De paso
Han llevado
a peregrinar
sus ruinas,
su hueso de papel desmoronándose.
“¿Qué santo es?”, pregunté.
“Fernando Lamberg”, dijo ella;
ganó un premio,
escribió libros,
nada más sobre él
se conoce;
no sé si dónde es muerto;
nadie seguro de cómo, si
llegaron sus versos hasta aquí.
“¿Qué hora es?”
“Rezaremos en su osario
cuando el tiempo obligue.”
Mientras tanto, ¿hay que sentir
angustia de que fue?
¿A quién le importa un poeta
olvidado?
El más doliente de todos, dijo:
“nunca serás de jade, nunca serás de oro”.
¿Y estos huesos? ¿Y este papel que cae de sus manos?
Como de un árbol se desata.
“Qué bella obra”, opiné.
“¿Y su reliquia? ¿Hay para ella un templo?”
“El templo, una reliquia”, dijo ella.
“El templo, una reliquia.”
Por ahí
Dos personajes se aman.
Toda una vida van por ahí.
No lo harían con otro,
nadie más deja el vacío
que cada uno crea para el otro;
el vacío de ambos es inimaginable
en otra compañía.
Dos personajes que se aman, pero
no como otros cuyo amor es más bello, ni
como otros que dicen amarse y van sin el otro.
Estos dos carecen amándose y solo
saben ir por ahí de espera a espera,
que sorben porque
es agua la carencia,
y hay que beber de ella
para ir por ahí.
Las cuentas de la paloma
Gracias a las palomas que en su nido elucubran
densas filosofías,
y saltan del alero y cagan las cabezas de los reyes;
piedra o carne.
Carne siempre piedra.
Piedra todo aquello
que impide el olvido
de la carne.
¿Y qué es la paloma de la paz?
Es un olvido que vuela sin perder su blancura
y abre la compuerta:
para que el hambre no interrumpa la muerte de la piedra,
una paloma sale de su rústico nido a espolear
con su grueso pico y con su estiércol
la inacabable mirada del amo de las hambres;
sale a vivir la dignidad del indigente
que habita sin permiso los palacios;
a cagar el párpado del rey en las hambrunas;
de eso se trata, de abrir las cuencas y quemar
los párpados del rey;
Los párpados del rey precisan de cuidado.
¿Qué sería,
sin los párpados,
el rey?
Cuando mueven las palomas sus alas en las horas del ocio
aquella fetidez minúscula es el átomo hecho Hiroshima
es el pequeño avión sobre Nagasaki, sobre Dresden,
es la pequeña x sobre el pequeño blanco, que luego blanquece
(“This is CNN”);
el pequeño guerrero que sale del caballo a degollar
en Troya; Hécuba, me río,
esto no tendría que contártelo: acechan, y te llevan esclava.
¿Qué será de una vieja inservible sin los ojos del rey?
¿Qué será de tus párpados, también, podrán abrirse
de nuevo y evadir un vuelo de palomas?
Sueño con análisis
Y el Ángel Exterminador,
agobiado por tanto exterminio,
exhausto y sin saber por qué,
pensó en aprovechar que el Ángel Bueno
estaba inmerso en la lectura: era poeta,
y a veces tomaba una ducha;
se miraba al espejo
y sentía por sí compasión:
“contra la soledad, escribe versos de soledad;
si se trata de fuego contra fuego,
que del fuego surja la luz
y menos el humo de los incinerados;
y luego vete a morir en paz, o al menos bajo el manto
sucio que arrancaste al último desposeído.”
“Vete a morir en paz”, dice,
como si morir fuera fácil;
como si no exigiese intrepidez y fuerzas en flaquezas
abrirse paso a ciegas entre la multitud de ciegos,
luchar como los brutos por espacio, despojar al otro,
llegar a tiempo,
adueñarse de las llamas, sufrir
exhausto y sin saber por qué; en fin,
el mismo agobio que podría sentir cualquier exterminado.
“Vete a morir en paz”, dice.
Cómo se nota el privilegio de su casta.
Niebla, Perú.
Es Lima, Perú.
Comienza,
dicen,
la primavera.
Parece que en estos tiempos de peste y calamidad,
perdidos en la distancia entre creer y entender,
cruzamos por su puerta nebulosa
a la región que será de los siglos
cuando ya no haya siglos.
La masa humana anda como
si fuera posible encontrar dirección;
como si existiese alguna diferencia
entre el camino largo
y el camino corto.
Se arrastra un crujir monótono
de gente y de objetos,
del mundo que estalla
en sombras,
y en partículas
que pronto se convierten en
sombras,
disueltas
sin esperanza
de habitar el recuerdo.
La nebulosa devora y se atraganta, la ciudad se agita
en la tráquea. Planeta y nieblas chocan.
Son ensayos
primitivos de oscuridad.
Café Love
Sentado en la esquina más oculta
de un Café llamado Love
leo un libro
sobre la historia del dinero.
Algo tan poético
como político.
Love.
Solicitud de credenciales para ángel en pleno ejercicio de funciones
No todos los días nace un ángel.
De hecho, muy pocos días Dios,
cansado un poco,
y recordando que ha dejado pendiente
algún detalle,
considera retomar la tarea o simplemente
dar descanso a un ángel viejo,
y alas a otro
que pueda reforzar el equipo.
Es lo habitual,
la pregunta de cualquier buen gerente:
cuánto invertir,
cuánto personal será necesario y sostenible;
cómo evaluar
condiciones y escoger
candidatos.
El reto es mayor que seis
días laborables y uno de descanso.
La subestimación del
esfuerzo requerido,
y la entrada en escena
de competencia hostil
son trampas frecuentes
en empresas de este ramo.
Al final, uno comprende,
a punta de empatía de imagen y semejanza:
hay demasiado que hacer; con tanto que ocurre
en los planetas no es ligera la carga ni entre tres;
siempre hay gravedades de urgencia demasiada,
situaciones que burlan el plan preconcebido,
cambios que requieren de políticas creativas
y nuevo personal.
Por eso no sorprende que existan las lagunas,
que algunas de ellas hundan la tierra ya labrada,
que estalle de repente, allá o aquí, una crisis, y
deba posponerse la ordenación
de espíritus marcados para la angelitud.
Crear un ángel no es fácil. No es tema
de soplar un aire bíblico en la cima y todo listo,
ready to go, fully-trained en todas las lenguas de uso,
en los lugares claves,
con la preparación material, psicológica y el mapa
del terreno y de la población local y de
sus necesidades particulares,
tan importantes para la estrategia
como la angustia,
común a todos los mercados.
Y bueno,
pues qué más puede decirse…
que aunque para los puristas
esto sea chocante,
herético, escabroso,
los berenjenales del buen mercadeo
deben explorarse;
no es posible expandir beneficios
sin algo de arrojo; por lo cual,
viendo serenamente las cosas
y haciendo uso ágil
de lo ya conocido
y experimentado,
a saber,
de que, si crear un ángel
no es fácil,
una angelina multiplica el costo,
porque la perfección,
que siempre es perfectible,
exige en este caso ser sobrepasada,
meta inalcanzable sin supremo esfuerzo y
filigránica atención al detalle,
sin cincelar la luz con sutilezas
más allá del alcance
de este breve reporte;
hemos de
informar que ayer,
un día como tantos para aquellos
que van resueltamente a sus labores,
Tristana recorría los mercados,
y sus ojos eran
la curiosidad del alma
deslumbrada por minucias suculentas
y sin nombre. Estas, sin saberlo ella,
la esperaban. Les había llegado la advertencia
de que anda
una por ahí
practicando,
sin licencia de nadie,
la angelitud; autodidacta,
no muy exigente de salario,
ideal para el equipo en esta
era de austeridad;
y que había que darle un carné
y firmarla de inmediato,
no más confusiones,
no queda margen de error
después de la pandemia
y en medio de las guerras:
asígnesele urgentemente,
in situ,
ipso facto,
al sector que recorre,
en el cual busca,
y no sabe aún
que va a encontrar,
junto a esas frutas
cuyo nombre ignora,
una caja
llena
hasta la felicidad
de pitahayas.
Francisco Larios, nicaragüense. Ha publicado los poemarios: Cada Sol Repetido, anamá Ediciones, Managua, Nicaragua, Noviembre del 2010; The Net in Sight/La red ante los ojos, Editorial Rascacielos, Quito, Ecuador, 2015; La Isla de Whitman, Editorial Buenos Aires Poetry, Argentina, 2015; Sobre la vida breve de cualquier paraíso, Editorial 400 Elefantes, Nicaragua, 2017; Parece una república, Katakana editores, Estados Unidos, ganadora del Florida Book Award en 2020; más la plaquette Schwarze milch, Proyecto Editorial La Chifurnia, El Salvador, 2016, y la plaquette bilingüe (inglés/castellano), Astronomía de un sueño/Astronomy of a Dream, Carmina in minima, Barcelona, 2013.
Seleccionó y tradujo al castellano Los hijos de Whitman – Poesía norteamericana en el siglo XXI (Valparaíso, México, 2017). Tradujo también el libro ganador del Pulitzer del 2013, 3-Sections, de Vijay Seshadri, escritor estadounidense nacido en la India [“El sol detrás de la neblina”, editorial Vaso Roto, España/México, 2019]. Tradujo al inglés (por primera vez desde su publicación en 1922) El soldado desconocido de Salomón de la Selva [The Unknnown Soldier, Casasola editores, Brimfield, Massachusetts, 2021].
Su obra más reciente es el libro de crónica/ensayo Contra el poder: Nicaragua y la lucha por la libertad en América Latina, Casasola editores, Brimfield, Masachusetts, Marzo 2023.
Su poesía ha aparecido en revistas digitales e impresas en numerosos países y ha sido parcialmente traducida al italiano, griego, rumano, estonio, árabe e inglés. Es doctor en Economía, consultor de economía internacional y profesor en el Miami Dade College de Miami, Florida. Es fundador y editor general de Revista Abril [revistaabril.org], y presidente de la fundación Paz Nicaragua.
Semblanza y fotografía proporcionadas por Francisco Larios
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