Poemas de Luissiana Naranjo Abarca

ÚNICA APROXIMACION DE DIOS

 

 

 

Cuando la arena se queda pegada en la boca de un niño,

 

uno no sabe si contar historias profanas

 

en un pueblo donde los grifos siguen abiertos 

 

y se llenan de tormenta junto a las lanchas estancadas en la arena.

 

Es tan profeta la sed de decir,

 

tan ansiada la voz,

 

tan recurrentes las preguntas cuando los zapatos marchan por tantas

 

calles y destinos. 

 

Sencilla la letra, detenida como un Dios solemne,

 

nos dice, dice, de las horas que invento multiplicarme,

 

o es la otra mujer,

 

las otras que se sientan a esperar paisajes extraviados,

 

telas para cubrir a sus hijos como si fueran marfil ausencia en el vacío.

 

 

 

¿Quiénes preguntan por la cadencia de la pirámide inhóspita,

 

de los barrios del sur americano,

 

de los suburbios neoyorquinos,

 

de los intérpretes del pez en su exilio,

 

y toda vertiente de los desaparecidos?

 

Podemos fingir las muertes que no se reclaman,

 

silenciar la oscura edad, la nuestra,

 

la de todos los que descansan en su celeste forma de encontrarse. 

 

Se ha perdido el límite de la luz,

 

el espacio de la oscuridad.

 

Se escucha un finito que abraza el miedo

 

para decirnos que no estamos derrochados.

 

Uno se hunde de todos modos en el mar de las apariencias.

 

 

 

Uno es un pasado diminuto:

 

-Alimentar las aves rapiñas de su jardín.

 

-Besar el pubis crédulo de las semillas.

 

-Matar las existencias del ojo estelar con que imaginamos a Dios.

 

 

 

Uno es una pregunta que olvida responder.

 

El esqueleto, el signo, la desnudez tienen azogues y paréntesis

 

cuando tomamos un café por la tarde

 

y remediamos con el amor,

 

lo cicatero.  Es un homicidio.

 

No existe aproximación si la fe está muerta.

 

Si el fuego depara la certidumbre.

 

Si lo muerto no es más que ausencia de azul marino.

 

Si la hoja es tan saliva en la existencia, tan húmeda de sí,

 

tan próxima de pan en la mesa.

 

 

 

Los jóvenes siguen sin escuchar.

 

Tarareo la historia de la sal cuando los veo.

 

Tan vivos de secretos y escándalos.

 

Yo paseaba con mi blusón de pana en su búsqueda.

 

¿A dónde encontrar la profunda ostra de lo perecedero?

 

Cesa el orden de las cosas, los amarillos experimentan.

 

Tan destino es la hierba donde nos acostamos

 

para hacernos el amor en la inmediatez del reflejo.

 

Alabar peligrosamente contigo,

 

el mundo que nos descubrió,

 

el auxilio,

 

la conciencia de lo improbable,

 

ese perímetro en donde el hombre necesita rezar.

 

No más a ciegas con el trigo o los peces de colores,

 

tanto barrio con lluvias en sus cuerpos,

 

tanto abandono en tantas profecías.

 

Así dormimos cada noche con la mínima aproximación de Dios.

 

 

 

 

 

Impertinente soledad

 

 

 

Estar sola no es un paso deshabitado.

 

No es la desértica idea de temer a los destierros.

 

Es abrir la ventana huérfana

 

y pensar en la huidiza sensación de la libertad.

 

Habito desde la oruga que se escapa lentamente.

 

Habito desde el sol ermitaño huyendo de noche.

 

Habito en la similitud de mi otra sosería,

 

la otra que es diáfana,

 

sin moderación.

 

Habito desde lo ordinario,

 

insumisa de las normas colectivas.

 

Habito desnuda desde mi ser irrepetible.

 

Habito desde la torpeza facundia y suelta.

 

 

No es estar sola, es ser sola.

 

Sola con la liquidez de lo mundano

 

que no es más que un deshecho exclusivo de lo gaseoso.

 

 

 

Tan única es mi habitación de multitudes,

 

de poesía concurrida y despierta.

 

Es mi voz dormitiva que se llena de abrazos maternales,

 

con mi sexo presente y evasivo.

 

 

 

Ser sola es mi secreto,

 

el enigma de mi quietud.

 

 

 

 

 

VIOLENCHELO

 

 

 

Abro las piernas como abrir la insolencia,

 

toda de mí es música,

 

toda de mí es esencial,

 

toda de mí es saber que mi cuerpo me pertenece.

 

 

 

Abro las piernas como soltar mariposas,

 

las notas altas de mis fuegos.

 

las notas bajas de mi ánimo,

 

las notas mujer de mi liberación.

 

 

 

 

 

 

 

* "Hasta el siglo XIX el violonchelo fue un instrumento vetado a las mujeres por culpa de la postura que debe adoptar el ejecutante: las piernas abiertas de par en par para dejar espacio a los 45 centímetros que tiene, de media, el instrumento en su parte más ancha.

 

 

Luissiana Naranjo Abarca. Tiene una maestría en Administración Educativa. Escritora, gestora del Encuentro El Poeta y el Medio Ambiente, cronista, columnista, escritora de textos escolares y literatura infantil. Ha creado como editora temas sobre poblaciones indígenas, mujeres con cáncer, derechos humanos de los niños, mujeres privadas y ex privadas de libertad. Siempre con talleres en poblaciones de minorías.

 

Pertenece a los grupos culturales NAMAI y Asociación Costarricense de Escritoras.

 

Tiene 8 libros de poesía. Es parte del Consejo Nacional del libro, el lector y las Bibliotecas.

 

Ha sido traducida en varios idiomas y en decenas de antologías internacionales como representado en muchos países por el mundo con su poesía.

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Luissiana Naranjo Abarca

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Luis Cruz Gutierrez (lunes, 22 julio 2024 13:52)

    Bello y original