MAR Y AMOR
Escuito’l mar
ya oigo’l silenciu d’outru xeitu.
Un silenciu infinitu.
Un silenciu azul.
Na oriel.la,
maquilla’l salitre los mious sentíos
ya oxídame’l pensamientu.
Acaríñame’l nordés
Dúrmome na arena y las suas sábanas,
mientras me besan las folas,
como tú.
La rousada humedez el mio cuerpu,
gota a gota,
como tú.
Sinto vibrar el corazón
ya sueño amor,
ya mar.
Un mar d’ amor,
amor,
un mar.
Sinto la to voz entecortada
ente’l marmullo del augua.
Sinto l’ecu de las sílabas,
las güelgas de las tuas pallabras.
¡Esta sienda que me l.lama!
Sinto l’ecu de la tua voz
ente las peñas,
l’ecu d’ un gran silenciu
nesta sienda.
Sinto l’ecu de pisadas
enas folas,
de pisadas
o d’ausencias.
Sinto la l.luz del silenciu.
Sinto’l fulgor de las auguas
MAR Y AMOR
Escucho el mar
y oigo el silencio hondo.
Un silencio infinito.
Un silencio azul.
En la orilla, envuelta en algas,
el salitre maquilla mis sentidos,
me oxida el pensamiento
me acaricia el nordeste.
Me duermo en la arena y sus sábanas
mientras me besan las olas,
como tú.
El rocío
humedece mi cuerpo,
gota a gota,
como tú.
Siento vibrar el corazón
y sueño amor,
y mar.
Un mar de amor,
amor,
un mar.
Siento tu voz entrecortada
entre el murmullo del agua.
Siento el eco de tus sílabas,
las huellas de tus palabras.
¡Esta senda que me llama!
Siento el eco de tu voz
entre las rocas,
el eco de un gran silencio
en esta senda.
Siento el eco de pisadas
en las olas,
de pisadas
o de ausencias.
Siento la luz del silencio.
Siento el fulgor de las aguas.
María Esther García López. Del libro Pisadas, (2008). Premiu Uviéu de Poesía)
Madre
Ayer, soñéi contigo, madre.
Soñéi,
qu’anque pasaran tantos años,
inda tengo na memoria los tous abrazos.
El tou perfume, madre,
qu’espierta los recuerdos,
que preside los días infinitos.
El color de los días.
Los amaneceres d’inocencia.
nesti l.lugar l.lonxanu,
siempre pa mi estrañu.
La traición de la espera.
El desencantu.
El dolor ya l’olvidu.
Namás los sueños
traviesan la frontera del tiempu.
Madre,
namás los sueños.
You
eiquí,
madre,
contigo,
namás en sueños.
Madre
Ayer, soñé contigo, madre.
Soñé.
Pasaron tantos años…
Tengo en mi memoria tus abrazos.
Tu perfume, madre.
despierta los recuerdos,
que presiden los días infinitos.
El color de los días.
Los amaneceres de inocencia.
En este lugar lejano,
siempre extraño.
La traición de la espera.
El desencanto.
El dolor y el olvido.
Solo los sueños
traspasan la frontera del tiempo.
Madre,
Solo los sueños.
Yo
aquí,
madre,
contigo,
en sueños.
María Esther García López. Del libro El color de los días, 2019
VITA, ITER
L.lievo ‘l tiempu na maleta,
pechada cola l.lave del deséu.
Ya escaézome que lu l.lievo d’equipaxe.
¿Ónde voi de viaxe?
L’equipaxe, la maleta…
El tiempu.
Yía memoria. Yía pasáu.
¿Yía presente?
¿Yía futuru?
El presente dilise ente solombras.
El tiempu.
L.liévolu no equipaxe, na maleta de los días.
La maleta l'alcordanza.
Tolo que pasa nun instante, pasa,
ya piérdese nun tris.
Namás queda l’alcordanza.
L'olvidu, abel.lugáu na memoria,
arrequexa las solombras más amargas.
Camino cola priesa, ya col tiempu na maleta,
día a día, cada instante,
nesti viaxe.
El tiempu sigue'l sou camín.
El tiempu yía'l miou dueñu.
¡El tiempu!
L.liévolu no equipaxe,
nel viaxe de la vida.
El tiempu,
na mia maleta,
nesti viaxe.
VITA, ITER
Llevo el tiempo en mi maleta
cerrada con la llave del deseo.
Me olvido que lo llevo de equipaje.
¿Dónde voy de viaje?
El equipaje, la maleta…
El tiempo.
Es memoria. Es pasado.
¿Es presente?
¿Es futuro?
El presente se diluye entre las sombras.
El tiempo.
Lo llevo en el equipaje en la maleta de los días.
La maleta del recuerdo.
Todo lo que pasa
se pierde en un instante.
Solo queda el recuerdo.
El olvido, alojado en la memoria
oculta las sombras más amargas.
Camino con la prisa, con el tiempo en la maleta
día a día, cada instante,
en este viaje.
El tiempo sigue su camino.
El tiempo es mi dueño.
¡El tiempo!
Lo llevo en el equipaje
en el viaje de la vida.
El tiempo,
en mi maleta.
En este viaje.
María Esther García López. Del libro El color de los días, 2019
Diariu de la L.luna
Cuántas l.lunas al.luman las ciudades ya los campos.
Cuántas l.lunas chenas, nas nueites infinitas.
Siempre tu, Lluna, dueña de la nueite.
esclucas sollerte las esquinas del mundu,
ya escribes
el diariu de la escuridá ya del resplandor.
Escribes con l.luz nas fueyas de los árboles sonámbulos.
Escribe la l.luna esmolida.
Los sueños del probe que durme nel caxeru.
Los paseos de las ratas al contenedor.
Los gatos que miagan apuraos,
a la gueta l’amor.
El perru abandonáu que busca un l.lugar pa dormir la tristura,
Los curuxos, ya otros páxaros
qu’estremecen la nueite con glayíos eternos.
Escribe la lluna‘l sou diariu.
El méndigu que s’abel.luga nos portales, col corazón acartonáu.
Los noctámbulos que bieben un cubata en cada esquina.
Los voceros qu’espiertan el silenciu.
Ya’l fumu que sal pelas l.lumeras de los antros.
Los borrachos banciando ya inventando pallabros.
Los que durmen al bentestate ensin abrazos
Los seres solitarios.
La folixa, los amantes.
Ya l’amor,
ya los abrazos.
¡Qué L.luna indiscreta, bilordiera!
¡Qué L.luna atrevida qu’escluca ya escribe
las tormentas ya solombras de la vida!
Qué L.luna notaria d’amores.
Notaria de tristuras, desengaños.
¿Cuántas fueyas L.luna
tienes escritas no tou diariu?
Diario de la Luna
Cuántas lunas alumbran las ciudades y los campos.
Cuántas lunas llenas, en las noches infinitas.
Siempre tú, Luna, dueña de la noche.
Vigilas atenta las esquinas del mundo,
Y escribes
el diario de la oscuridad y del resplandor.
Escribes con luz en las hojas de los árboles callados.
Escribe la Luna con asombro.
Los anhelos del pobre que duerme en el cajero.
Los paseos de las ratas al contenedor.
Los gatos que maúllan sin descanso.
En busca del amor
El perro abandonado que busca un lugar para dormir la tristeza.
Las lechuzas y otros pájaros
que estremecen la noche con lamentos eternos.
Escribe la luna en su diario.
El mendigo que se cobija en los portales, con el cuerpo acartonado.
Los noctámbulos que beben un cubata en cada esquina.
Los voceros que sacuden el silencio.
Y el humo que sale por los agujeros de los antros.
Los borrachos que cruzan la calle de un lado a otro lado.
Los que duermen a la intemperie sin abrazos.
Los seres solitarios.
La fiesta, los amantes.
Y el amor,
y los abrazos.
¡Qué Luna indiscreta, y atrevida!
¡Qué Luna chismosa que observa y escribe
las tormentas y sombras de la vida!
Qué Luna notaria de amores.
Notaria de tristezas, desengaños.
¿Cuántas hojas, Luna
tienes escritas en tu diario?
María Esther García López. Del libro El color de los días, 2019
Naide
Durme la calle.
La calle sonámbula, silenciosa.
Durmen las voces nas ceras, nos escaparates, nas esquinas.
Durme la música, los llantos.
Durme l’amor.
Voi sola, a tientas,
pisando, adulces, asfaltu.
Calle, onde naide m’espera, nin me fala, nin me mira…
Nun deixo resclavu.
Calle vacía,
chena de soledá ya escaecimientu.
¡Naide!
¡Naide!
¡Naide!
Nadie
Duerme la calle.
La calle sonámbula, silenciosa.
Duermen las voces en las aceras, en los escaparates, en las esquinas.
Duerme la música, los llantos.
Duerme el amor.
Voy sola, sin rumbo,
piso despacio el asfalto.
Calle, donde nadie me espera, ni me habla, ni me mira…
No dejo huellas.
Calle vacía,
llena de soledad y olvido.
¡Nadie!
¡Nadie!
¡Nadie!
María Esther García López. El color de los días, 2019
Sabores
Dormecí baxo la solombra d’una zreizal.
Soñéi.
Soñéi ya soñéi
Soñéi que soñaba.
Soñéi baxo la solombra escomanada que cuasi cubría tol prau.
Cubría la yerba que dormía a sueñu ciegu.
Cubría las gotas de rousada que se queixaban de dolor.
Las zreizas, parpaguiando, mirábannos con envidia.
Soñéi qu’ un “alebrix” pousábase nos tous besos
ya chenaba de miel la tua boca,
ya la mia boca.
Soñéi que’l miou pelu yera una maraña de ramos
enredaos nas tuas manos.
Soñéi…
Debaxo la zreizal amámonos tanto, tanto…
Hasta que nos espertó l’alborecer colos xiblos del malvisu,
ya saboriamos outra vuelta
las zreizas del amor.
Sabores
Nos dormimos bajo la sombra de un cerezo
Soñé.
Soñé.
Soñé que soñaba.
Soñé bajo la sombra inmensa que cubría aquel espacio.
Cubría la hierba que dormía ajena a las pasiones.
Cubría las gotas de rocío que se quejaban dolidas.
Las cerezas pestañeaban y nos miraban con envidia.
Soñé con un “alebrix” que se posaba en tus besos.
Y llenaba de miel tu boca,
y mi boca.
Soñé que mi pelo era una maraña de suspiros
enredados en tus manos.
Soñé y soñé…
A la sombra del cerezo nos amamos tanto, tanto…
Hasta que nos despertó el amanecer con los silbos del malvís.
Y saboreamos otra vez
las cerezas del amor.
María Esther García López. El color de los días, 2019
María Esther García López (La Degol.lada-Valdés-Asturias). Licenciada en Pedagogía, Maestra y Experta en Filología Asturiana. Es autora de varios títulos de narrativa y poesía y de literatura infantil. Tiene en su haber varios premios literarios, entre otros, el Premio Uviéu de Poesía, (2006), Premio Fernández Lema de Narrativa (2007) y el Premio Xosé Álvarez de Narrativa, Centro Asturiano de Madrid (2007), así como el Premio Timón a la Trayectoria Literaria, Gijón (2016), entre otros premios y galardones. Su obra forma parte de varias antologías. Es miembro correspondiente de la Academia de la Llingua Asturiana. Es autora de títulos de didáctica y coautora de libros de texto para la enseñanza de la Llingua Asturiana, en Primaria y en Secundaria. Colaboradora habitual en el periódico La Nueva España y en El Comercio, además de otras revsitas literarias y de investigación. Colaboradora en la cadena SER (Radio). Y el la RTPA, Radio y Televisión del Principado de Asturias (RTPA). Actualmente es la presidenta de la Asociación de Escritores y Escritoras de Asturias.
Semblanza y fotografía proporcionadas por María Esther García López.
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