Eternidad
Hace dos horas
no cabalgamos
en el filo de la cama,
ni tus manos
bañan mi cuerpo;
esos labios mudos
dejaron de platicar en mi espalda
y mi lengua en este instante
sólo respira café.
Sí,
hace dos horas
tu pelo se abrazó
a mis dedos,
tus ojos sin ver
se extendieron en mi sombra,
pero esa voz,
dulce voz…
Siguen pasando los minutos
y no deja de enchinar mi piel.
Castígame
Desata hilos
de noche,
con tus pezones
coloca alas
en mis labios,
evapórame
con el temblor
de tus muslos,
golpea al viento
con pétalos
de tu voz,
sonríeme,
bésame,
hiéreme,
castígame;
con el peso
de tu cuerpo…
sobre mi piel.
Juego
… y lo único cuerdo
es tu voz,
frágil,
tierna,
amante;
como si los cuerpos
fueran un montón de huesos
quitando asperezas
de la piel,
trazando líneas
invisibles,
palpitando en olas que gritan
sin abandonar
nuestros labios;
y el viento
no se mueve,
ni perfora
los cristales de tus ojos,
ni forma remolinos
con las lenguas.
Detente,
déjame respirar;
escribir un poema
con tu pelo escondido entre
mis dedos.
Volar
a Oliverio Girondo
Oleadas de piel
golpean mi rostro,
pierdo el contorno,
las sombras, tu sombra.
Los dedos trazan
caminos
en deshabitado cielo,
apaciguando gemidos,
frases entrecortadas,
lenguas extraviadas.
Amenazan
besos cortar la piel
hacer fragmentos mi cuerpo
absorber mar de estos ojos;
aspirarme por completo.
Y siento los dedos del viento
caminando en mi espalda,
agitando el pelo,
azuzando los brazos.
Oliverio; ve,
me está
enseñando a volar.
Papel
Me gusta despertar y encontrar sus ojos,
sentir la mirada tierna
besar el rubor de sus mejillas
morderle los labios.
Me gusta verla sonreir;
imaginarla con frío,
y con ese pretexto
no alejarla de mis brazos.
Me gusta su frescura,
al toque perfecto
anidado en su piel.
Me gusta…
Amar su rostro de papel.
Penumbra
Sin luz en tus ojos;
juega
en la noche de mi piel,
incendia
la cama con pétalos de orquídea.
Susurra en las veredas
donde no soporto
caminar en silencio;
arrastra
mis cenizas por tus labios,
condúceme
al centro de tu piel:
y que el viento aullé
con nuestros gemidos.
Préstame tus manos
Préstame tus manos para untarles fuego,
arroparlas en rincones
donde suspiros echaron raíces;
deslizarlas en olas de desierto,
en mar,
en sombras flotantes.
Jadeantes treparán los arcoíris,
para,
con su fuego,
crear matices fosforescentes.
Besarán a la luna con inhalaciones de animal,
morderán cometas,
y radiantes bailarán
en senderos de cualquier estrella.
Aprenderán a besar lágrimas en sus vertientes,
a disfrutar del Edén en mi cruz,
aprenderán a guardar silencio;
cuando desnudos y sudorosos,
entendamos del por qué,
es preciso que reinventemos el génesis,
después de cada orgasmo.
Dime, Dulcinea
Dime dónde duermes, Dulcinea, dónde descansas dulcemente. Dime; ¿devoras documentales dilatados? ¿De dónde diantres datas demencia? Deberías dinamitarte, descerebrarte, desechar diferencias detrás de duende disoluto.
Dime dónde duermes, deshilvanada; de domos desdichados, desgraciados, delirantes; Dulcinea, divinamente destroza dos dardos, dos delincuentes distraídos, dantescos, doblegados, duramente demacrados.
Dulcinea.
Dulcinea.
Dónde duermes diminuta diva. Dubitativa, derrotada deambulante. Difíciles días, derrumbaron dantescos demonios de dolores diurnos, de dagas; de damas despechadas, defraudadas, divorciadas.
Dulcinea, debutante descuidada, deambulas desangrándote. Doblégate. Dificultas diseños de dualidad, deliberadamente dramática; deshecha… destilando desmadres.
Dónde duermes, diablura. Disfrazada de devoción, desventurada, desdichada. Desvelémonos depravados, desnudos de dioses desalmados. Dormitemos disparatando despedidas, desamores
descarnados.
Duerme, Dulcinea.
Duerme detrás del dorso.
Nuestro secreto
He dejado grafitis en las costillas de la muerte, me recosté en sus grandes heridas con la promesa de construir ternuras, frente al bálsamo de humo que nos llama a consumir fantasías. Sé que despertaste desahuciada, con la miranda despedazando indiferencias en el desconcierto de cerezos ebrios, vibrando en la desvelada promesa de unir los hilos, que la osamenta con absurda risa ha vuelto un infierno. Se ha desdibujado la fragilidad de la ventana donde tu risa, tu mirada y tu fuego hicieron morada, la almohada ha sembrado telarañas en sus tragedias; levita, abandona sus laureles, sufre, calla en tímida ironía, se autodestruye en polilla de carmín. Nuestro secreto se arraiga en lo prohibido, en el tiempo de pesadillas derrotadas, junto a fogatas de caricias peregrinas.
Hoy la neblina, arde en la respiración del cosmos; tonto enemigo del llanto, del polen abandonado en la cosecha del armario.
Sospecho que el placer y la rabia, son el temblor que desteje las velas, que arrastran el polvo de un motor en cansancio extremo, por perturbar la angustia de unos ojos color café. Hundida en los surcos de la arrogancia, has consumido una sinfonía de ironías lacerantes, bailas en el urdimbre de semillas encendidas, en la memoria de una libertad con sabor a loca tormenta.
Esperaba perderme consumiendo tus secretos, en los sueños de tus parpados, en el pudor de la canela ardiente de tus portales nublados. Esperaba escribir aislado en las líneas de la desesperanza, derramar experiencia en los tejados de tus hoyuelos.
Sí, volvería a besar a la muerte, perturbar sus ríos de copas heredadas, volvería a sembrar flores para apuntalar los valles que dan brillo a tus ojos. He recluido leños en el camino que me lleva a ninguna parte, he dirigido trayectorias sin rumbo, iluminando casas de una población extraviada del mapa. He roto mi promesa de morir aislado, de vender mi alma al olvido, de beber la tierra para calmar mi sed, de soportar la derrota en completa armonía, para cubrir el vacío de tu tranquilidad.
¿Entiendes lo hermoso del contrato, la fuente del inmueble derruido por la naturaleza? Eres mi cura, mi angustia sin importancia, optimismo recostado en las tinieblas de un pequeño ombligo donde me resguardo.
Puedo enseñarte a volar
Descubrí que no sabes volar; mirando el diluvio en los pasillos de tu pelo, desenmascarando tu anestesiado caminar en los pastos del sembrador que jugó al sacerdocio en el confesionario de los deseos, y fomentó mordiscos no sólo en tus labios. Lo supe cuando observé el resplandor de tu espejo peleando por silenciarnos, por borrar la claridad que carcome nuestras señales al encontrar el hambriento paisaje de tus muslos, atizando llantos en el trote de un silencio escarchado. Vi el resplandor de tus tejidos, haciendo ejercicio junto al tren de adolescentes, desmoronando estatuas de sal con la lengua a punto de jadeos en el naufragar de las siete de la mañana. Juguemos al suicidio sin huellas, sin luto, sin templo de hojas sobre el tejado, donde tu inocencia quede inerme y tu aliento, de rienda suelta a plegarias de sucias emociones. Juguemos en el frío descalzo de los secretos robados, en la ceremonia de bragas con labios rojos.
Arrópate en la inocencia del pescador de algodón, del viajero idílico cuando a tropezones, pinta luceros en los linderos de tus carcajadas. Cuéntame de la llovizna que reescribe los nombres que se amamantaron en tus inviernos, de los adolescentes con fiebre peleando por abrevar en tu cristal de ensueño. Brota tu esencia de escudos rotos, de armas trazando versiones caseras, en la tenue humedad de tu voz salpicando cielos y helados de nuez, quemando vientos de arena en la playa de sirenas de dientes perfectos.
Escucho el aleteo de las bandadas de guacamayas nombrándote, trayendo mensajes a la vuelta del espeso ronroneo de tus pasos, caminando en el amargo y desolado cosquilleo de mis excitaciones. Guardaré la ternura que atrapamos al caer en el incierto pozo del ardor, en la esperanza de lo irreal, en el odio de los vellos erguidos, en la necedad creciente de nadar en partículas de implantes de sueños, que convierten milímetros de carbón en señales de mariposas besadoras.
Me preguntas, si creo en el ángel que tatuará mis dedos en tu barca, forjará estrellas en mi cama, desaparecerá mis infiernos; y me vuelves a preguntar; ¿aún me puedes recibir? Ven, ven mi amor, quiero enseñarte a volar.
Félix Cardoso. Nacido en el corazón de la Cultura Matlazinca, Calixtlahuaca, México. Con más de veinte años de trayectoria como escritor, ha publicado: “Éxodo al génesis” 2020 Editorial Dark Light (Edición Bilingüe Inglés-Español), “Disfrutando mis pecados” 2020, "Sabor a piel", 2012; "Trazos en la piel", 2010; "Navegar en la piel", 2009. Poesía amorosa-sensual-erótica, Editorial Cofradía de Coyotes. Las plaquette´s “La hojarasca vuelve a nacer”, y “Sin el Aroma de tu rezo”, 2005.
Nombrado Embajador Universal de la Cultura, por el Estado Plurinominal de Bolivia en el marco del VIII Encuentro Internacional de Escritores en Tarija Bolivia 2015, distinción avalada por la UNESCO.
Promotor cultural; ha realizado primero y segundo encuentro literario “Señores del palabra florida de los rumbos cercanos y lejanos”, poesía dedicada a nuestros ancestros, en Calixtlahuaca, en dónde habitó el señorío matlatzinca.
Aparece en más de cincuenta antologías tanto de narrativa como de poesía, en México y en algunos países de Latinoamérica.
Compiló junto a Martha Lujano Valenzuela, el poemario Xochitlajtoltin Anawakej (Señores de la palabra florida de los rumbos cercanos y lejanos) 2023 y 2024, poesía dedicada a nuestros ancestros, reuniendo voces de poetas de diferentes lugares de México.
Compiló también Elegías del remolino 2023, junto a Eduardo Villegas. Poemario en el cual aparecen 16 autores de diversas partes de México, y los poemas versan sobre los seres queridos que ya trascendieron.
Aparece en revistas como: Revista Siempre 3303, 2016; Castálida, Editada por el IMC, 2013; Molino de letras, Revista de literatura y Humanidades #58.
Ha participado en encuentros nacionales e internacionales en Colombia, Ecuador, Argentina, Bolivia y Nueva York
Ha realizado presentaciones en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Palacio de Minería, Zócalo de la Ciudad de México, Consulado de México en Nueva York, entre otros.
Semblanza y fotografía proporcionada por Felix Cardoso
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