creación o recreación, digamos poético, es necesario <<a priori>> una total desnudez de emociones propias para poder entregarnos, abandonarnos-bogar-con sutil ductilidad por las corrientes vivas, al omnímodo albedrío del poema.

 

     Siempre nos ha rechinado, nos hemos sublevado ante la frase <<no entiendo esto o aquello>> refiriéndose a materia poética. Como si se tratase de un aserto o verdad filosófica. En filosofía-podría estar bien no decirlo- ya sabemos el papel tan primordial y pleno que juega la verdad en sus varios planos, cuyo órgano de capacitación es el entendimiento, algo así como el espejo de aquella. En poesía nada de esto ocurre. La poesía es a manera del fluído eléctrico, sentimos en nuestro sistema de hilos emocionales sus sacudidas y temblores, no es verdad, ni su esencia. Para la verdad filosófica tenemos inteligencia. Para la verdad- o la mentira- poética tenemos sensibilidad… y al que carece de ésta-pobrecillo-que no hable de poesía. <<Inteligencia y sensibilidad, nos confirma J. Larrea, son enemigos, pero no en el tiempo, ni en el espacio, sino en cada interior humano donde únicamente existen.>>

 

     Si a la fe inicial, como preparación, además del influjo de la gracia, se llega por la acción, campo de la voluntad, libre del Albedrío, no de otra manera a la poesía se llega por iluminación, pasión y entusiasmo.

 

     Al poema hay que entregarse con todas las velas dóciles y sin reservas a la voluntad de sus aires, vuelos, que empujan hacia su entendida y secreta estrella <<del entresueño amable y ávido país.>>

 

     J. H. Chesterton, el gran ensayista y poeta de la <<Batalla de Lepanto>> a nuestro propósito dice: aceptarlo todo es un ejercicio y robustece; entenderlo todo es una coerción, y fatiga.

 

      Y a hora al acercarnos a nuestro fin y propósito de estas letras o notas alrededor del culto e impetuoso poema <<Muerte de Narciso>> de José Lezama Lima, sin más timbres, a los que tenemos la gracia tan cercana de conocerle, que no los necesita, y a los que no le conocen, que lo conozcan, y si no peor para ellos; nota más que crítica, no somos críticos, eufórica, somos apasionados, entusiastas, no alcorzará mucho el camino. C. G. Jung al decirnos: que es completamente lógico que el poeta vuelva a la figura mitológica (o por lo menos a la pseudo-historia), a fin de encontrarle a su experiencia una expresión adecuada. Ya en la inicial, el génesis mismo del poema de Lezama cumple a maravilla esta lógica poética de Jung.

 

     Con una hermosa imagen, concentrada, apretada-como puño que cela preciosos tesoros- nos inicia en el poema, transportándonos en magnífico salto lírico al estado poético-descentrándonos de lo real- a su país de creación, fantástico país de fábula y mitología

 

 

 

Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo, tal su primer verso.

 

 

 

     Aquí como en las fábulas <<que nos contaban cuando niños>> donde toda personificación, toda concreción parece tan posible y natural, la imagen, la personificación y acción nos da la sensación natural de lo maravilloso, fabuloso. Tan maravilloso naturalizado a nuestros incipientes oídos como cuando nos decían: <<Allá en un lejano país había un hermoso jardín que tenía un árbol, que producía manzanas de oro. O el del príncipe que muerto por sus hermanos y convertido en fuente reveló a su padre el rey su metamórfosis, en la canción de la flor de Lili-la>>. Este poder mágico tiene el verso inicial de la Muerte de Narciso. Nos produce un ambiente de sueños de oro, como en nuestra primera edad que ablanda y ductiliza nuestros estratos más infinitos, preparando nuestras facultades para todo lo místico y sorprendente. Tan frecuente y variado en el poema de Lezama, como esas familias verdes y exuberantes archipiélagos ceñidos por rizadas valonas de espuma, como los cuellos tan amados del Greco.

 

     Verso también que da en lo redondo, en lo pleno, graciosa flecha que acierta en el blanco puro de lo bello extático y clásico mejor es:

 

 

 

La perfección que muere de rodillas.

 

 

 

     O estos dinámicos, plásticas, que animan y recorren encendidos acentos de tragedia:

 

 

 

En chillido sin fin se abría la floresta

 

al airado redoble en flecha y muerte.

 

 

 

     Además de esto, Lezama tachona su poema con mórbidos y sutiles hallazgos, eufemismos de preciosista, que tienen dentro del poema su aislado sistema de belleza y sugestión. Sus metáforas sustantivas desligadas, consiguen matices emocionales del más puro y acendrado metal. Subrayemos,

 

 

 

  …la frente que se abría en loto húmedo

 

…El espejo se olvida del sonido y de la noche

 

y su puerta al cambiante pontífice entreabre.

 

 

 

     Precioso eufemismo este de llamarle al viento <<cambiante pontífice.>>

 

 

 

…El río en la suma de sus ojos anunciaba

 

lo que pesa la luna en sus espaldas y el aliento que en halo convertía.

 

…Como se derrama la ausencia en la flecha que se aísla

 

 y como la fresa respira hilando su cristal.

 

                                                                              Laberinto y halago

 

le recorre junto a la fuente que humedece el sueño

 

…¿Ya se siente temblar el pájaro en mano terrenal?

 

 

 

     Secreta pregunta. Hondo, místico sentido, gozo tal vez de la gracia, en el temblor del pájaro de la poesía, cuyo destino tan angélico, por fuerza está regido por mano tan terrenal y caída desde la tragedia original de la manzana.

 

 

 

…Los donceles trabajan en las nueces y el surtidor de frente a su sonido

 

en la llama fabrica sus raíces y su mansión de gritos soterrados.

 

 

 

     Cuantas dulces sugerencias y halagos sensitivos nos traen estos versos. ¡Los donceles trabajan en las nueces! Hasta ahora no habíamos señalado -ni lo pretendíamos- fuentes, puntos de contacto con otros poetas. Aquí nos apremia y salta uno, Don Luis de Góngora y Argote, con quien Lezama tiene más contacto, por la desligada y lujosa-gulosa, lasciva-ornamentación de la metáfora, por esa constante y dulce huida del nombre, reduciendo a veces las cosas a una pura ecuación de color y acento, o como nos dice <<Concha de sonido>>, por el frenético aliento <<raudo torbellino>> con que empuja, deforma y retuerce las imágenes, buscando y rebuscando sus más polifórmicas variaciones, tal un cubista, un fauve como decían los franceses. ¿No parece que nos pinta-ya sabemos lo amante y estudioso que es Lezama de la pintura- un cuadro cubista en esos versos,

 

 

 

Ya el otoño recorre las islas no cuidadas, guarnecidas

 

islas y aislada paloma muda entre dos hojas enterradas.

 

 

 

     Mas ¿para qué y cómo poder glosar, Dios mío, estos versos:

 

 

 

…Orientales cestillos cuelan agua de luna.

 

…el secreto es geranio convertido.

 

…Mas esforzado pino ya columna de humo tan aguado

 

que canario es aguja y surtidor en viento destrizado.

 

 

 

     de tan sutil y delicada lírica, de tan pura ascendente armonía?

 

     Quédense ahí en su inefable éxtasis, en su indefinible e ilustre belleza.

 

     Hagamos también una leve ilusión a otra maestra y lograda imagen, cuando condensa en la palabra <<ciervo>>, esa edad inicial de la juventud, tan sacudida de primitivos y soterrados temblores, hondas soledades, sobresaltos, sorpresa y eléctricas fugas o esas eclosiones de alegrías e ilusiones <<en bosques rosados>>

 

 

 

…huidos los donceles en sus ciervos de hastío, en sus bosques rosados.

 

 

 

     Y aquí damos fin a estas consideraciones breves de la <<Muerte de Narciso>>, que tal vez sea en Cuba el más alto y atrevido intento de llevar la poesía a su desligamiento y región sustantiva y absoluta en virtud y gracia de esa esencial y mágica deidad de la metáfora, de acuerdo con la definitiva frase de Ortega y Gasset, cuando dice, que la poesía es hoy el álgebra superior de las metáforas.

 

 

 

 

 

Ángel Gaztelu

 

 

 

Octubre de 1937

 

 

 

 

 

Este ensayo fue tomado de la revista Verbum, año 1, número 3, noviembre de 1937

 

 

 

ÁNGEL GAZTELU (1914-2003) Nacido en Navarra, llegó a Cuba en 1927 y se ordenó como sacerdote en 1938. Fue amigo de José Lezama Lima y estuvo vinculado al grupo Orígenes. Su poesía conserva un gusto por las formas clásicas, al tiempo que revela un alto grado de sensibilidad por la naturaleza, y la comunicación con la divinidad. Colaboró en las revistas fundadas por Lezama. Publicó Poemas (1940) y Gradual de laudes (1955).

 

 

Semblanza tomada del libro Gradual de Laúdes.

Fotografía fue tomada de Editorial Verbum.

 

 

 

 

 

José Lezama Lima. Nace el 19 de diciembre de 1910 en el Campamento de Columbia, en las proximidades de La Habana, donde su padre era coronel. Ya en la capital, participa en los alzamientos estudiantiles contra la dictadura de Machado y se matricula en Derecho. Desde 1929 hasta su muerte, vivirá primero con su anciana madre y, más tarde, con su esposa en una casa de la parte vieja de la ciudad, tolerado a duras penas por el régimen, y sólo abandonará la isla durante dos breves estancias en México y Jamaica. Poeta, ensayista y novelista, patriarca invisible de las letras cubanas, desde 1944 hasta 1957. Fundó la revista Verbum y estuvo al frente de Orígenes, la más importante de las revistas cubanas de literatura. Obeso y asmático desde la infancia, muere el 9 de agosto de 1976.

 

 

 

Semblanza tomada de la editorial Era.

 

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