Poemas de Valeria Sandi

Arte poética/Palabras

 

 

 

Llevo dentro

 

una luciérnaga

 

herida

 

sobre las palabras

 

cómo sostener su luz

 

sin condenarla

 

al dolor.

 

 

 

Mi escritura

 

busca zurcir la carne.

 

Mientras la aguja

 

va cosiendo

 

los piquetes de la memoria.

 

Son mis ojos

 

esperando tinta

 

como la lluvia

 

aguarda su arena.

 

 

 

Desde las entrañas

 

del lenguaje

 

me va creciendo

 

la luz de luciérnaga

 

 

 

Se prepara

 

éste cuerpo

 

 

 

Quiere

 

hilar todo el fuego

 

de las palabras

 

y hacer pasar

 

sobre la sangre

 

toda la poesía.

 

 

 

 

 

Geografía de los pasos

 

 

 

Viva está la fuerza

 

de los que aún navegan

 

y curan

 

sus sueños mutados.

 

Viva los que aún tienen brazos

 

que despliegan sus alfombras enrolladas.

 

 

 

Quiero reconciliarme con los sueños,

 

que los matorrales

 

no detengan las incertezas de mis pasos.

 

Quiero vaciar mis pensamientos

 

desollar todos los sollozos que no me pertenecen.

 

 

 

Quiero recolectar la fuerza

 

de los que han conocido el fracaso

 

y viven.

 

 

 

Quiero aprender a lavarme el rostro

 

junto a las personas

 

que empeñaron sus ojos

 

a la muerte.

 

 

 

En los periódicos

 

se ven fotografías quemadas

 

Y no alcanza ya la garganta

 

 

 

cuando todas son palabras líquidas

 

ecos que caminan de noche

 

con rumbo al mediterráneo

 

para desembocar las últimas lagrimas

 

antes del naufragio.

 

 

 

 

 

Manchas

 

 

 

Hoy

 

soy un cúmulo de vocales

 

que ni la noche

 

enciende

 

mi mano se quedó

 

con el silencio

 

que dejaste

 

porque te gustan

 

     las palabras fugaces

 

las que te dejo mojadas

 

las sueltas en el camino

 

se lastiman mis palabras

 

por ahí deambulan cortadas

 

y las hienas que andan sueltas

 

reconocen el olor de mi sangre.

 

 

 

Nuestra historia es de pájaros

 

 

 

Tú luchas con la sombra

 

toda la noche, y toda la noche te visitan

 

huestes de astros, trepando al cielo, o al hundirse:

 

Compañero en la aurora del lucero del alba,

 

 (Samuel Taylor Coleridge)

 

 

 

 

 

 

 

Estamos aquí

 

contando palabras

 

el tiempo es una piedra blanca

 

lanzada al río de nuestras venas.

 

 

 

Escucha el caudal

 

de nuestros sueños

 

mientras enciendo los minutos

 

sin diluir el cielo.

 

 

 

Mira la piedra

 

               para que crezcan olas

 

 con la pulsión del deseo

 

 

 

Abre la memoria

 

con su sol de herencia

 

se alumbrarán nuestros ojos

 

             pájaros 

 

destinados al fuego.

 

 

 

 

 

Disección de un poema

 

 

 

Oler su carne

 

tocar su rojo misterio

 

esparcido río

 

en la hoja

 

moviendo horizontes.

 

 

 

Quiero recorrer

 

su circulación sanguínea

 

desde el origen

 

sentir el fuego

 

de cada letra.

 

 

 

Quiero saber

 

con qué pulsión

 

trasportó Sáenz

 

la noche paceña

 

de vena en vena.

 

 

 

Abrir

 

sus versos

 

escuchar los pasos

 

del aparapita

 

cargar en su sombra

 

siempre cargando

 

vida y muerte.

 

 

 

 

 

Marta

 

 

 

La infancia

 

marca latidos

 

en la memoria

 

Un reloj de arena

 

es nuestra mirada

 

el dolor cronometra

 

con 10.357 granos

 

la caída.

 

 

 

Nos repartieron

 

la sombra

 

sin decirnos

 

que llevaría nuestra forma.

 

 

 

Desde los dedos

 

de la sombra

 

creamos la boca

 

del cocodrilo

 

sobre la pared

 

del sueño.

 

 

 

No sabíamos jugar

 

con nuestra voz

 

por eso

 

esta infancia no tiene sonidos.

 

 

 

Cuando aprendí

 

a preguntar

 

devanaron en el camino

 

mi sombra.

 

 

 

Crecí

 

con la mitad

 

de mi reflejo

 

a tu espera

 

encendí las palabras

 

de cada estación.

 

 

 

Aprendí a costurar

 

un ojal para el sol

 

de nuestros días.

 

 

 

Y no encontré tu sombra

 

solo granos del recuerdo.

 

 

 

En las escondidas dijiste

 

grita para salvarme

 

Digo Marta

 

Y solo caen piedras

 

sobre tu nombre.

 

 

 

 

 

Inhalar

 

 

 

Este aire

 

ciego de tiempo

 

oscurece la ventana

 

sin preguntar

 

gira la mañana

 

  del vidrio a la memoria

 

astillas de tu nombre

 

    me abren la mirada.

 

 

 

Soplas el amor

 

Y tu aliento incinera el sol

 

Descalza te pienso

 

            y me corta dos veces

 

el silencio de la herida.

 

 

 

Hoy te dejo

 

          mi espera

 

    en una vela

 

con su deseo carcomido

 

se apagan los sueños

 

          esparcidas cenizas del 23. 

 

 

 

 

 

Esplendor

 

 

 

El sol

 

de Montevideo

 

ingresó por la ventana 506

 

no es una suite

 

ni el Cervantes

 

tiene que saber

 

que la 205 dejó de iluminar

 

desde que tejimos

 

 nuestras palabras.

 

 

 

Invertimos el hambre

 

para desayunar

 

sin subir al sexto piso

 

y descubrimos

 

en los claveles bajos

 

del deseo

 

   pimienta para el mañana.

 

 

 

Cuando nos entregaron

 

sábanas nuevas

 

la piel

 

relajó el día

 

en el aceite de sus horas.

 

 

 

 

 

La siesta llegó

 

para arrullar en tus cejas

 

los versos circulares

 

Y el anochecer

 

los hizo volar

 

 desde tu voz.

 

 

 

 

 

Ahora

 

cuento los minutos

 

de mis palabras

 

cuando asoma el recuerdo

 

de tu sonrisa llena

 

pajarito.

 

 

 

 

 

Ya retoma la madrugada

 

y cada ala de dobla

 

como hojas

 

que parten su estación.

 

 

 

Petrone

 

                   tenía razón

 

cuando miraba desde la suite

 

un pedazo de cielo, casi inútil

 

si el sol

 

es un aro de olvidos

 

que arde hoy su desamparo

 

en la 506

 

         se caen

 

            láminas de nuestra memoria

 

cuando el hotel

 

cierra sus persianas

 

            y ésta mirada

 

 intenta sujetar el duelo

 

de otra puerta condenada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Valeria Sandi Peña. Nació en Santa Cruz, Bolivia, en 1991. Escritora, y abogada. Publicó los poemarios Ambidiestros (2014) en coautoría, La luna lleva sal, (2016, 2018), Rincón de lluvia (2018-2019), Raíz de Ceniza (2020), Antología Lluvia de Sal (2022), Sombra en la palabra (2023). Imparte talleres en Centros Culturales y Unidades Educativas. Ha participado en festivales y encuentros nacionales e internacionales. Forma parte de la editorial Literatelia para Bolivia y la revista Galería del Alma (México). Dirige el colectivo literario Trueque Poético y el Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras.

 

Ha recibido las distinciones de poeta joven con potencial para compartir otorgado por el Centro Cultural San Isidro 2018 y por su aporte y dedicación constante a la cultura del país por el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia 2019.

 

 

 

 Semblanza y fotografía proporcionadas por Valeria Sandi

 

 

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