I
En nuestra cultura existe un imaginario que asume a la infancia como un momento idílico irrepetible al que miramos con nostalgia. Mirar desde un presente a la niña que ya no somos y que escapa a nuestro mundo de adultos lleno de obligaciones. Una niña escondida entre las máscaras sociales, las expectativas de la vida adulta, la memoria, o quizá tras aquellas heridas de una niñez dolorosa; o los juegos y las complicidades de mayor ternura.
Sin embargo, más allá de nuestros sistemas de pensamiento en torno a la vida infante, el poemario de Yolanda de la Torre: La Alquimista de sueños editado por Agua escondida ediciones y con ilustraciones de Dolores de la Torre, nos convoca y nos sumerge con un delicado ritmo poético y enraizamiento narrativo, no a la “búsqueda de una infancia perdida”, sino al recorrido onírico de la bella niña Nuri: alter ego de la autora. Hallamos entonces una puerta a ese universo literario en los versos: “Nada es igual que darle rienda al goce/ de escabullirse como un niño en el cielo” y es que en esta serie de encuentros con la naturaleza, las galaxias, los planetas o las calles de una ciudad desconocida, la dadora de sueños, -la pequeña maga Nuri-, nos envuelve con delicada musicalidad poética en lugares que pierden su denotación para transformarse en atmósferas fantásticas propias de los sueños: desiertos donde florecen iguanas, océanos con buques fantasmas, catedrales de caramelo; hasta trasladarnos junto a animales de variadas características. Ahí donde el goce no cesa porque cada poema nos otorga un espacio y una temporalidad para deleitarnos con nuestra propia cualidad imaginativa, hacer (nos) sueño y transmutar la realidad a través de las puertas oníricas.
Así, los versos que emanan de estos territorios muestran un manejo metafórico donde las imágenes son diáfanas, también encontramos ciertos oxímoros como en el poema Sueños para pesimistas felices y hasta un cierto tono pícaro que se entreve en algunos de los poemas como en De broma:
“A Nuri se le ha visto a deshoras
pintándoles bigotes a los semáforos
y muecas a las estatuas; cambia el sentido
de los cronómetros y la hora de las calles;
pone árboles en el trayecto
de los distraídos y a escondidas
instala agujeros invisibles en la acera.
Si el pueblo amanece trastornado,
todos saben que en sueños
Nuri andaba de broma.
II
Como bien señala en el prólogo Fernando Reyes, los sueños nos cambian y tienen las propiedades para curar al cuerpo y al alma justamente porque son de naturaleza alquímica. Ya el psicoanalista Carl Jung hablaba de dicho vínculo, pues para transformar y sanar nuestra alma es necesario trabajar con la sombra (nuestro inconsciente), como los alquimistas transmutaban la materia a través del nigredo: aquella parte putrefacta de los elementos. Desde esta óptica, lo que encontramos en este poemario nos esconde la escritura de Yolanda desde la oscuridad (que bien podemos hallar en otros textos con tinta autobiográfica) y nos conduce hacia la parte del albedo o luminosidad, donde ya ha transcurrido una etapa alquímica: una entrada solar para dar paso al arquetipo de la maga. Esta maga nos ayuda a soñar, pues como se lee desde el primer poema, soñar no es una empresa sencilla. Por eso, el recorrido poético que hace Yolanda de la Torre muestra constantemente la idea de la magia como eje transformador de la realidad a partir de los sueños y en este sentido, también nos recuerda las bondades de la poesía como voz mágica, es decir, aquel principio en el que el lenguaje transforma la realidad, entonces, el poeta se convierte en una especie de mago-creador de ensoñaciones, fantasías, sueños e imaginación.
III
Decía Gastón Bachelard, un filósofo de la ensoñación, que el poeta es aquel que se detiene a escuchar al mundo, quien se embriaga al contemplarlo en un instante irrepetible. Para Bachelard, los arquetipos son de suma importancia, pues son las imágenes primigenias que forman a la materia-mundo: tierra, agua, fuego y aire. A través de ellos se logra espiritualizar a la materia y será el poeta quien eleve al mundo hacia lo espiritual por medio de sus propias ensoñaciones. De esta forma se da la transformación: pensamiento e imaginación convergen en la palabra (aire, soplo de vida). Tradición milenaria que también es visible en La alquimista de sueños ya que logra conectarnos con imágenes del aire-ensoñación bajo la consigna “(…) que un sueño puede cambiar la vida/ y que la vida, siempre, es pura magia” y más adelante: “En voz alta soñar/es un deseo trastocado en alquimia:/podemos ponerle alas/y dibujar en él los planes del futuro.”
¡Sea ésta una invitación literaria a seguir deseando en cada uno de nuestros sueños!
Yelenia Cuervo. Nació en la Ciudad de
México. Poeta, ensayista y crítica cinematográfica. Estudió la carrera de Filosofía y el posgrado en Estética en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctora en Cartografías del
Arte Contemporáneo por el INBAL. Egresada del Diplomado en Creación Literaria de la SOGEM. En el 2017 publicó el poemario Variaciones de una certeza, con el sello editorial Abismos, que
reúne una visión erótica y filosófica de la existencia y en el 2021 Sakura-invención por editorial Verso Destierro. Sus textos se encuentran en diversas antologías, portales de la web y
revistas en línea.
Semblanza y fotografías proporcionadas por Yelenia
Cuervo.
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