Motemei
al atardecer, casi todos los días,
no recuerdo cuando no pasaba,
oíamos ese grito que en verdad
era como un canto —motemei,
motemei calientito, motemeee
eeeeeí, motemeiiiiiií calientiiito,
pelao el motemeeeiiiiiiiiiiiií—
y nos parábamos de la mesa y
dejando las tareas corríamos
a la puerta, la madre salía feliz
de la cocina chauchera en mano
y el hombre destapaba la olla
y medía en tazas el pedido,
ese aroma vapotoso todavía
lo tengo metido, tanto como
la forma preciosa de esos granos
que se iban derechito a una sopa
o a acompañar un pedazo
de carne al jugo con papas dorada
Bicicleta
mi primera bicicleta
fue azulina, pequeña
y usada, nuestro padre
nos llevó a la plaza
del frente, tendríamos
alrededor de cinco
y seis años, su método
era simple y efectivo,
arriba, los pies
en los pedales, su mano
en el sillín y un leve
empujoncito, y de ahí
nunca más sentí miedo
de lanzarme a las fauces
del mundo sin lecciones previas
Día de familia
con el primo Luis Marcos
nos emborrachamos
con menos de diez años
a puros conchos de vino
y cerveza y algo de fruta
de una sangría, mientras
los grandes celebraban
el santo del abuelo
y que era el día sagrado
de la familia, ya tres
generaciones llevando
su nombre de pila, yo
no la continué con ninguno,
de eso doy fe, pero también
de que jamás volví a sentir
una felicidad como la de aquella
tarde noche en su casa gigante
Tué tué
lo vi saltar desde la copa
alta de un árbol, de noche
en un bosque perdido
mientras los guías
de la colonia de ferrocarriles,
a las que íbamos cada año,
nos habían tendido
una trampa, nos llevaron
allí para hacer una caminata
y en vez de pan con queso
en sus mochilas había
sábanas que de pronto
se pusieron para asustarnos
como fantasmas mitológicos,
sin saber cómo me quedé solo
en la huída con el corazón
a todo dar, en un claro
de luna y no he podido recordar
si lloraba o no, desde arriba
un hombre-pájaro saltó y
al pararse ágil abajo
empezó a gritar tué tué tué
tué, me miró sorprendido
de ver a un niño allí y se fue
a cumplir una misión que tendría,
ahora he llegado a comprender
que no tuve miedo porque no era
su presa y quizás sea de los pocos
recuerdos que me parecen reales
y el único cruce de miradas
del que estoy seguro que ocurrió
Cuentos de horror
también tuve mi etapa
pre y adolescente
en la que me entregué
al placer de lo macabro,
leí —y conservo
un ejemplar en alguna
parte— El monje loco y
escuché casi todos
los episodios de El Doctor
Mortis, acostado
de espaldas en oscuridad
perfecta, de ambos
recuerdo más que otra
cosa esas carcajadas
estentóreas al final
con las que remataban
sus historias de miedo
y que a mí con magia
inversa me curaron
de espanto para siempre
Frenillos
anoche escuché dormido casi
en la radio, como de costumbre,
un minuto en la historia, lloré
porque me trajo un recuerdo
olvidado, hablaban de un Luis
Ciocca, aquel dentista amigo
de mi mamá que me puso
los primeros frenillos de mi vida,
tecnología dolorosa de los 70,
pero que tanto me corrigieron
el desorden de la sonrisa, y
no que me entero que luego
fue héroe, tuvo a su cargo,
a falta de mejores armas
de humano amor en esa época,
identificar a través de la huella
dental a los pocos detenidos
desaparecidos que salían
a la superficie vergonzante
del suelo patrio, y pienso y
me digo, paladín mi doctor,
que viva la odontología forense
La feria
ella pasaba con su marido
y a veces con alguno
de sus hijos, que eran un poco
menores que yo, iban a la feria
de la otra cuadra, temprano
me paraba en la puerta
los sábados y la miraba pasar
con estos mismos ojos
que la recuerdan morena
y de unas facciones egipcias
que nunca más encontré,
ahí seguía cuando regresaban
a casa cargados de frutas
y verduras, sabíase mi amor
platónico y yo, por su gesto
risueño sin sombra de culpa,
raramente correspondido
La señorita
Rita Echeverría había conocido
a Gabriela Mistral y se quedó
oronda con sus manos en yeso
hasta que las donó a un museo
—dónde andarán ahora: tarea
para la casa—, fue mi profesora
de quinto básico en la CEPAC
en Conchalí, al otro lado
de la ciudad para nosotros,
recitaba un poema al comienzo
de cada clase y hablaba lindo
de los secretos de las palabras
en el tiempo, de ahí, creo, saqué
el gusto por las etimologías…, y,
según confiesa mi octogenaria
madre, ella le dijo, sin ningún
ánimo de adularla, que yo sería
poeta, y si venía de esa mujer
docta, agrega, con la sonrisa
llena de lo cumplido, no se podía
poner en duda el tal vaticinio
Cantante de ópera
fui cantante de ópera de 3
a 6pm los domingos, precoz
—aprendería con el tiempo
que no todos los precoces
son superdotados—, boca
arriba en la cama, radiocasete
y grabándola por si acaso
un buen día…, soñaba
que de mi pecho escualido
salían esas arias, sufrientes
unas, aguerridas otras, nunca,
sin embargo, llegué a escuchar
ninguna cósmica que luego
entendí habrían sido las mías
de divo, a falta de esa alta
música y de un libreto acorde
los de entonces tuvimos
que conformarnos con el cine
y con películas de temprano
culto para saltar a los amores
y a las guerras de siempre
pero ya en escenarios galácticos
Los hermanos Macana
a la vuelta de la esquina
vivían los amigos
y nos la pasábamos allí
hasta las tantas, en la calle
Fucsias se nos fue riendo
la infancia, éramos los hermanos
Macanas, él el chico y yo
el grande, según
nos apodaron los cabros,
y lo seguimos siendo
a mucha honra en la loca
carrera de la vida, partieron
unos más temprano
que otros a otras latitudes
próximas o lejanas, pocos
se quedaron, y que se sepa
ninguno ha muerto todavía
Luis Correa-Díaz.
Miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua, poeta y profesor de Digital Humanities y Human Rights en la University of Georgia-USA. Autor de varios libros y artículos críticos. Ultimamente destacan: a) el e-book colectivo Poesía y poéticas digitales/electrónicas/tecnos/New-Media en América Latina: Definiciones y exploraciones (2016), b) La futuridad absoluta de Vicente Huidobro (2018), c) Novissima verba: huellas digitales/cibernéticas en la poesía latinoamericana (2019). Sus poemarios son: Americana-lcd (2021), metaverse (2021), Haikus nada más (2021), Los Haikus de Gus (2021 y 2020), Maestranza de San Eugenio… (2020), Diario de un poeta recién divorciado (2020 y 2005), … del amor hermoso (2019), impresos en 3D (2018), clickable poem@s (2016), Cosmological Me (2010 y 2017), Mester de soltería (2008 y 2006). Miembro del comité editorial de diversas revistas profesionales europeas, latinoamericanas y estadounidenses. Profesor visitante en: State University of New York –Albany; Instituto Iberoamericano-Berlín; Pontificia Universidad Católica de Chile; University of Liverpool; Pontificia Universidad Católica de Bolivia; Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile.
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AMADEO GRAVINO (miércoles, 17 noviembre 2021 14:41)
QUERIDO POETA Y AMIGO, LEÌ CON ENORME GUSTO ESTOS POEMAS QUE RESEÑAN CIERTOS MOMENTOS Y SITUACIONES DE TU INFANCIA: TE COMENTO QUE ME ENCANTARON!!! YO CREO QUE EN ESOS PRIMEROS AÑOS Y SUS PERIPECIAS FORMAMOS LA MANERA PERSONAL DE VER LA VIDA, EL MUNDO, ETC,..... EN NUESTRA INFANCIA, CREO, DEFINIMOS EL ESTILO QUE ARRASTRAREMOS POR EL MUNDO TODA LA VIDA POSTERIOR... TE FELICITO POR ESTOS POEMAS TAN SENCILLOS, TAN DIRECTOS, TAN SENTIDOS!!!
Kirsten Nigro (miércoles, 17 noviembre 2021 16:33)
Bellos poemas. En particular, Frenos.
Benita Andrea Neira ' (sábado, 04 marzo 2023 13:11)
Queridisimo y recordado Luis.
Buscando imágenes tuyas.
De pronto me tope con estos hermosos poemas.
Que gusto conocerte más, aunque haya pasado tanto y todo