VARIACIONES DE UN DÍA
el mar murmura muchas muertes
de la misma persona
muchos mares
adentro atraen hacia el fondo
del mar se le parece así revuelto
murmurando las muertes
de esa misma persona
a manotazos
otra emerge
***
como una cruz
el cormorán
sacude al sol sus alas
secan la piedra
***
y usted no nada nada
es que no traje traje
a nadar volveré cuando mi copia
deje de hacerlo
dentro de un cuerpo que no es suyo
y eso si vuelvo un día a los tejidos
onda ondularon como el agua
o las sábanas de una cama haciéndose
después silbidos aferrada al muro
las manos son los muros son las manos
buscan vestir la tarde ahora
dan campanadas
y un hipo a la corriente de aire
elevan
las sábanas y las recoge un soplo
de algodón donde algo redondo
reemplaza
***
no hay toque pero queda y
cada vez más temprano se hace tarde
en la ciudad tomada lirios
malabaristas mueven
y muchos más olemos sus antorchas
frente a la camioneta soles
de gasolina giran los universos por venir
no cantarle a la luna era fácil
cuando no la veía encaramarse
del árabe karāmah
honor por cada uno de los vidrios
y sin querer queriendo necesitamos la violencia
la trama del ciruelo y las gaviotas
era trivial y sin embargo
se mueve imprime su negro temblor
sobre la plata de las noches
éramos viejos éramos tan viejos
el sudor abre al fin ambas cortinas
de pulpa es el momento del carozo
y el escudo de choque nuestras
la enredadera y el cobijo
en cada luna de estas calles
***
las armas auditivas es el título
y esta quijada con zancudos quita
el sueño en que lo amarran a un avión
o lo rodean con botellas rotas
él en el suelo cúbrese la cara
las armas auditivas por la noche
desde el puerto la policía ulula
huele él huele fiestas en terrazas
a través de la trama del ciruelo y gaviotas
secas la buganvilia las toses de los perros
pitido alarma bajo el agua
y ronroneo por el aire drones
o pájaros tendidos sobre el horno
un guiso una promesa
de otra vida quizás futura ruge el
camión de la basura por la noche
pasa por vez primera y el intruso
olvida siempre algo en la ventana
y más liviano se retira así
***
nos pasamos la vida organizándola
salgo la casa enciende
como conmigo adentro y tú has de estar
rodeada por la lámpara
y sus termitas entre ceja y ceja
alas turquesas alzan el cojín
desde abajo braceo doy las gracias
entre el barco y la bruma el barco y yo
casi un naufragio a metros de la costa
con un puñado de ciruelas
diez gotas verdes para ti
***
insomnios
esta respiración pesada en ella
el hijo se demora adentro
duermen de lado sobre mí
una espera sin pendientes
ancha como el recuerdo del horizonte tras el cormorán
mientras seguimos encerrados
su ombligo es la sonrisa
y exhibe las alas de paloma
boxeada bajo la garúa
de la sábana azul y acre en fin
perseguirá palomas el cautivo
no sé cuándo vendrá
será puntual entonces
***
quizás un submarino
marea por las noches
los dedos de los pies estiran la panza transparente
como si él también supiera que su madre
es un globo en el aire donde podemos verlo todo
por vez primera y al revés
es su hora y tampoco yo querría bajar
***
las alondras las ardillas
y corazones de la enredadera
palpitan al más leve soplo
de quien pasa y no vuelve
ni era yo mi deseo
telarañas en los oídos
y mediagua de cicatrices
sabía lark es una alondra
aún no sé distinguirla ni menos agarrarla
como el agua o la luz
dejarlas ir
deben ser ellas quienes picotean
la bandera del cielo hasta estrellarla
las ardillas del pálpito
entre la enredadera se preguntan
cómo están ven las correrías
y bellotas en el chillido
cuando escuches al hijo y toques hojas
distingas entre cuervos la corneja
vamos a dormir antes
de que el intruso nos despierte
desde mañana y para
***
el veintitrés de abril nació will shakespeare dije en cama
queríamos dormir temprano y ya era medianoche se reía
de mi desvelo en la cocina si él y cervantes habían muerto hoy
también el inca garcilaso agregué tras golpearme con el borde
de la cama once días pasaban de la fecha
ya no nacía junto a hitler y el ultimátum de los médicos
era el día del libro eché de menos sus ronquidos mientras
los escuchaba adentro del embarazo los finales naciera o no
la internarían no podría acompañarla hacía treinta y nueve
días ya la pandemia clausuraba colonia
el bolso hecho desayuno mudo departamento de lichtstraße
dejó de honrar su nombre con los candados en live music hall
woanders sonic ballroom y otros boliches la escuché bajar
del hospital llamó llorando para sopesar sus opciones y cedimos
elegí los poemas que pidieron de más allá de la cortina y papas
salteé con puerros y zapallo había arenques colinabo en el
primer almuerzo solo en meses ella me iba informando
cómo acortaba el cérvix y la tarde detenida en la página de
gulliver’s travels de noche el episodio que me faltaba de
black mirror persigue a su pareja embarazada y al final no es
suya la hija puse pausa ante el nuevo llamado al hospital
ven por si la partera de la noche una dilatación
nunca estaría listo quedé a minutos del capítulo y
no cené en busca de las luces para la bicicleta el bolso
con ciruelas manzanas tarros de aceitunas declaración
paternidad y una bata asombrado no tenía pan para un sándwich
y me lancé a la calle junto a quienes burlaban
la prohibición de andar de a tres en el canal borrachos
recordaron vagamente el camino salí por una calle
desconocida iba atrasado para devolverme por la correcta
***
día cuarenta en cuarentena solo una sugerencia aquí en colonia
y una tinaja de agua ella murmura un canto
con la constancia gutural de un mantra ya afinado en ese único
tono cultrún o ciertas aves de la zona los ojos hacia atrás
no hay respuestas ulula la voz antigua se los moja
la enfermera me dice la misión echarle agua en la toalla para
mantenerla caliente sobre la panza y alemanas las preguntas
cuarenta a ella le clavan la anestesia la epidural el canto
primigenio me había emocionado esta vida venía de antes
pero el canto ecualiza su dolor contra las contracciones
la ópera o rezo de sus labios cremillas y vocal al salir de la tina
los alaridos vuelven cada siete minutos el reloj de la pared
cuántas pinturas sobre muerte la retrataron de esta forma echada
cuánto estertor de monstruos dilatación diez de la noche
dos centímetros tres de la mañana cuatro la pinchan y el
siguiente centímetro demora apenas una hora y media ya
no grita pero tampoco hay contracciones me traen un café
a ella la dosis mínima de oxitocina dicen a las cinco
y media traten de descansar un poco mientras
dormimos se dilata ocho centímetros calmantes
para evitar un parto súbito con el estrés que ya lo gira
desde ver las baldosas a observar las estrellas atascado
las pulsaciones bajan y entran médicos siete de la mañana
dilatación de nueve centímetros partera indica
los ejercicios recobrar la posición hay llanto cuando imponen
cesárea pido hablar con el doctor con gusto pero no hay de qué
me siento al lado de ella
tras la cortina de la sala de operaciones una mano es suya
la otra va en su frente oímos gua gua no un llanto ni un grito
una aseveración más bien el llanto es nuestro mientras
ponen un bulto púrpura de arrugas pelo sobre su cuello y cuando
la revisan lo acuestan en mi pecho veinte minutos
luego lo miro las tres horas que estoy ahí lo grabo succiona
el pezón de una vez así lo conociera solo eso me acompaña
en lichtstraße porque hay una pandemia
y siguen prohibidas las visitas
Enrique Winter (Santiago, 1982) es autor de Guía de despacho (premio Concurso Nacional de Poesía y Cuento Joven. 2010), Rascacielos (beca Consejo Nacional del Libro. México, 2008; Buenos Aires, 2011 y, como Skyscrapers, Nueva York, 2013) y Atar las naves (premio Festival de Todas las Artes Víctor Jara. 2003; Rancagua, 2009). Es, además, coautor de la antología Decepciones de Philip Larkin (Valparaíso, 2013) y del álbum Agua en polvo (premio Fondo para el Fomento de la Música Nacional, 2012). Traducidos a cinco idiomas, sus poemas y videos constan en un centenar de antologías y revistas. Es becario del magíster en escritura creativa de la Universidad de Nueva York; fue editor de Ediciones del Temple y abogado..
Enrique Winter es autor de los libros de poesía Atar las naves, Rascacielos, Guía de despacho, Lengua de señas y Variaciones de un día, de las novelas Las bolsas de basura y Sobre nosotros callaremos, del ensayo Una poética por otros medios y del álbum musical Agua en polvo, publicados en doce países y cuatro idiomas. Traductor de volúmenes de Emily Dickinson, G. K. Chesterton, Philip Larkin, Susan Howe y Charles Bernstein; por sus poemas ha recibido los premios Víctor Jara, Nacional de Poesía y Cuento Joven, Pablo de Rokha y Goodmorning Menagerie, entre otros y, por su narrativa, las residencias de la Universidad de los Andes en Colombia y de la Sylt Foundation en Alemania, donde vive actualmente. Magíster en Escritura Creativa por NYU, dirige el diplomado homónimo de la PUCV.
Fotografía de Nathan Cazella
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