Alfonso Chase, imprescindible
Hablar de Alfonso Chase desde sus logros no sería para nada difícil. Bastaría con enumerarlos: Alfonso Premio Nacional de Cultura, Alfonso Premio Nacional de Poesía en dos oportunidades, Alfonso Premio Nacional de novela, de cuento, premio Carmen Lyra de literatura infantil y juvenil, Alfonso Premio Centroamericano de Poesía, de novela, de cuento. Se ha hablado de Alfonso tantas veces premiado, tantas veces reconocido en sus múltiples facetas: escritor, profesor en universidades de Estados Unidos y en el país, maestro, editor, articulista, defensor de los derechos del artista, crítico, promotor cultural, Alfonso preocupado por el ambiente, Alfonso guardián de la Historia Patria, Alfonso filósofo, contestatario, entre un sinnúmero de etcéteras que lo conforman.
El caudal del cual podríamos alimentarnos es enorme. Pero más que una enumeración de sus logros, quisiéramos intentar una aproximación a su esencia, al menos a aquella parte de su esencia que nos ha sido posible vislumbrar, en este camino que la amistad, el respeto y la admiración proponen.
Y desde esa perspectiva sí resulta mucho más compleja la tarea. Porque trasmutar ese Alfonso esencial a la palabra, es como tratar de contener al mar en la palabra. Alfonso es vasto y profundo, como lo es el mar. Está lleno de mareas ocultas, de facetas ignoradas. No sé cuántos de ustedes conocen la obra plástica de Alfonso. No sé cuántos saben de su trabajo comunitario, silencioso y constante, del cual a veces tenemos un levísimo rastro por frases que se escapan en una conversación. No sé tampoco cuántos están enterados de su apoyo irrestricto a los creadores, su profunda solidaridad para conocer y guiar el trabajo de los demás, su mente abierta y su espíritu crítico, que, sin reservas, y ajeno a la idiosincrasia nacional del no compromiso, se manifiesta abiertamente.
Desde su nacimiento, en ese Cartago brumoso de los cuarentas, Alfonso ha sido un niño sabio. Luego, su paso por la vida de horizonte abierto que propone la cercanía del mar en su Golfito mítico, el Golfito de su niñez temprana, lo introduce en la palpitación de un universo extenso. Su formación adolescente en el Liceo del Sur, rodeado de presencias icónicas en el entorno familiar; su vida en México, abriendo aún más sus fronteras, y en los Estados Unidos, para completar lo que la Patria le dio, o lo que él entendió y rescató de su legado, a través de su profunda complicidad con el conocimiento.
Todo ello lo ha ido esculpiendo. Nada a su alrededor le ha sido ajeno. Siempre ha intentado comprender intensamente su momento, pero asentándose en lo que las culturas de distintos ámbitos y de distintas épocas le han ofrecido, sin dogmatismos y sin banderas, como no sea la bandera de la solidaridad y de su profundo amor al semejante, aun cuando algunas veces él se califique como egoísta.
Alfonso ha sido considerado por algunos políticamente incorrecto. Pero, agregaría yo, humanamente correcto, de una corrección que no ha permitido la más leve complacencia, el más leve desvío de su humano compromiso. Y esta sociedad cada vez más acomodaticia, más desinteresada por los intereses fundamentales de las personas, en muchísimas ocasiones no ha podido aceptar ese su compromiso con la verdad y desde la verdad, no ha podido aceptar ni escuchar su voz. Esa voz con la que ha denunciado la corrupción, los falsos ídolos, los caminos desviados.
Alfonso es un referente vivo para la generación actual y para las nuevas generaciones. Es un hombre de su tiempo, al mismo tiempo un humanista, un hombre del Renacimiento, un hombre necesario, un imprescindible en el nuevo renacimiento que la sociedad está obligada a vivir si quiere sobrevivir.
¿Y qué mejor para complementar estas palabras que la palabra de Alfonso, su palabra que lo dibuja desde su voz poética? Termino entonces compartiendo este poema de Alfonso Chase, hermano, amigo, reitero: imprescindible.
Entre el ojo y la Noche
Es más importante estar
A favor de la salud que
Contra la enfermedad. Es más noble
Amar la paz que manifestarse
contra la guerra. A tiempo,
la gloria del cristal y la risa
son más hermosas que la muerte.
El mundo está cayendo, no con la fuerza
Del yunque, sino con la verdad del agua
Minando la terquedad de la piedra.
El dinero se pudre a la primera lluvia.
El que acapara roba la esencia del trigo
Y la verdad fúlgida de la sal. El ojo
de la aguja es más radical
que la boca insomne del cañón.
No tengo mucho que explicar. La lengua
Devora el cerrojo de la cárcel. La golondrina
Rompe el eco y el corazón es un árbol
Descascarándose entre las manos. El hombre
Es solo un animal golpeado por la historia.
Y sobrevive.
Arabella Salavery
Premio Nacional de Cultura Magón
Arabella Salaverry escritora y actriz Premio Nacional de Cultura Magón 2021 Premio Nacional de literatura Aquileo J. Echeverría 2019- rama poesía y 2016 rama cuento.
Se forma en diversos
países latinoamericanos (México, Venezuela, Guatemala y Costa Rica) en donde estudia Artes Dramáticas, Filología y Teatro. Ha publicado en Costa Rica y algunas obras en España: las novelas
Nosotras, las que somos, El sitio de Ariadna y Rastro de sal; cuento: Infidelicias, Impúdicas e Íntimas; poesía: Otras Lunas, Fugit, Búscame en la
palabra, Llueven Pájaros, Erótica, Continuidad del aire, Violenta piel, Dónde estás Puerto Limón, Chicas Malas, Breviario del deseo esquivo Arborescencias. Su obra
aparece en antologías, periódicos, revistas y blogs literarios en su país y en Latinoamérica, Europa y Asia. traducida a múltiples idiomas. Ejerció la Presidencia y la Vicepresidencia de la ACE
(Asociación Costarricense de Escritoras). Edita la primera antología bilingüe Mujeres poetas de Costa Rica 1980-2020 que reúne cincuenta voces. Invitada a encuentros y festivales de poesía, y al
Salón de la Poesía de la FIL Guadalajara. Diversos escenarios han acogido su voz en recitales personales, Brasil, México, Argentina, entre otros. Ha participado como actriz protagónica y de
reparto en más de 40 montajes Trabaja en producción, dirección y actuación para radio, cine y televisión.
Semblanza y fotografía proporcionadas por Arabella Salaverry
Alfonso Chase (Cartago, 1944) es uno de los escritores costarricenses más relevantes e influyentes. Participó activamente en la fundación de la Universidad Nacional (UNA), de la cual fue catedrático, y en la que se desempeñó como profesor de talleres literarios, asesor cultural de la Rectoría, docente e investigador en la Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje y director de Extensión del Centro de Estudios Generales, entre otros cargos. Asimismo, ocupó puestos de diversa naturaleza en varias instituciones de Costa Rica, entre las que se pueden citar la Editorial Costa Rica (ECR), la Asociación de Autores (AACR) y el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes (MCJD), del cual fue cofundador en 1970. Poemas y relatos suyos han sido traducidos al inglés, francés, alemán, portugués, ucraniano, polaco, serbio, ruso y griego moderno, entre otros, e incluidos en numerosas antologías de poesía y narrativa. Premio Nacional de Cultura (1999) por su trayectoria artística de vida, Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en las ramas de poesía (1967 y 1995), cuento (1975), novela (1968 y 1995) y ensayo (1986); Premio de Periodismo Cultural (1987) y Premio Carmen Lyra de literatura infantil y juvenil (1978). El 1° de diciembre de 2022 recibió la distinción Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Costa Rica.
Fotografía de Rumi Antuna
Semblanza proporcionada por Alfonso Chase
Escribir comentario