Poesía de Byron Ramírez

 

 

MANIFIESTO DE LA CIGARRA

 

 

 

Muerta mi madre de frío antes que yo naciera

 

mi primer instinto en este mundo

 

fue sepultarme viva en el patio de la casa

 

 

 

Así   bajo el árbol de la abuela

 

hice de la sombra mi martirio

 

Entre raíces amamantadas por la lluvia

 

fueron míos todos los cadáveres del mundo

 

 

 

Por diecisiete siglos he visto crecer en mi espalda

 

cuatro alas de vidrio recortado

 

y un adiós tan hondo en mi memoria

 

al que no le estorba la queja del ciempiés sin bruja

 

 

 

No pude no herirme con mi propio filo

 

No puedo ahora contenerme en llanto

 

ante el cachorro que entierra

 

el esqueleto de un gorrión sobre mi frente

 

 

 

Todo el silencio acaba aquí

 

donde la noche

 

se arrepiente de callarme

 

 

 

Este el momento augurado

 

Es la huida la luz que lanza sobre mi cuerpo su conjuro

 

y esta vez sí tengo boca para alcanzar su grave anzuelo

 

y esta vez sí tengo ojos

 

 

 

De sangre tibia he recubierto mis párpados

 

para que me encuentre a tiempo

 

esa niña que huye de fantasmas

 

No se preocupen

 

Dejen que me hunda en su grito

 

en la pausa que hace de la vida

 

la parte podrida de la fruta

 

Dejen que me rompa las patas

 

ese ángel atroz y luminoso

 

y llegada la hora  

 

déjenme olvidar mi antigua piel

 

 

 

Veo mejor sin cara   Canto mejor sin boca

 

Dejen que me aniquile la fuga

 

del hombre que encuentra en mi vientre un revolver

 

 

 

Veo mejor sin cara   Canto mejor sin boca

 

En el pecho me ha nacido una nueva oscuridad

 

y hoy debo dejarla abierta.

 

 

 

 

 

CUANDO LOS RÍOS CALLEN

 

 

 

Cuando los ríos callen bajo los puentes 

 

y la ciudad se rinda sin retorno

 

seguirás el sendero de las rapaces hasta mi cuerpo

 

 

 

Pondrás sobre mi frente 

 

el átame que resguardas con orgullo

 

ahí donde los hombres aprenden a soñar con alacranes

 

 

 

Como un sorbo de leche

 

en la boca de un recién nacido

 

bajarás entonces por mis muslos

 

 

 

Será mi sombra 

 

el ciervo que atraviese el bosque 

 

para acurrucarse en tu garganta

 

Y nada podré ver   Y nada habré olvidado

 

 

 

Enredarás mi lengua entre tus piernas

 

como la noche-jaguarundi

 

enreda su ojo en los estanques

 

y los prende   y los asfixia

 

 

 

Para nosotros será por fin el silencio de la tierra

 

Y nada podrás ver   Y nada olvidarás

 

 

 

Cuando los ríos callen

 

y la ciudad se rinda sin retorno

 

yo he de ganarme la muerte

 

adentro de tu cuerpo.

 

 

 

 

 

ÚLTIMA FE DEL COLIBRÍ

 

 

 

Maldita sea la bendición de este vuelo

 

que entrega mi cabeza a las alturas

 

igual que un punto de agua

 

bajo esta nube de fuego

 

 

 

Yo que he inventado alguna noche

 

la fe del cansancio

 

ya harto de andar apresurado

 

en busca de sustento

 

 

 

Hoy maldigo la garúa que bautiza

 

el sueño de otras aves

 

y a mí me da la sed

 

y el tornasol de los astros inútiles

 

mientras alardea en mi cara

 

la pausa del agua y sus silencios

 

 

 

Un instante tan solo pido   antes del retorno

 

porque solo en el trayecto está mi hogar

 

lo sé

 

pero hoy nada me basta

 

 

 

y la vida sigue

 

como una roca sostenida a duras penas

 

y el día avanza rápido

 

y el viento y el rayo

 

no saben detenerse

 

ante este pequeño dios que me palpita

 

 

 

Solo en la marcha está la belleza y la caída

 

y esa pausa sigue estando lejos para mí

 

anuncian las ciudades

 

 

 

Es esta la condena de mi sangre

 

sentir el color del cielo sobre las alas encarnado

 

como un pulso tan constante y tan frágil

 

igual a una vida que cuelga de una flor marchita

 

y no poder mirar hacia otra parte

 

 

 

y andar

 

mientras los hombres me persiguen y me espantan

 

 

 

y andar

 

porque el aire se hace ligero

 

con el afán de sostener mi sombra

 

 

 

andar al fin

 

porque el sol anda también

 

a pesar de la tormenta

 

y los jardines y las fuentes

 

permanecen en el lugar de nunca.

 

 

 

 

 

VENGANZA DEL CAIMÁN

 

 

 

La luz del sol crujía sobre el agua

 

aquella hora en que juraste leer

 

en las entrañas de un caimán

 

el futuro de tu hija

 

 

 

La carne del reptil se tornó violeta

 

y el río se teñía con su sangre

 

Mi hija se ahogará por la mañana

 

Concluiste

 

Puedo ver su cuerpo

 

Es cada vez más oscura su silueta

 

El agua le hincha la piel

 

y es blanca la higuera que brota de su vientre

 

Puedo verla

 

En su muñeca aún lleva atado mi rosario

 

y entre sus dedos se asoma un nudo

 

de frutos venenosos

 

Puedo verla

 

Su miedo lo conozco de memoria

 

incluso mejor que mi propia cara

 

Lleva en su lengua incrustado

 

un amuleto de amatista

 

y entre sus párpados 

 

dos colibríes en lugar de ojos

 

Puedo verla

 

Ahora su muerte la conozco

 

la miro de frente y la sostengo   así

 

como a este animal despellejado

 

sobre las piedras de la orilla.

 

 

 

 

 

CUNA PARA FÓSILES

 

 

 

Verás un puma rastrear tu caminata

 

cuando apartes de tu rostro

 

esa máscara de liebre

 

 

 

Verás llover granizo sobre el sendero de la sed

 

Y no te importarán las víctimas

 

que vaya dejando el frío a su paso

 

 

 

Este es el abismo que vigila nuestro aliento

 

La piedra tallada bajo tu vientre

 

el último día del mundo

 

 

 

Tú sigue caminando

 

Aún no es tarde para hacer de tu lengua

 

un rincón de selva en mi costado

 

 

 

Ya suelta las amarras

 

Es tiempo de convertir la sombra

 

en lo que no pudo convertir el tiempo

 

El triunfo del vértigo sobre la carne

 

La llaga que se angosta y se dilata entre nosotros

 

levantando un muro contra los perros del olvido

 

 

 

Y vamos a quedarnos ciegos

 

y vamos a suplicar que nos maten   

 

uno sobre otro

 

cuando el beso se nos haya rebelado

 

 

 

No trates de encontrar lugar sin ruinas

 

en esta cuna para fósiles

 

Tu piel se ha vuelto espesa

 

más espesa que la niebla en madrugada

 

y solo yo puedo verte

 

ahora que Dios ha extraviado

 

su pupila muda en el deseo

 

 

 

¿Qué más quisieras pedirme?

 

Solo yo puedo verte a oscuras

 

venir hacia mí de rodillas con la boca abierta

 

Porque he dejado caer de mi pecho

 

la última serpiente moribunda

 

y has hecho con ella tu vestido

 

 

 

Y nada más importa

 

Hoy mi tiento te aprende

 

y siguen lloviendo ídolos de sal en la montaña

 

Ya no estás bajo mi umbral

 

 

 

¿Acaso puedes oír

 

más allá de la niebla

 

cómo arde todavía

 

aquel puma enloquecido entre los árboles?

 

 

 

 

Byron Ramírez (Desamparados, Costa Rica, 1997). Filólogo, poeta y profesor universitario. Primer Lugar Certamen Nacional Brunca (2018), Primer Lugar Certamen Nacional Martin Luther King (2017), Finalista Premio Internacional Emilio Prados (2019), Primer Lugar Certamen Facultad de Letras Universidad de Costa Rica (2019), entre otros reconocimientos. Gran cantidad de sus poemas han sido publicados en diversas revistas y antologías alrededor del mundo, y traducidos al francés, uzbeko, italiano, inglés y afgano. Ha publicado Entropías (Nueva York Poetry Press, 2018), Adamar (Poiesis editores, 2020) y Terra Incognita (Editorial Arboleda, 2021). Fue coordinador y editor general de la Antología Y2K (2018) y de la Antología Nueva Poesía Costarricense (2020) publicada por el Ministerio de Cultura de Costa Rica.

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Byron Ramírez

 

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