Cantos de amor árabes
1
Es como una antorcha en las tinieblas: ella es el día.
Cuando aparece, se alzan las auroras.
Con sus brillos los soles reverberan
y la luna sonríe, si sonríen sus ojos.
Cuando su mirada relampaguea
todos los ojos se cubren de lágrimas.
2
¡Bello es él y gallardo!
Tan negros sus cabellos que los bebe la noche.
Tan blanca frente tiene que la noche ilumina.
Ningún ojo humano pudo ver la fiesta plena de sus gracias.
¿Quieres saber quién es? Entre todos los jovenes lo conocerás:
Tiene un lunar negro en la rosa de su mejilla bajo el ojo.
3
Le doy el vino, que cual sus mejillas brillan:
Y brillan sus mejillas que sólo puede vencerlas la llama.
Lo toma y dice: Amiga, ¿puedo beber yo el rojo de mis mejillas?
Y respondo: Bebe: eres la llama que me quema el alma.
En ese vino van mis lágrimas. Tan rojo es como mi sangre.
Y en esa copa va mi vida toda.
4
Me hubieras anunciado tu venida:
tendería como alfombra a tus pies
toda la sangre de mi corazón,
el terciopelo negro de mis ojos,
la fresca rosa de mis mejillas,
la seda de mi cuerpo.
Sobre eso reposaras por la noche
y pusieras en mis párpados tu trono.
5
La luna en plenilunio se encontró con el sol en su cenit.
¡eso son los que se aman en el pleno esplendor de su belleza!
6
¿Qué tomo yo? ¿La copa o el vino?
La copa transparente y coloreada,
el vino sutil y purpurino.
Pero el vino, cual la copa, es de colores
y la copa, cual el vino, es sutil, y tiene púrpura.
7
Tienes mejillas más rojas que las rosas:
son más sabrosas que el dátil miel.
8
Me miró altiva… ¡dulce era su mirada!
Erguido y duro talle: ríndanse ante él las lanzas.
Ya llega, ya está aquí: rosas son sus mejillas.
Ya sé de su dulzura y su frescor.
Un rizo cae sobre la nieve:
El ala de la noche que reposa sobre la paz de la mañana.
9
¿Sabes decir cuántas son las víctimas de tus ojos?
¿Sabes cuántos dardos de tu mirada han hendido corazones?
¡Feliz, feliz quien sufre esas flechas que tus ojos lanzan!
10
Cruel llega ella a mi jardín:
Toda ella un paraíso.
Rosas son sus mejillas,
peras y granadas sus pechos,
miel y rocío de luz su cuerpo todo.
11
Eres una armonía.
Tu cintura es un sauce que ondula,
tu estatura, luciente abedul.
Miel de panal de los montes tu saliva,
besa siquiera la copa y dámela.
Eres más dulce que el vino.
Abre tus labios para que mis ojos luzcan.
Resplandecen entre ellos las perlas de tus dientes.
12
Besar tus ojos es embriagarse con almizcle,
impregnada de color es tu piel.
Abrazarte es sentir desmayo,
el de rama de sauce que al viento y al aguacero se doblega.
Besar tu boca es quedar ebrio,
sin haber probado el vino.
Cuando amanece la belleza se mira en el espejo
Y se declara esclava de tu hermosura.
13
¿Qué es tu mirada? Fuego que no quema.
¿Qué es su mejilla? Un prado de hermosura.
No es bozo el que lo cubre: es seda y es aroma.
¿Qué es su boca? ¡Pregunte a quien supiera
en donde está la fuente de la vida!
Bello, bello y cual ciervo, corre y juega.
Cintura de ilusión y de sus labios
Gotea la miel cual brota de la granada abierta.
14
Después de haber repletado mi corazón con tu beso,
te sentaste en él como en un trono y lo hiciste añicos.
Tú velabas el sueño de mis ojos, pero ahora te has dormido.
Mis ojos en lágrimas se deshacían pensando en ti:
tu pensabas en otros amores.
Hermanas mías, poned en mi tumba:
Aquí yace una loca esclava de amor.
15
Si toco me estremezco
y todo mi ser se vuelve frenético.
¿Ver su cuerpo todo qué me causará?
La limpidez del agua y el oro de la luz lo entretejieron.
16
Son los relámpagos de tu cabellera
cuando se esparcen sobre tu frente
una aureola que forma la tormenta nocturna
cuando el cielo es surcado por rayos sin fin.
17
Luz de mis ojos, belleza de gacela:
Si te alejas, me muero.
Si te acercas, me embriagas.
Vivo ardiendo y me extingo.
18
El rocío matinal moja las flores:
tus labios humedecen.
Tus ojos, oh tus ojos, son un manantial:
en ellos apaga la sed el labio sediento.
Y tu boca… Tu boca es colmena que se hizo perlas
y brota la miel y rabian las abejas.
19
Cornalinas son sus labios, si sonríe:
miel que fluye su saliva.
Sus dientes, collar de perlas,
sus cabellos en sus sienes
se enroscan como alacranes
para morder el corazón de quien la ama.
De un recorte de sus uñas fue hecha la luna creciente.
20
Lunas y gacelas vienen a competir con él por la hermosura.
Pero yo grito: Huid gacelas… ¿Cómo competir con el ciervo?
Lunas, lejos… ¿acaso podéis vencer al sol?
Negra tu cabellera sobre la nieve de tu frente:
es el misterio de la noche sobre el brillo del día.
Tu mejilla es anémona y ese lunar es el estambre de su corola.
21
Duermes sobre la púrpura:
tu rostro es una aurora,
cielos del mar tus ojos.
Estás erguido en pie:
eres narciso y rosas.
Y te envidia la palma.
Si tus cabellos ruedan,
son gemas que se enlazan:
¿Qué seda habrá que pueda compararse?
22
Vino con ropaje azul: era un girón de cielo.
Fijó en mí sus ojos: eran dos espadas.
Encanto duerme bajo sus párpados.
Ojos suyos son dos espadas.
Labios, miel de panal. Mejillas, un rosal.
Su talle es un bambú. Bien clavado en la arena.
Más que la luna alumbra nuestra senda, si va de noche.
Me fijo en sus pupilas y me arde su flameo.
Y dos centinelas están en defensa de su corazón.
Duros como el hierro, más suaves que el narciso.
Traducción de Rafael Cansinos Assens
Estos poemas se encuentran en las Mil y una noches
Rafael Cansinos Assens (Sevilla, 1883 - Madrid, 1964) Poeta, novelista, crítico literario y ensayista español, uno de los principales animadores del efímero movimiento ultraísta. Es autor, entre otras obras, de poesías y prosas poéticas, como El candelabro de los siete brazos (1914), de las novelas El pobre Baby (1915) y El movimiento V.P. (1921) y de trabajos de crítica literaria, como La nueva literatura (1927). Tras su fallecimiento se publicaron dos volúmenes de sus memorias: La novela de un literato (1982 y 1985).
Trasladado a Madrid cuando contaba quince años de edad, desde muy joven comenzó a colaborar en las revistas de la época (Helios, Renacimiento, Revista Ibérica, Revista Latina), así como en tertulias literarias, con lo que obtuvo una posición privilegiada para la elaboración de una crónica de la literatura de su tiempo, que muchos años después plasmaría en los cuatro tomos de La nueva literatura (1927).
Rafael Cansinos Assens colaboró en Prometeo desde su fundación a finales de 1908. En la década de 1910 compaginó la redacción de libros de creación (El candelabro de los siete brazos, 1914) y de narraciones en colecciones populares (El pobre Baby, 1915; El manto de la Virgen, 1916; y La encantadora, 1916), con la preparación de prólogos y traducciones (Journey to England de Ralph Waldo Emerson y Mor Ganatisch de Max Nordau) y la publicación de artículos de crítica en La Correspondencia de España (de la que fue redactor entre 1919 y 1921), El País, El Liberal y Los Lunes del Imparcial.
Cansinos Assens representa quizá el mejor ejemplo del tránsito del modernismo a las formas de vanguardia, materializado en la revista Cervantes (1918-1922), fundada por Francisco Villaespesa. Desde 1918 se convirtió en el principal representante de un efímero movimiento vanguardista, el ultraísmo, divulgado en publicaciones como Grecia, Ultra y Perseo. La publicación de la novela El movimiento V.P. en 1921 supuso su alejamiento de esta escuela vanguardista.
Desde principios de ese decenio escribió sobre las innovaciones literarias y sobre los nuevos movimientos característicos de la época. Los mejores ejemplos de esta actividad son sus obras Poetas y prosistas del Novecientos (1919), Los temas literarios y su interpretación (1924) y Literaturas del Norte (1924), así como la ya mencionada La nueva literatura (1927). Su tertulia en el Café Universal fue frecuentada por los autores encuadrados en el denominado “nuevo romanticismo”: Díaz Fernández, Muñoz Arconada y Ramón J. Sender. Durante la misma época (desde 1925) publicó sus críticas literarias en el periódico republicano La Libertad.
Cansinos permaneció en España tras la Guerra Civil (1936-1939), dedicándose a ultimar sus memorias y a su tarea de traductor de las obras de Dostoievski, Schiller, Goethe y Balzac, así como de El Corán y del Libro de las mil y una noches, dentro de los intereses característicos del modernismo. De origen judío, su interés por la tradición hebraica quedó reflejado en antologías y ensayos como España y los judíos españoles (1917), El secreto de la sabiduría (1918), Las bellezas del Talmud (1920), Cuentos judíos (1921) y Los valores eróticos en las religiones (1925).
Semblanza tomada de la página Biografías y Vidas, La Enciclopedia en Línea. Fotografía extraída de la página El País.
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Fuente fotográfica: Jornal
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