CEDRO DESNUDO
Tiempo de verano, brumoso, nuboso de luz
y contra el fondo del cielo este cedro
muestra la nervadura de sus ramas,
desde la robusta hasta la elevada en la cumbre
aguda vara.
Ninguna hoja, sólo corteza de hondos surcos
y cuerpo en codos, torsiones, curvaturas,
crecimientos irregulares, formas entreveradas
y erizas y en sus puntas pájaros pequeños
y fuertes, que luego revolotean
y tornan a pararse en otra altura
como buscando algo con la mirada.
Cedro desnudo, fiel a su estación,
en humildad perfecta, sin quejarse.
Abrazado por la luz exterior del estío,
despojado de follaje, vivo,
espera marrón oscuro -nudo
de lo alto y de lo bajo- resplandecer
desde su interior leñoso. Palo desnudo.
ENTRAR AL AGUA
Tú que procedes de una muerte antigua,
eres hombre de fingimientos, un comediante
en apariencias que no son tu verdadero ser,
pues donde estuviste nadie percibió tu realidad invisible,
sino sólo la natural. Allí ningún rito
espiritualizaba las cosas de este mundo.
Pero aquí cuando entras al agua a hundirte en el abismo,
la palpas, ves y escuchas. Te traspasa,
conoces su esencia sensorial
y algo más que el agua en el agua te envuelve
y luego de ser amortajado,
sales de tu propio Jordán,
sales con el universo entero que tu materia neumática
y tu espíritu material contiene, a plena vida.
Ahora esta agua es más que agua y tú eres más que tú,
luego de un proceso de energía
y unas palabras de certeza -nombres de fuerza-
que santifican todas las cosas en ti.
SACRAMENTALIDAD DE LA HORA
En esta hora negra de tiniebla densa,
mientras estoy desconcertado,
mis falsos compañeros
y quienes me adversan saben a dónde ir
y tienden trampas a mis indecisos pasos.
Sin ser de los grandes de este mundo,
sino la llanura misma, ahora cesa mi extrañamiento,
¿por qué estas gentes traman planes contra mí?
Ah todos han caído en la segunda tentación de El Oscuro.
Para volver a mi integridad
me retiro. Si hago como ellos, nada habrá cambiado.
Hay -desierto o montaña- una estrategia infusa.
Algunos de entre mí ya la han percibido.
Es práctica. Y ninguno dirá es mía,
sino ella misma con nosotros. Unas palabras
que transustancian el tiempo. Las recitamos,
esto es, vivimos lo que decimos.
Fuera de esto es el rechinar de dientes.
COLIBRÍ
El pajarito más chiquito, volador
y volátil llama de seda verde
o de fuego mullido y limón, con su pico largo
para llegar muy adentro del cáliz, con alas invisibles
y detenciones y deslizamientos en el aire,
que no me dejan fijar su oro y su turquesa y escarlata,
el tornasol o la iridiscencia de poder navegar
contra el viento, aquí y allá
con el néctar, que es su vino y su pan.
Cuerpo místico aéreo, el mismo del agua,
del polvo y de los astros,
sin la enemistad de la caducidad,
viene de nido roto y detenidas alas,
de plumas dispersas de un cuerpo antiguo,
mínimo y desgranado, pero ahora
encendido por lo alto, tan cerca que lo puedo tocar,
lo reconozco (Señor mío y Dios mío) por el modo
de pararse en el aire. Ah, cuerpo sutil,
entrecruza el patio y lo ilumina todo, fulgurando.
Mientras fijo en él la vista no tritura mis ojos.
Ojos sin velo para vernos uno.
PALABRAS TRANSFIGURADAS
El hombre unificado no dice nombres de flores
en sentimentalismos melosos para impresionar.
Mejor se queda callado. Nada de vocablos vanos.
Frases cortas sí, directas y prácticas y necesarias,
procedentes en todos los casos o situaciones
de una conexión entre el corazón, que contiene el alma
y el Alto Alto Alto a quien se elevan los ojos, después
de disponernos sin fanfarria ni abracadabra
como destinatarios de la maravilla, en actos comunes.
Decir “Talitá kum”. Y “Lázaro duerme”. O “¡Lázaro, sal fuera!”
¿Quién dice que no se pronuncian palabras así todavía?
La Gracia encarna en palabras sencillas
y poderosas de quienes saben que la vida es rito
para ver la gloria por cada gesto, acento, sílaba, voz.
¡Oh! Ya antes dio de comer a cinco mil,
ahora construye una nueva ciudad, libre y compasiva
y no cesa de admirarme al final de esta ceremonia,
la exactitud del poema, gracias a la Gracia sin fin.
HENDIJA
Una vibración de mariposas
a través de la transparencia entre tallos y flores,
alegran -luz indeclinable del mediodía-
la libertad del espacio donde nada parece sufrir
ni ser herido ni ensombrecido por el morir
o por el hastío si las atractivas maneras
de la plenitud inagotable diseñan
colores, sonidos y silencio nunca vistos ni oídos,
porque otro modo de ser elegante y diverso,
grácil de gesto, de acto y de verdad, traspasa
sin fricción alguna, estructuras arquitectónicas
que ninguna civilización ha conocido.
Y esto sólo fue avistado por una rendija
en un abrir y cerrar de párpados,
porque lo inimaginable de continuo,
lo que ni siquiera hemos soñado,
eso, por supuesto ya no lo pudimos ver.
FRAGMENTOS
Hay momentos en que experimento una sensación feliz.
No sé si antes la he vivido, de chico o de joven
o de hombre maduro y tenerla ahora
únicamente aviva lo que fue alguna vez dichoso.
Esto me sucede, no digo yo todos los días
pero sí una que otra vez. Algo se abre para mí
o de mí para este aire corriendo suave, sin aviso,
esta luz que vierte un fragmento de la tarde,
un canto fino y lejano de pájaro, que desconozco,
un cierto olor despercudido, que tiene el color
de la soledad en el jardín. El silencio sobre la mesa
vacía. Claro, todas estas cosas están aquí
en el mundo, pero en el evento fugacísimo de ellas
accedo a un lugar pleno, indecible y bienaventurado.
BÚSQUEDA
¿Qué busco en las profundidades de mi corazón?
Introduzco mi curiosidad en un arcón
de donde saco, pensamientos buenos en los que
se ocultan réprobos, imágenes distractoras,
memorias como objetos viejos de épocas indiferentes,
actos malos por los que hice daños, que me acusan,
un constante año de gracia, perdonando,
imaginaciones escapistas para desistir
de esta sobriedad, vigilante y discriminadora de lo malo
y dejar de resonar el nombre que alegra a los ángeles
y despeja el aire del humo tóxico de las falsas doctrinas.
Cuando este cofre va quedando vacío
y mis manos escudriñan sus ángulos polvosos,
que alimentan sueños,
me pregunto qué busco. Y entonces me detengo
y descanso. Y en este reposo, el vacío
me hace saber, que no busco, sino que he llegado
allí para ser encontrado y cambiado de sombrío
a claro, de pesado y sólido a sutil y penetrante,
y a ver el esplendor del reino en mi propio Tabor
y a mí mismo levantado plegando mi sudario
y dejándolo aparte, ¿quién me reconocerá?
CONTEMPLATIVO
Soy un hombre común y mi carisma no me hace santo.
Mi único oficio de escribir poemas tampoco retribuye
al espíritu y al cuerpo que soy
y la frase revelada por el Padre a Simón pescador
y la otra, gritada por un ciego al Hijo cerca de Jericó,
juntas, en ese orden, las recuerdo con frecuencia
sin que igual suceda nada cuando callo.
El miedo a la cruz siempre me punza
pese a cargar a diario su madera.
Y también persisto en la actitud de orar
aunque no lo haga, porque creo que el Santo
va conmigo unido sin parecerlo,
sin verlo ni oírlo ni olerlo ni sentirlo como si no fuera,
siendo que es en todo. No busco ni pido ni espero
nada que pasme ni portento ni deslumbre sabio.
Cada día me abajo entre perdido e ignaro
y cuando nada tengo y más quieren callarme, creo más.
En esa inasistencia, de sí mandará a por mis ojos ciegos.
RETRATO DEL DICTADOR
Vivir en lo que parece verdad, en la mentira,
te hace hijo de un asesino antiguo,
porque como un parásito te empeñás en destruirnos
prohijando la carencia de nuestro ser. Sos
el gran simulador. Te mimetizás en aquello que destruís
y te envolvés de sombra en misas negras,
buscando a quien llevar al no ser.
Ya no sos lo que fuiste, sos una trampa
de muerte. Perdiste la verdad profunda en vos
pues no sólo dejás de ser, sino que arrastrás a otros
a no ser más el diseño del lamparero,
no a causa de una falta legal o moral de tu debilidad,
sino al adulterar de raíz como fuiste hecho: Sos
la estridencia, la anti eufonía, la batuta de las desafinaciones.
Por eso cuanto hacés no tiene nombre,
porque vos no tenés nombre, tu sigla es un número.
La libertad tuya es cadena. Estás atrapado en vos mismo
y ciego, porque querés vivir a expensas de la santidad
impresa en el pueblo por las manos del Santo Santo Santo.
Ser falso te hace perverso, sentado en tu idea arrogante:
el poder absoluto. Sos un error de muerte. Todo lo que hacés
es verte como un dios y esta visión te ha vuelto loco.
Para decir cómo sos he descrito al Diablo.
SIN CONSIGNA
Sólo con el alma, con lo más profundo,
con la esencia de lo que somos.
Sólo con el impulso en su más noble expresión,
con el pálpito, el pecho y la respiración.
Sólo con lo que sabemos verdadero en nosotros,
con lo que nos pone en la senda de los humildes,
con el anhelo, con el llamado, con lo entrevisto.
Sólo con el desapego que nos lleva a lo simple,
con los brazos hechos para el abrazo,
con el propio y el ajeno corazón dolidos
y en algún momento fortalecidos para seguir
con la pulsación de la sangre recordada,
con el camino recorrido y el aire volado,
con el agua traspasada y el fuego quemado.
Sólo con la vida que vamos a vivir
y la muerte que vamos a vencer.
Sólo con los que han salido de Ur de Caldea
y de Egipto y los que resisten
al injusto y al malo. Sin consigna
ni clave, sólo con Dios a quien no vemos
y con el pueblo a quien vemos. Sólo nosotros,
con el sombrero y los pies, de viaje hasta el horizonte.
Fanor Téllez, Masaya, Nicaragua, 1944. Su padre era de origen leonés, pero nacido en Masaya y educado en las ideas de la revolución liberal de 1893 de José Santos Zelaya, pensamiento que lo orientó hasta su muerte, y su madre, también de familia liberal, nació en Masaya. Notable poeta de la generación de los años sesenta, estudió Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) en León. A finales del año 1981, Téllez viajó a Venezuela donde permaneció hasta 1990. Hizo estudios de Maestría en literatura latinoamericana contemporánea en la Universidad Simón Bolívar de Caracas. Actualmente vive en Managua.
Libros publicados
Donde no eres más la lejanía, Editorial Tierra Nueva, Managua, Nicaragua, febrero, 2014
La maravilla de saberte un ser, Editorial Zorrillo, Managua, Nicaragua, 2013
Días del hombre, Edición Centro Nicaragüense de Escritores, Managua, 2001
Oficio de amarte, Edición Centro Nicaragüense de Escritores, Managua, 1999
Boca del vino, Edición del Instituto de Cultura, Managua, Nicaragua, 1998
El pie sobre el camino, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, diciembre, 1996
Edad diversa, Fondo Editorial Banco Central de Nicaragua, Managua, 1993
El don afluente, Editorial Universitaria de la UNAN, León, Nicaragua, junio, 1977
El sitial de la vigilia, Editorial Hospicio, León, Nicaragua, noviembre, 1975
Los bienes del peregrino, Editorial Hospicio, León, Nicaragua, junio, 1974
La vida hurtada, Editorial Nicaragüense, Masaya Nicaragua, agosto, 1973
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