El nominalismo es un movimiento filosófico que va unido desde sus comienzos en la Historia de la Filosofía a la polémica en torno a los universales. Ya Platón sostiene que las especies y géneros no son realidades anteriores a las cosas o esencias, sino que se trata, simplemente de apariencias o nombres. En “Crátilo”, la primera obra de la historia sobre el lenguaje, Platón plantea la capacidad de los nombres para designar y conocer las cosas.
Hermógenes.- ¿Quieres, entonces, que hagamos partícipe a Sócrates de nuestra conversación?
Crátilo.- Si te parece bien…
Hermógenes.- Sócrates, aquí Crátilo afirma que cada uno de los seres tiene el nombre exacto por naturaleza. No que sea éste el nombre que imponen algunos llegando a un acuerdo para nombrar y asignándole una fracción de su propia lengua, sino que todos los hombres, tanto griegos como bárbaros, tienen la misma exactitud en sus nombres. … Pues bien, Sócrates, yo, pese a haber dialogado a menudo con éste y con muchos otros, no soy capaz de creerme que la exactitud de un nombre sea otra cosa que pacto y consenso.
Sócrates- Hermógenes, ...Considerémoslo ¿aquello que se llama a cada cosa es, según tú, el nombre de cada cosa? (Platón 358)
Con este intercambio de palabras comienza el debate sobre la naturaleza del lenguaje, ocupando un lugar destacado en la historia de la lingüística. Es una obra fundacional que cuestiona la convencionalidad de las palabras haciendo intervenir a Sócrates como árbitro de la cuestión. Crátilo defiende que cada uno de los nombres, por naturaleza entraña y debe entrañar acabada correspondencia con el objeto designado, Hermógenes, por el contrario, opina que no se da otra correspondencia en una denominación que el uso.
El nominalismo surgió como respuesta a los conflictos de los universales, específicamente surge la siguiente pregunta ¿por qué algunas cosas tienen el mismo patrón? Una blusa, una pared y una flor son de color rojo, se puede notar que lo universal se repite, que puede estar incluido en varios particulares al mismo tiempo, la blusa, la pared y el reloj, comparten el mismo universal: el color rojo. Pero ¿qué es el rojo?
Ya en la Edad Media la reconquista de España posibilitó el acceso a la cultura árabe establecida en ella durante ocho siglos, permitiendo traer a la Europa latina las riquezas de la antigua filosofía griega recapturada en los textos de las bibliotecas de Toledo. Se instala entonces nuevamente la controversia filosófica sobre la existencia de los universales, según la cual se debatirá que si no existiesen, la doctrina del "pecado original" que nos explica que los universales “humanos” cargamos con el peso del pecado de Adán y Eva, se perdería el papel de salvación en la Iglesia.
A partir del siglo XI la escolástica medieval suscitará este problema con Roscelino de Compiègne, uno de los fundadores de la tradición nominalista en la filosofía medieval, quien afirmaba que sólo existen realmente las cosas singulares y los nombres son solo “estremecimientos del aire”.
Estas controversias no impidieron que en el siglo XIV esta corriente floreciera de nuevo con fuerza, siendo su representante más importante Guillermo de Ockham, quien revolucionó con su obra a la filosofía europea definiendo que la única fuente de conocimiento para llegar a la verdad es la experiencia sensible, negando la existencia de los universales que a su criterio no eran más que los nombres de las cosas.
Ya en el SXVII el pensador inglés Thomas Hobbes aspira a realizar una profunda reforma al lenguaje tradicional de la ciencia de su época inspirado en el nominalismo de Ockham. Para el filósofo la universalidad de un mismo nombre dado a muchas cosas, es la causa de que los hombres hayan creído que estas cosas son universales en sí mismas, así los nombres de las cosas serán sólo recursos mnemotécnicos que usamos traer a la mente una experiencia
“Un nombre común, siendo el nombre de muchas cosas tomadas por separado, pero no colectivamente de todas ellas (así como hombre no es el nombre de toda la humanidad, sino de cada uno, como Pablo, Juan, y el resto por separado) es un nombre universal; y por lo tanto esta palabra universal no es nunca el nombre de nada existente en la naturaleza, ni tampoco de alguna idea o fantasma. . .” (Hobbes 19-20).
Llegamos así a la posición nominalista extrema, la moderna, que consiste en declarar que el problema de los universales es un tema sin sentido, que “realidad” es un término sin sentido, que nunca podemos saber si nuestros conceptos se corresponden a alguna esencia o no, que nuestro conocimiento consiste en palabras, y que las palabras son una convención social arbitraria.
Poniendo en primer plano el campo de la enunciación, con el lenguaje como protagonista, y en una època todavía encandilada por investigacionnes y estudios linguísticos (recordemos que casi todo el siglo XX estuvo marcado por los estudios sobre el lenguaje), Jaime Resto, una de las figuras argentinas más activas del campo cultural de los años 50, 60 y 70, analiza los modos en que la poética borgeana se nutre de la vasta tradición del nominalismo filosófico. En su obra “El laberinto del universo: Borges y el pensamiento nominalista” cita el siguiente párrafo. “El nominalismo, antes la novedad de unos pocos, hoy abarca a toda la gente, su victoria es tan vasta y fundamental que su nombre es inútil. Nadie se declara nominalista porque no hay quien sea otra cosa” (Borges, OC 746). Y nos aclara “El pensamiento es, para Borges siempre lenguaje, siempre discurso; y el lenguaje siempre es imperfecto y artificial” (Rest 58)
Y el propio Borges será quien declare en “El falso problema de Ugolino”: “Robert Louis Stevenson (Ethical Studies, 110) observa que los personajes de un libro son sartas de palabras; a eso, por blasfematorio que nos parezca, se reducen Aquiles y Peer Gynt, Robinson Crusoe y don Quijote. A eso también los poderosos que rigieron la tierra: una serie de palabras es Alejandro y otra es Atila” (Borges, Nueve ensayos 351)
La obra de Alejandra Pizarnik poetisa argentina (Avellaneda,1936-Buenos Aires, 1972), apartada de las preocupaciones políticas de su generación, nos presenta una poesía intimista donde el lenguaje ocupa un lugar destacado, no solo porque lo utiliza en la construcción material de su poesía, sino porque Pizarnik lo veía como una forma de alcanzar a comprender las cosas, tarea que la lleva a sumergirse en el conflicto filosófico del nominalismo. Aquí la presentamos debatiéndose en un extenso poema que dará pie a nuestro trabajo.
“En esta noche, en este mundo”
“en esta noche en este mundo
las palabras del sueño de la infancia de la muerte
nunca es eso lo que uno quiere decir
la natal castra
la lengua es un órgano de conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la resurrección
de algo a modo de negación
de mi horizonte de maldoror con su perro
y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe
no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible
sombras
recintos viscosos donde se oculta
la piedra de la locura
corredores negros
los he corrido todos
¡oh quédate un poco más entre nosotros!
mi persona está herida
mi primera persona del singular
escribo como quien con un cuchillo alzado en la oscuridad
escribo como estoy diciendo
la sinceridad absoluta continuaría siendo
lo imposible
¡oh quédate un poco más entre nosotros!
los deterioros de las palabras
deshabitando el palacio del lenguaje
el conocimiento entre las piernas
¿qué hiciste del don del sexo?
oh mis muertos
me los comí me atraganté
no puedo más de no poder
palabras embozadas
todo se desliza
hacia la negra licuefacción
y el perro del maldoror
en esta noche en este mundo
donde todo es posible
salvo
el poema
hablo
sabiendo que no se trata de eso
siempre no se trata de eso
oh ayúdame a escribir el poema más prescindible
el que no sirva ni para
ser inservible
ayúdame a escribir palabras
en esta noche en este mundo”
(Pizarnik 321-322)
Mientras tanto, la otra gran poeta argentina, Olga Orozco (Toay, La Pampa 1920- Buenos Aires 1999) vendrá transitando el arduo trabajo que llevó adelante durante toda su obra poética publicada entre 1946 y 1999: el de adueñarse de su propia voz. Su obra es un dialogo continuo con el más allá, con sus ausencias amadas, con la soledad y con la niña que fue.
Orozco empieza a escribir aferrada a la dualidad del yo-tu, que da cuenta del otro mundo, ese mundo que no se puede nombrar a través de una boca que se sitúa externa y pretérita. La disociación que caracterizará esta particular voz poética tramará una confabulación de imágenes que rodean a un sujeto inaprensible que podemos hallar en los siguientes versos.
“(¿Dónde salgo a mi encuentro/ con el arrobamiento de la luna contra el cristal de todos los albergues?)” (Orozco, 155)
Olga Orozco
“...mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.” (Orozco,101)
En cuanto al diálogo establecido por Orozco con el trasmundo, veremos que la palabra se manifiesta como suficiente y se establece distante del pesimismo de Pizarnik, para dar fe de una poética que afirma los poderes de la mente y la palabra como puertas de una percepción absoluta.
El desdoblamiento orozquiano separa dos mundos, uno pertenece al yo que dice, mientras que el corazón siente que hay otro, pero esta es la dualidad que Pizarnik, gran lectora y amiga de Orozco, destruye, sacándola de la metafísica para hacerla aparecer vacía en el nivel de la lengua cuando señala que debajo de la nominación no hay nada más que nominación.
“Alejandra, Alejandra /debajo estoy yo/ Alejandra” (casi grita presa de en el vacío). (Pizarnik 51)
Pizarnik quería tocar las esencias universales y no podía.“...oh, ayúdame a escribir el poema más prescindible, el que no sirva ni para/ ser insensible/ ayúdame a escribir palabras/ en esta noche en este mundo.” (Pizarnik 321-322). Opuesta al naturalismo de Platón subraya que las palabras no tienen una relación directa con aquellas cosas a las cuales nombran, es decir, no hay una relación natural entre significado y significante. Por eso su poética nos habla de un fracaso, de una imposibilidad de comunicación, de realización de todo poema. Por eso, el valor que le designa al silencio.
“SILENCIO
silencio
yo me uno al silencio
yo me he unido al silencio
y me dejo hacer
me dejo beber
me dejo decir”
(Pizarnik 120)
Sí, Pizarnik abrió posibilidades nuevas a la poesía bajo la perspectiva del nominalismo, pero para sí misma ese intento, ese salto peligroso, terminó llevándola al límite donde sobrevino el suicidio, mientras Olga Orozco avanzaba en su poesía y comenzaba a tender vasos comunicantes entre uno y otro mundo rebelándose contra el vacío. “¡Basta, mirada de fisura, incesante mirada de pólipo en tinieblas!” (Orozco175). Ya en el poema “Si me puedes mirar” había intentado traer a su madre a través de la palabra y quebrar el vacío que construye la muerte, el amor materno le había dado la posibilidad de hablar con los muertos través del lenguaje. “...sin duda en algún lado organizas de nuevo la familia/ o me ordenas las sombras/ o cortas esos ramos de escarcha que bordan tu regazo para dejarlos a mi lado cualquier día, o tratas de coser con un hilo infinito la gran lastimadura de mi corazón” (Orozco 129). Orozco se ha dado cuenta de la trampa en que había caído su amiga.
En 1979 tomando el título del tema de Ravel publica “Pavana para una infanta difunta”, poema escrito a raíz de la muerte de Pizarnik, donde enuncia “...te probabas lenguajes como ácidos, como tentáculos, como lazos en manos del estrangulador ¡Ah, los estragos de la poesía cortándote las venas al filo del alba!” (Orozco 255)
En 1994 aparece “Con esta boca en este mundo” poemario donde parodia el ya citado poema “En esta noche, en este mundo” de Pizarnik, a la vez que la transgrede y supera. Pasaron cuarenta y dos años después de la muerte de aquella para que Orozco consiga elaborar el proceso sublimatorio.
Acerca de esta mutación en la poesía orozquiana, vamos a permitirnos disentir con la postura expresada textualmente por Tamara Kamenzain en el prólogo de la 2da edición de Poesía Completa, donde escribe que es la muerte de Pizarnik la que le provoca Orozco “recoger el guante”. Leyendo su obra opinamos que es la muerte de Valerio Pelufo, su segundo marido, con el que llevaba 20 años de matrimonio y con quien había logrado por fin la tan anhelada estabilidad emocional la que estimula y mueve a este cambio. Así como Pizarnik quería tocar lo nombrado y no podía, Olga se libera de la noche y consigue quebrar el vacío entre las palabras y los universales a través de la experiencia multiplicada por el lenguaje del amor, dando lugar a su último libro publicado en vida. ¿Cómo lo consigue? A simple vista notamos ya el cambio desde el título mismo de la obra: la preposición inicial “en” es sustituida por “con” y el sustantivo “noche” por “boca” Así, el “con” anuncia el proceso de apropiación del lenguaje como herramienta, y es a través de la “boca” fisiológica que se nombra, librándose de la eterna noche pizarniana a través del tendido de puentes entre las palabras y las cosas. Así como la madre muerta le había posibilitado hablar con los muertos “Madre, madre, quién separa tu sangre de la mía” (Orozco 129), ahora es la muerte de Valerio la que cierra el ciclo y le permite el paso al otro lado de las cosas, asirlas y nombrarlas. “Aún nos queda el amor:/Esa doble moneda para poder pasar a uno y otro lado.” (Orozco 415)
A la vez que se reafirma, el tiempo pretérito empleado en sus poemas, que amenazaba llevarla al otro mundo, da lugar al presente que vuelve a poner al yo poético en este mundo, justo en el lugar de las cosas nombradas. “Estoy aquí para apagar las luces, para cerrar las puertas, cuando vuelva por mi la casa en que te vas”. (Orozco 397)
Por fin Orozco atravesó el mundo de los recuerdos para volver a llamar a las cosas por su nombre. Objeto y nombre se juntan.
¿Y qué será tu almohada, y qué será tu silla, / y qué serán tus ropas, y hasta mi lecho a solas, si me animo? ...y he oído en el pan que cruje a solas el pequeño rumor con que me nombras, / tiernamente, en secreto, con tu nuevo lenguaje” (Orozco 415)
....para rehacerme desde algún perfume, una ráfaga, el eco de unos pasos, /y ponerme a existir como por vez primera o la última vez... (Orozco 426)
Y llega a escribir su hermoso “Himno de alabanza” de publicación póstuma, corolario de la sublimación del nominalismo pizarniano:
Himno de alabanza
¿Y por qué no he de cantar también yo un himno de alabanza,
aunque casi todos los que amé sean ahora igual que la hojarasca
que se arremolina alrededor del viento
y no puedan jactarse ni siquiera de poder arrojar su propia sombra?
Por todo lo perdido, ¿acaso contrariaste mi voluntad de dicha
o volví del revés los pasos que me habías señalado?
Si celebré con llanto mis bodas con la noche, ¿fue por seguir mi vocación de abismo
o porque me cubriste con sábanas de tinieblas cada día?
Para nadie la culpa ni para mí el castigo.
Fue solamente porque cayó una estrella
o porque se precipitaron bajo la luna errónea las mareas.
Es la misma señal, el mismo asombro conque sigo cayendo en la espesura,
aquí, desde tu mano.
¿Y no he de cantar por eso un himno de alabanza?
Te agradezco estos ojos que se agrandan para ver tu escritura secreta en cada piedra;
esta boca con el sabor de “siempre”, “tal vez” y “nunca más”;
las manos y la piel donde arrojan su aliento los emisarios de territorios invisibles;
el perfume de la estación que pasa, su ráfaga hechicera ceñida a mi garganta,
y el reclamo insistente del sonido que atruena con el cuerno para las cacerías.
¡Ah sentidos, mis guardianes insomnes,
refugios instantáneos en un mundo improbable y sin fondo, como yo!
Desde lo más profundo de mi estupor y mi deslumbramiento yo te celebro,
cuerpo, suntuoso comensal en esta mesa de dones fugitivos,
a ti, protagonista de paso en esta historia del amor que no muere,
intermediario heroico en todas las batallas de la tierra y el cielo,
tú, mi costado de inevitable realidad,
delator de intemperies y fronteras, siempre bajo un puñal,
entre el relámpago de la tentación y el tajo de la herida.
Y a pesar de tu corazón irascible, yo te bendigo, mar, bestia obstinada:
en tu acechanza y en tu letanía pasa el relato del diluvio y mi risa infantil,
junto con ese cielo conque sueñas en cada una de tus olas,
en cada balanceo, como yo en el vaivén de mi respiración.
Guárdame en tu memoria como a un guijarro más,
como a un hueso perdido y a estos nombres escritos en la arena,
para velar contigo hasta el último día en el insomnio de la inmensidad.
Gracias te doy, hormiga, modelo de mis viajes en las exploraciones imposibles,
y a la torcaza, por la incesante queja que acompañó mis lágrimas y duelos;
agradezco a la hierba la tierna protección para mis pies furtivos,
y a ti, brizna en el viento, por todo el imprevisible porvenir;
bendita seas, sombra generosa, sumisa a tanto error y a tantas sombras,
y también tú, mi silla, guardiana infatigable frente a la espera y a la lejanía.
Yo te celebro, ráfaga, lluvia, enredadera,
murmullo enamorado del silencio que habita entre las piedras.
¿O no puedo cantar, amor, la noche de tu ausencia y el filo de tu espada?
¿Quién no lleva en la punta de su arpón una ballena blanca?”
(Orozco 441)
Bibliografía
BORGES, Jorge Luis. Nueve ensayos dantescos. Buenos Aires: Sudamericana, 2014. Impreso
BORGES, Jorge Luis. Obras completas 1923-1972. Buenos Aires: Emecé, 1974. Impreso
HOBBES, Thomas . The English Works of Thomas Hobbes. Vol 1. SCIENTIA VERLAG AALEN, Germany.
OROZCO, Olga. Poesía completa 2da edición Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2013. Impreso
PIZARNIK, Alejandra. Poesía completa (1955-1072). Buenos Aires: Lumen, 2003. Impreso
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REST, Jaime. El laberinto del universo: Borges y el pensamiento nominalista. Buenos Aires: Librerías Fausto, 1976. Impreso
ROBINS, Robert H. Breve historia de la lingüística. Madrid: Paraninfo, 1974. Impreso
SERRANO, Sebastià. La lingüística: su historia y desarrollo. Barcelona: Montesinos, 1983. Impreso
María Amelia Diaz. Docente Bibliotecóloga. Miembro de SEA. Socia Honoraria de SADE. Poeta, narradora y ensayista. Dicta Talleres literarios en Secretaría de Cultura de Morón y particulares. Publicó nueve libros de poesía y uno de cuentos. Participa en Tomo I, Poesía Argentina Contemporánea (Fund. Arg. para la Poesía), Tomo IV Entrevistas a Escritores Argentinos (Calameo) y Tomo el VI de Documentales, entrevistas a escritores argentinos, de Rolando Revagliatti. Traducida al italiano, inglés, francés catalán, hindi, árabe y mandarín, integra antologías nacionales e internac. (Algunas de ellas: Antología sin Fronteras. Ed. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. México, Alba de América. Ed. Instituto Cultural Hispanoam. California, Poetas argentinos amigos de Marruecos: Antología poética Ed. Embajada de Marruecos en Argentina, Antología poética comp. por Li Kuai. Shien (China) Grito de mujer, Mujeres Poetas Internacional, Rep. Dominicana). Editó la revista cultural “Sofós” y las antologías “Poetas sobre poetas” I, II, III y IV. Fue presidenta de SADE Oeste. Coordinadora de Cafés Literarios. Miembro de la Comisión Organizadora Encuentro de Escritores de Morón. Distinguida por su trayectoria por la Secretaría Culturales de los Municipios de Morón (1995) e Ituzaingó (2014) y la Asociación Latinoamericana de Poesía (2011). Premio Talleres Sociedad Argentina de Escritores 1996. Mención Honorífica Poesía Ciudad de Buenos Aires Bienio 2008/2009. Premio Ensayo Gente de Letras 2012 y 2017. Ciudadana Distinguida Santa Rosa de Ituzaingó 2013. Mención de Honor Cuento Faja Sociedad Argentina de Escritores 2015. Distinción APOA por Labor literaria 2017. Mujer Destacada en Cultura Municipio de Morón 2017. Premio Fundación Argentina para la Poesía 2018, Diploma de Honor Mujer destacada en la Cultura Foro Femenino Latinoamericano 2019.
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Semblanza y fotografía proporcionadas por María Amelia Diaz
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