A modo de prefacio
Para Gabriela
Ahora la luz del día.
La ciudad quedó tras de mi puerta
—secreto ámbar sus caminos.
En mi habitación, gratuitamente,
Pink Floyd toca para mí sus fantasías.
Soledad sin aduanas ni fronteras:
me diste pasaporte a ningún lado.
¿Para qué decir te amo si no hay nadie?
Inútil pronunciar en alta voz deseos.
Para qué huir del miedo y de la angustia
[acostumbrados
si se llevan tan bien con la cerveza?
Te quejas y estás bien,
nada duele entre los músculos.
Los nervios aguantan todavía
alguna decepción,
Más abandonos.
Al fin y al cabo tu mujer,
inventas,
puede parecerse a muchas otras.
Al fin y al cabo, ya no es tu mujer:
un nombre apenas para inventar tu biografía,
para repetir esta noche entre las sábanas:
«Hoy cumple un año mi amargura»
y traducirlo: Happy birthday!
Y perderte
inalcanzable, triunfal,
en el suicido del sueño,
happy birthday.
La amada
Mientras camina,
la mujer es su propio espejo.
No tiene aún 30 años
y huele a sol del verano,
es ardiente como una zarza incendiada
y una luna su belleza idolatrada,
el día preciso de su plenitud.
Cien o sesenta varones
han sido de ella
se dice o canta
Está a punto de danzar en la acera
con aquel cuerpo o aquel otro
u otro que la hicieron
lluvia, puerto, mediodía y ningún crepúsculo.
Ella es su espejo,
es la tierra, eterna,
y en ella dormirán todos los hombres
y un día dará luz al mundo,
sueña.
Bernardo Ruiz (Ciudad de México, octubre de 1953) estudió Letras Hispánicas en la UNAM y tiene la maestría en Diseño y Producción Editorial por la Universidad Autónoma Metropolitana. Fue becario de Narrativa del Instituto Nacional de Bellas Artes (1973) y miembro del Sistema Nacional de Creadores Artísticos del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2000-2006). Ha sido editor por más de 45 años en espacios, como la UAM y Plan C editores. Entre sus poemarios destacan: Pueblos fantasmas, El tuyo, el mismo y Juego de cartas.
Semblanza y fotografía proporcionadas por Carmen Nozal
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