Nombre animal
En la oscuridad nada puede nombrarse
la lengua es un cometa que se escurre.
Las pupilas se extienden
para que de los ojos nazcan las ranas.
Pero la mugre se madura en los estanques.
Me ahogo en el surtidero de mi cabeza.
Me lo habían advertido
No te acerques a los soles bajo el agua
queman al extinguirse y aúllan.
En la oscuridad nada puede nombrarse.
Entonces deambulo con el rostro poblado de huevos.
Hay un nombre animal
mitad renacuajo
mitad sangre
y en cualquier momento será
una constelación de corales rojos.
No te acerques a los soles bajo el agua
queman al extinguirse y aúllan.
Espero
La nada gime igual a los recién nacidos
cuando juegan con el comienzo de la muerte
en sus bocas.
Espero
No hay salida.
Esta boca es el vacío más doloroso que he probado.
Cuerdas
Me tragué mi voz.
[Tragarse las cuerdas se siente como tragarse un chicle, se desprenden de la laringe y bajan en un grumo elástico. La única diferencia es que el resto del cuerpo también es engullido. La voz es el primer hilo que se suelta para desdibujarlo todo.]
Cierro la boca y la llave de mi último terreno se hunde,
se vuelve aguja.
Tragar y callar son lo mismo.
[Se apagan los árboles rojos que crecen dentro de los pulmones.]
Entonces callo.
Desaparece la casa que antes quise habitar.
Entonces caigo.
Callar no es muy distinto a la muerte. Es parir un abismo hacia dentro.
[Alguien empuja de vuelta la creatura expulsada por el canal vaginal para sofocar sus gritos.
Nace un silencio carnívoro y se encaja entre las amígdalas. Espera tras su pelaje de hongo blanco. Hasta que grita y la parte más lechosa del aire se fractura como un fémur.]
Las plumas de los ángeles están podridas.
Lo sé porque un olor a estornudo inunda al universo desde el tallo.
Nado lejos de la peste.
El ruido es la única dirección posible.
Ya no tengo nada que callar.
Fuera lo que fuera, se disipó,
y yo me fui con ello.
[El fondo de la noche es un par de encías que sangran. Ahí no hay dientes, ni llaves, ni agujas.]
Pero no distingo nada desde aquí arriba
y ya no hay cuerdas que me salven de todo este blanco.
Enunciación
A R.P.
Un nombre ensaya tomar cuerpo,
pero es éter, se evapora.
Sus rumores no se encuentran
y no alcanzan a emplumarse.
Aquí, en el terreno de lo mundano,
yo creo escuchar vocecillas y súplicas.
Las llamo,
¡Me corresponden!
Son frenesí de luciérnagas
lamiéndome los tímpanos.
Solo yo percibo su sinfonía
caóticamente hermosa.
Vislumbro la fragancia del deseo,
el paraíso se vuelve plástico
bajo mis uñas.
¡Lo toco, lo rasgo, lo pierdo!
Persisto enloquecida.
Después de múltiples intentos
con ojos celestes y turbios
llego a sujetar todas tus notas.
Tu nombre, embrión de ave,
cae de mi boca y me deja
su placenta entre los dientes.
Ya no tiene nada que ver conmigo
surcará peñascos y paisajes.
Descanso
porque finalmente existo
en el mismo mundo
que tu nombre habita.
Quiero que me odies
Quiero que me odies,
que me veas y quieras que me muera.
Quiero ser el dolor más cálido que has sentido,
la aguja que te tragaste y no ha caído todavía.
Quiero tanto, tanto repugnarte
de todas las maneras posibles.
Que un espontáneo pensamiento de mis manos
se te meta en el centro de la cara y te la arrugue.
Que detestes con tu corazón suave
a todo aquel que pronuncie mi nombre,
para bien o para mal, no importa.
Ojalá ese sonido ambiguo
sea un grito espeluznante
en medio de callejón mojado;
el tap de las patas de las ratas del desagüe.
Que te duela en el cerebro, en la panza, en el pecho.
Quiero ser el alma en pena encerrada en tu cabeza
que solloza todas las noches y reniega.
Si logro algo de esto será suficiente,
podré morir tranquila algún día.
Y, tú, no te preocupes, no sufras,
que te acompañaré piadosa a mitad de tus noches en vela.
Te abrazaré cuando el odio se expanda como el moho en tu casa.
No me apartaré nunca de tu lado,
te lo prometo.
Puedes contar conmigo.
Le suplicarás al fantasma de lo que fui
que no se vaya, que no descanse.
Llorarás y te retorcerás para que te arrulle,
porque sabrás que de cualquier otra forma estarás solo.
Cuando te levantes y la casa esté sucia,
no te importará porque me sentirás hundida
en tu piel interna como sanguijuela,
el gusano del tórsalo,
el huevo de la mosca,
y estarás tranquilo.
Enfermo,
adicto,
tranquilo.
Cuando el cuerpo se te descomponga,
brotaré desde adentro como hiedra,
y estaré contenta.
Tranquilo, mi amor,
esto es lo que te espera.
Por no amarme más
me odiarás toda la vida.
Yo no aguanto emociones tibias
y lo sabías desde el primer día.
Viento inmóvil (Editorial Universidad de Costa Rica, 2020)
Vil dinámica
Hoy quiero escuchar mentiras
jugosas como entrañas y carne rosada
que se desborden ridículas por el filo de tu lengua,
y agonicen unas sobre otras a tus pies
recién paridas por su padre
tus insaciables ganas de ser alguien.
Sé despiadado, vamos, dáñame con fuerza
necesito del veneno y de tus malas prácticas.
Tu pecado es dulce como selva negra
sirope espeso y gasolina en llamas.
Tú te llamas como yo te diga
sin necesidad de preguntarte.
Dame tus palabras, ¡dámelas!
Como confites morados y negros
de un extraño en la calle
en un carro polarizado
que me jala con el dedo
y yo voy para entregarme.
No seas tonto
que este juego es mío
y ya gané
si pensaste
que me dominabas.
Qué aburrido.
Guardo con ternura
una a una tus blasfemias
calcomanías
en la puerta del refrigerador.
¿No te das cuenta?
Me haces crecer
cuando crees
que me maltratas.
Hazme inmensa
sé más potente
enorgulléceme.
Si soy franca
nunca he visto
escena tan patética.
Me amenazaste
con la vida entera,
me lo diste todo
pero fallaste.
Humillado kamikaze.
Viento inmóvil (Editorial Universidad de Costa Rica, 2020)
María Macaya Martén (San José, Costa Rica, 1991). Su primer libro de poesía, Viento inmóvil, recibe una Mención Especial en el Certamen de Poesía 2019 de la Editorial de la
Universidad de Costa Rica. En el 2023 una selección de sus poemas obtiene Mención Especial en la 40 edición del Certamen Literario Brunca de la Universidad Nacional. Coordina la columna Donde van
a morir las flores en Revista Cardenal de México. Es máster en Literatura Comparada de la Universidad de Oxford, en Inglaterra. Se especializó en poesía, en el simbolismo francés y el modernismo
hispanoamericano.
Semblanza y fotografía proporcionadas por María Macaya
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