Poesía de Marianela Tortós Albán

DECRETO 'FLASH' CONTRA LA DEPRESIÓN

 

 

 

La sombra se olvidó de sí misma

 

como todos los tristes de este mundo.

 

 

 

Se curvó en su gris...

 

y lloró hasta esfumarse y no ser piel.

 

 

 

Esto es un karma intolerable

 

que el ser humano dibujó en sus ojos.

 

 

 

Tropiezos infinitos se han traído

 

a los pies de infinitas auroras.

 

 

 

Y nada pasa...

 

todo es un cáncer que se come el horizonte,

 

una circular venganza de la vida

 

que asfixia a la vida.

 

 

 

¡Ya basta!

 

No es normal chorrear tristeza de los poros,

 

cantar a oscuras,

 

morir ya muerto.

 

 

 

 

 

EL BRILLO

 

-A mi tía Julieta Dobles Yzaguirre

 

 

 

 

 

Volver a ser niña

 

es el simple truco de cerrar los ojos

 

y ver a tía Julieta bajar,

 

despacito,

 

del microbús Volkswagen rojo,

 

seguida de los cinco primos

 

-pollitos mágicos que me regaló la vida-.

 

 

 

Sonrisa eterna como jugo de naranja.

 

Sonido de río de ternísimos domingos.

 

Cariño abierto en el bocado de la mesa.

 

 

 

En el Catie un día

 

había dos insectos abrazaditos,

 

muy curiosamente abrazaditos… …

 

Solo imagino mi carilla

 

de ojos abiertos

 

a la espera de entender el asombro:

 

“están copulando”,

 

y desde allí las palabras

 

fueron el milagro de amor en mi vida

 

porque el diccionario ha sido mi amigo hasta la fecha.

 

 

 

El brillo de su esencia

 

desde la palabra y la caricia y la mirada,

 

desde la sabiduría de mujer perpetua,

 

de poeta inapelable,

 

de ser inaudito y necesario,

 

es el brillo inefable de la estrella al norte de mi vida.

 

 

 

 

 

EMPIEZA EL POEMA

 

 

 

A Laureano Albán

 

 

 

Hoy tengo que llorar.

 

 

 

Es viernes

 

y los viernes se apagan las velas de luz de este mundo.

 

 

 

Lo he sabido siempre

 

desde seta clarividencia maldita

 

y azul del poema

 

que nombra las cosas

 

como dios en pañales.

 

 

 

Llorar porque el poema comienza

 

y volará más allá de sí mismo…

 

paradoja irrepetible del amor.

 

 

 

Y cuando ya todos los latidos caigan

 

al raudal infinito de la ausencia

 

nombrarán la maravilla

 

desde el apellido doloroso de mi sangre.

 

 

 

 

 

REFLEJO

 

 

 

Escribo
y escribo
y escribo como loca para que amanezca,
para que la luz regrese a la almohada,
para que todos los fantasmas
que duermen conmigo
en esta cama
- como esta vieja costumbre del dolor -
me abandonen el costado marchito
de estas horas y de todas las horas
que ya no seré jamás.

 

Escribo, Dios mío,
porque me pusiste en las manos
este golpe de sílabas que sale de mis poros
cada vez que soy humana,
cada vez que regreso al abecedario en bruto
que se agolpa repleto de ceniza
en las noches como esta
que sucumbo al estertor,
a la siniestra estatua del silencio.

 

¡Dios mío, tengo que escribirme,
escribirme de nuevo
y estoy cansada en cada esquina!

 

Y escribo más,
como quien clava el mundo entero,
de rodillas,
alucinado en muerte,
en mitad de un verso hermoso.

 

Reflejo inmisericorde
que el Universo me heredó...
y escribo.

 

 

 

 

 

ROSA EXANGÜE

 

 

 

 

 

A menos-un-milímetro de mi vida

 

están vos y tu aliento…

 

 

 

Me retrocedo a mí misma en el hilo del silencio

 

y soy la rosa más moribunda de la Tierra.

 

 

 

La pasión es un pedazo de latido,

 

una aurora insospechada y guerrillera,

 

un desvarío atormentado que revive.

 

 

 

Vení, abrime este latido de rosa que me nace.

 

 

 

Vení, revolcá estos átomos de cristal enmudecido,

 

 

 

Vení, por favor,

 

al hallazgo de volver en pétalos mis manos.

 

 

 

En tu regazo

 

soy una rosa exangüe.

 

 

 

Vení, partí estos labios blancos que me estorban,

 

destrozá el pistilo adormecido y mutilante,

 

metete a la fuerza, a poquitos… en mi savia.

 

 

 

Hoy solo soy el rojo ciego de mí misma.

 

Es posible que mañana muera

 

y no quiero llevar el desánimo bajo tierra.