Poemas de Dylan Thomas

AMOR EN EL ASILO

 

 

 

                              Alguien, extraño, ha venido

 

a compartir mi alcoba en la casa que no está precisamente en la cabeza,

 

                             una muchacha loca como los pájaros

 

echando el cerrojo a la noche de la puerta con un brazo, su plumaje,

 

                             rígida en el envuelto lecho

 

mistifica con nubes fugaces la casa hecha a prueba de cielo,

 

y también mistifica con sus paseos la alcoba de pesadilla,

 

                             sin límite como el vacío,

 

o cabalga los imaginados océanos de hacinamientos masculinos.

 

                             Llegó aquí posesa,

 

como que recibe la ilusoria luz a través del fuerte muro,

 

                             poseída por los cielos

 

duerme en la estrecha artesa, aunque también pasea el polvo

 

                             y delira con su voluntad

 

sobre los tablados del manicomio desgastados por mis lágrimas ambulantes.

 

Y elevado a plena luz en sus brazos por tiempo duradero y grato,

 

                             podré sufrir infaliblemente

 

la primera visión que incendió las estrellas.

 

 

 

 

 

Y YO ME SIENTO MUDO...

 

 

 

   La fuerza que armada de verde cuchilla se lleva la flor

 

se lleva mi verde edad;

 

la que hace volar en trozos las raíces de los árboles,

 

me aniquila y destruye.

 

Y yo me siento mudo para decir a la rosa hecha trizas

 

que mi juventud se quiebra con la misma helada fiebre.

 

 

 

   La fuerza que hace pasar agua al través de las rocas

 

se lleva mi sangre roja;

 

la que agota y deja secos los estruendosos torrentes,

 

convierte el mío en cera.

 

Y yo me siento mudo para gritar dentro de mis venas

 

cómo en aquel arroyuelo de la montaña se sacia la misma sedienta boca

 

 

 

   La mano que remueve las aguas en la alberca,

 

agita la arena movediza;

 

la que echa su amarra al viento tempestuoso

 

se lleva mi vela desplegada, mi mortaja.

 

Y yo me siento mudo para decir al hombre que está frente a la horca

 

cómo de mi propia arcilla se hizo el barro del verdugo.

 

 

 

   Los labios del tiempo van en busca del manantial;

 

el amor destila y recoge, pero en la sangre vertida

 

calmará ella sus desgarraduras.

 

Y yo me siento mudo para decir al viento

 

cómo el tiempo ha marcado con un tic-tac un cielo en torno a las estrellas.

 

 

 

   Y yo me siento mudo para decir a la tumba del amante

 

cómo en mis propias sábanas se retuerce el mismo abyecto gusano.

 

 

 

 

 

(Traducción de Max Henríquez Ureña)

 

 

 

Estos poemas fueron tomados de la revista Orígenes, año 12, número 38, año 1955, La Habana, Cuba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dylan Thomas (Swansea, Gales, 1914 – Nueva York, 1953). Poeta galés en lengua inglesa. Durante un tiempo trabajó como periodista para el South Wales Evening Post y durante la Segunda Guerra Mundial, como guionista para la BBC. Escribió también guiones radiofónicos y cinematográficos. Se dio a conocer como poeta con Dieciocho poemas (1934). Defendió sus concepciones estéticas en Retrato del artista cachorro. Murió en Nueva York el 9 de noviembre de 1953; sus últimas palabras fueron: «He bebido 18 vasos de whisky, creo que es todo un récord.

 

 

Fuente biográfica: Nórdica libros

 

Fuente fotográfica: VANITY FAIR

Max Henríquez Ureña nació el 16 de noviembre de 1885, y falleció el 23 de enero de 1968. Fue un destacado escritor, poeta, profesor, investigador y diplomático dominicano.

 

 

Fuente biográfica: Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano

 

Fuente Fotográfica: Wikipedia

 

Escribir comentario

Comentarios: 0