Poesía de René Depestre

Haití

 

Cita con la vida

 

 

 

     En una mano tengo mi derecho al amor

 

y en la otra mi pasaje para Berlín.

 

 

 

     En un lado de mi corazón resplandece el cielo de mi patria

 

y en el otro lucen como granos en vísperas del fruto

 

los ojos de todos los niños del mundo.

 

 

 

     Pero antes de enfilar la proa de mis esperanzas hacia el aire de Berlín

 

voy a ver a mi amigo Manuel,

 

voy a ver al hombre que cada mañana se levanta

 

con la primera gota de rocío, mucho antes que los gallos,

 

se enciendan con frescor de los árboles.

 

 

 

      El hombre que jamás ha dormido en un lecho,

 

el que nuca ha llevado zapatos,

 

el que se rasura con un vidrio de botella.

 

Quiero que su voz de campesino sobre tras de la mía

 

e infle mis velas como el viento del mar.

 

Diles que desde hace tres años

 

los pájaros han cambiado de plumajes y los peces de escamas,

 

pero mi negra no ha cambiado de vestido

 

pero mi hija se murió el pasado

 

Diles que la lluvia penetra por el techo de mi casa,

 

porque no tuve dinero para comprar quinina.

 

se roba la luz de mi lámpara

 

y empapa la hamaca de mis amores.

 

No dejes de decirles que si mi hogar se encharca,

 

si mi negra se queda desnuda cuando lava su ropa

 

y si mi hija, en vez de una muñeca,

 

vive en la compañía de hormigas y gusanos

 

es por culpa de los actos de un coronel de espanto,

 

que a costa de cada gota de mi sudor.

 

justifica la compra de granadas y fusiles.

 

 

 

     Diles que la vida de mi pueblo es un monolito de penas,

 

una sola cadena de tinieblas

 

como un trozo filudo de espada,

 

que mi pueblo no sabe ver la hora

 

pero pueden deducirla de la profundidad del hambre en sus entrañas,

 

de la intensidad del sueño que golpea sus pupilas.

 

Es mediodía en mi vientre,

 

es medianoche en mis ojos.

 

Diles que mi pueblo no sabe contar hasta mil

 

ni sabe que la tierra gira.

 

Diles que nuestros fines de mes

 

son tan cerrados como las prisiones.

 

 

 

     Voy a Berlín para acabar con el hambre de mi pueblo,

 

acabar con sus ruinas, sus lágrimas y sus escalofríos de malaria,

 

para que el dólar deje de cercenar

 

la radiante canción de su rostro,

 

para que su miseria sea condenada a presidio perpetuo.

 

Voy a Berlín

 

para que la paz guarde todas sus hojas

 

y abra sus brazos a la vida de todos los pueblos

 

y como una semilla ansiosa de claridad

 

estallan los brotes del porvenir de todos.

 

Voy a Berlín en la estela de la primavera

 

para que el mañana de todos los hombres

 

sea caro y luminoso y surja impetuosamente

 

la paz del vino más rojo de la fraternidad.

 

 

 

Versión de Luis Díaz

 

 

 

Este poema fue tomado de la revista Sakert – Ti, Año IV, números 13 y 14, Enero-Diciembre, Guatemala, 1951

 

 

 

 

 

El Raggae de Bob Marley

 

 

 

Una guitarra y un balón de fútbol

 

pacen la hierba de mi jardín de invierno.

 

Bailan al nombre de Robert Nesta Marley:

 

el hombre que libera las locuras del cuerpo

 

en las olas del reggae, el hombre negro

 

visionario del gueto de Trench Town.

 

Son su balón y su guitarra

 

los últimos testigos rastas de mi otoño.

 

Su presencia resiste todo el dolor

 

de este universo que nos han hecho.

 

Su mensaje musical entero cabe

 

en el juego alocado de un balón y una guitarra.

 

El reggae cicatriza en las colinas

 

las heridas que nos hacen a navaja

 

los dueños omnipresentes del mundo.

 

Principio macho es el reggae: está

 

en erección de sueño de la fiesta de amor

 

que vive una guitarra con un balón de fútbol.

 

 

 

 

 

Capitán Zombi

 

 

 

Soy el Capitán Zombi

 

Bebo por las orejas

 

Escucho con los diez dedos

 

Tengo una lengua que ve todo

 

Un olfato-radar que capta

 

Las ondas del corazón humano

 

Y un tacto que percibe

 

A distancia los olores

 

Mi sexto sentido

 

Es un detector de muertos

 

Sé dónde están enterrados

 

Nuestros incontables cadáveres

 

Soy responsable de sus huesos

 

Soy responsable de su sangre

 

Estoy poblado de cadáveres

 

Poblado de estertores agónicos

 

Soy una marea de llagas

 

De gritos de pus de coágulos

 

Alimento los pastos

 

Con miles de mis muertos

 

Soy pastor de terror

 

Cuido un rebaño de huesos negros

 

Son mis ovejas mis bueyes

 

Mis cerdos mis cabras mis tigres

 

Mis flechas y mis lanzas

 

Mis lavas y mis ciclones

 

Una gran artillería negra

 

Que se pierde de vista

 

En el cementerio de mi alma!

 

 

 

II

 

Escucha mundo blanco

 

Los salves de nuestros muertos

 

Escucha mi voz de zombi

 

En honor a nuestros muertos

 

Escucha mundo blanco

 

Mi tifón de bestias salvajes

 

Mi sangre quebrando mi tristeza

 

Sobre todos los caminos del mundo

 

Escucha mundo blanco!

 

 

 

III

 

La sangre negra abre sus válvulas

 

La bodega de los negreros

 

Se derrama en el mar

 

La espuma de nuestras miserias

 

Las plantaciones de algodón

 

De cafetos de cañaverales

 

Los rieles del Congé-Océan

 

Los mataderos de Chicago

 

Los maizales el añil

 

Los ingenios azucareros

 

Los collados de sus navíos

 

Las compañías mineras

 

Las carracas de sus imperios

 

Las fábricas las minas de hierro

 

De nuestros músculos sobre la tierra

 

Es la espuma del sudor negro

 

Que desciende esta noche al mar!

 

 

 

Escucha mundo blanco

 

Mi rugido de zombi

 

Escucha mi silencio de mar

 

Oh canto doliente de nuestros muertos

 

Tú eres mi destino mi África

 

Mi sangre derramada mi corazón épico

 

El pulso marino de mi palabra

 

Mi bosque de ébano mi chirimoya

 

El grito de árboles muertos en mí

 

El eco de su savia en mi voz.

 

 

 

Mi raza como un gran sollozo

 

Que busca en mí el brazo de mar

 

Donde África descerraja su corazón

 

Escucha mundo amargo mundo blanco

 

Mi canto de agonía mi vida este canto

 

Que enlaza en mi cuerpo el viento

 

Y la ola, el cielo y el infierno!

 

 

 

René Depestre nació el 29 de agosto en 1926 en Jacmel, Haití. Es un poeta, ensayista y novelista comprometido contra la dictadura haitiana.

 

A la temprana edad de 19 años, el joven Depestre publicó sus primeros poemas, Centelleos (1945) y Haz de Sangre (1946), los cuales le otorgaron un gran prestigio. A finales de 1945, junto con otros compañeros, creó la revista artística de vanguardia Ruche. Y publicó un número especial dedicado a André Bretón, quien había dado una serie de conferencias en Puerto Príncipe antes de regresar de su exilio en Nueva York. Estas tuvieron una gran acogida por parte de los jóvenes haitianos, lo cual se vio reforzado por el movimiento surrealista de Aimé Césaire. La publicación de este número provocó la respuesta del gobierno, censurando el número de la revista y la encarcelación de Depestre. Como respuesta por ambas partes, se produjeron ciertos disturbios en el país y el exilio del escritor a Francia. Ya en París, Depestre continuó sus estudios en la Sorbona y se unió al movimiento de la Negritud, movimiento literario en lengua francesa que se desarolla a partir del segundo tercio del siglo XX que exalta los valores africanos. Durante estos años surgieron Vegetación de claridades (1951), Traducido a lo ancho (1952) y Mineral negro (1957).

 

Tras varios años en la capital francesa, se traslada a La Habana, donde viviría los siguientes veinte años impartiendo clases. Durante este nuevo período crearía Diario de un animal marino (1964), Un arcoíris para el Occidente Cristiano (1966) y Cantata a Octubre (1968), poema dedicado tras la muerte del Che Guevara.

 

Finalmente, en 1978, abandona Cuba y se instala de manera permanente en Francia. Al año siguiente, comenzaría a trabajar para la UNESCO en la conformación de programas de creación artística y literaria. En 1986 se jubila y se retira a Aude, al sur de Francia.

 

Entre su narrativa destacan Cucaña (1973) y Hadriana en todos mis sueños (1988), con el recibió el Premio Renadoult. En su faceta como ensayista defiende las ideas de la Negritud con obras como Buenos días y adiós a la Negritud (1980).

 

 

 

Fuente biográfica: Casa África

Fuente fotográfica: Casa África

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