Salamandras doradas
Mujeres del caldero
de veneno y antídoto
de rayos
de hogueras
de silencios
salamandras
que vuelan
sobre el agua
creadoras de portentos
milagreras
dadoras de consuelo
secadoras de lágrimas
hilanderas de nubes
bordadas
en pañuelos
dispuestos al adiós
salamandras doradas
dueñas de la palabra
mujeres todas
Duelo por la rosa (San José, EUNED, 2013)
Raspo mi desnudez
y me sumerjo
en la naciente ritual
recuerdo
que todo poeta
posee un espejo al infinito
y alas de ángel
o demonio
traspaso
la muralla de fuego
inmunizada
por la memoria del agua
ejerzo el arte
de volar entre escombros
y lanzo desde arriba
mi conjuro:
que el espejo
de la recordanza
nos ampare
que seamos
sus rehenes
que la arborescencia
del tormento
no nutra a nuestros nietos
que no se opaque
la visión de los hornos
amasijo de consignas
que no se desvanezca
el hilván de dolor
de las niñas de Dachau
ni los graffiti de los lúcidos
en los pabellones psiquiátricos
que los signados
por el dogma
sean una especie extinta
que no nos habite
en los dedos
ni en los pliegues
de las manos
que no encuentre
memoria en los espejos
que no crezca
sigiloso
en la maraña de las venas
lo conjuro
para que no nos habite
el olvido
ese hermano gemelo
de la muerte
De “Conjuro al olvido” (San José, Gráfica Génesis 2009, Nuestra Tierra 2018)
BOCADO
En el amor, como en la etiqueta de la mesa,
colocamos el cuchillo del lado opuesto al corazón
y con el filo hacia adentro.
En la mesa lo usamos para que la carne pierda
su rastro de mamífero o de ave,
para borrar nuestra vocación depredadora,
jamás para cortar el pan o llevarlo a los labios.
En el banquete del amor rendimos armas,
usamos las manos para acercar el alimento
y somos boca y bocado todo en uno.
FUEGO
Una mujer domestica el fuego
y la carne que los hombres arrastran a la hoguera
adquiere suavidad de cría, fragancia de florecillas.
Poderosa hechicera, aprende de los rayos
y de los incendios y le pone bozal a la catástrofe.
Después vendrá la cocción sobre la llama,
transformadora de fieras en comida,
las viandas favoritas de los dioses
que reclaman corazón asado desde los albores de la vida.
CALDO
La sopa de la abuela menea un fuego que habla con el tomillo
y se hunde en el pasto donde ella se extravía si sale a cortar yerbas
y regresa llamando a la primera o a la última amante del abuelo.
Sus ojos sin calidad de espejo, su mirada un solo rencor de herida bajo la sal.
En la segunda línea está el queso de la abuela, salado de enjugar lágrimas,
con especias como su piel de chiquilla de trece en su noche de bodas.
En la tercera, sus tortillas tiernas,
circunferencias doradas, el sol sobre la mesa.
Sin ellas, la sopa es solo un caldo oscuro,
amargo caldo oscuro la sopa de la abuela.
ACERTIJO
Cuando nos conocimos supiste que tengo piel de pimiento,
dulce o picante, según brille el sol o llueva.
Supe de tu palabra con sabor a pan para mil bocas y de tu mano araña
que hilvana suavidad de musgo en mi frente de arena.
Hemos comido tantas cosas raras.
Los erizos que menciona Aristóteles, con su cobertura de espinas.
Pepinos marinos y sus tentáculos, chapulines, escamoles,
gusanos de mamey, hormigas culonas, caldo caliente de serpiente estilo Shanghai, sesos de ternera rebozados, huevas de macarela.
Pero es cuando muerdo una fruta
que presiento la mirada de tus ojos astrales sumergirse en mi boca
y descifrarme.
ETRUSCOS
Arqueólogos buscan descubrir el origen de los etruscos,
yo busco descubrir cómo sonaban sus calderos y ollas de barro
al cocinar la carne de jabalí.
Sus abuelos comían día de por medio
y el día de ayuno inventaban juegos locos para engañar el hambre,
así que sembraron huertos, jardines, campos y viñedos
como conjuro contra la memoria de la escasez.
Jamás cazaban sin música de flauta,
con la que seducían y embriagaban a sus presas.
Igual mientras preparaban la focaccia con uvas,
amasaban el pan y desmembraban la carne.
Con ella abrían la puerta al inframundo y cortaban la rosa de cinco pétalos.
Esa era la música de sus cazuelas.
De “Menú” (San José, EUNED, 2019)
Marjorie Ross es poeta, novelista y ensayista costarricense. Autora de más de veinte libros, de diversos géneros.
Premio Nacional de Cultura Magón 2023, Ross recibió en 1997 el Premio Nacional Ángela Acuña de prensa escrita. En el año 2001 y en el 2009 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura Aquileo Echeverría. En el 2008 recibio el Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez, por 40 años de excelencia en el ejercicio de la profesión. Fue del 2000 al 2006, presidenta de la Asociación Costarricense de Escritoras (ACE).
Semblanza y fotografía proporcionadas por Marjorie Ross
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