Poemas de Francisco Larios

De paso

 

 

 

Han llevado 

 

a peregrinar 

 

sus ruinas,

 

su hueso de papel desmoronándose.

 

 

 

“¿Qué santo es?”, pregunté.

 

“Fernando Lamberg”, dijo ella;

 

ganó un premio, 

 

escribió libros, 

 

nada más sobre él 

 

se conoce; 

 

no sé si dónde es muerto;

 

nadie seguro de cómo, si 

 

llegaron sus versos hasta aquí.

 

 

 

“¿Qué hora es?”

 

“Rezaremos en su osario 

 

cuando el tiempo obligue.”

 

         

 

Mientras tanto, ¿hay que sentir

 

angustia de que fue?         

 

 

 

¿A quién le importa un poeta 

 

olvidado?

 

 

 

El más doliente de todos, dijo: 

 

“nunca serás de jade, nunca serás de oro”.

 

 

 

¿Y estos huesos? ¿Y este papel que cae de sus manos?

 

 

 

Como de un árbol se desata.

 

 

 

“Qué bella obra”, opiné.

 

“¿Y su reliquia? ¿Hay para ella un templo?”

 

 

 

          “El templo, una reliquia”, dijo ella.

 

          “El templo, una reliquia.”

 

 

 

 

 

Por ahí

 

 

 

Dos personajes se aman.

 

Toda una vida van por ahí.

 

 

 

No lo harían con otro,

 

nadie más deja el vacío

 

que cada uno crea para el otro;

 

el vacío de ambos es inimaginable

 

en otra compañía.

 

 

 

Dos personajes que se aman, pero

 

no como otros cuyo amor es más bello, ni

 

como otros que dicen amarse y van sin el otro.

 

 

 

Estos dos carecen amándose y solo

 

saben ir por ahí de espera a espera,

 

que sorben porque

 

es agua la carencia,

 

y hay que beber de ella

 

para ir por ahí.

 

 

 

 

 

Las cuentas de la paloma

 

 

 

Gracias a las palomas que en su nido elucubran

 

densas filosofías,

 

y saltan del alero y cagan las cabezas de los reyes;

 

piedra o carne.

 

Carne siempre piedra.

 

Piedra todo aquello

 

que impide el olvido

 

de la carne.

 

¿Y qué es la paloma de la paz?

 

Es un olvido que vuela sin perder su blancura

 

y abre la compuerta:

 

para que el hambre no interrumpa la muerte de la piedra,

 

una paloma sale de su rústico nido a espolear

 

con su grueso pico y con su estiércol

 

la inacabable mirada del amo de las hambres;

 

sale a vivir la dignidad del indigente

 

que habita sin permiso los palacios;

 

a cagar el párpado del rey en las hambrunas;

 

de eso se trata, de abrir las cuencas y quemar

 

los párpados del rey;

 

Los párpados del rey precisan de cuidado.

 

¿Qué sería,

 

sin los párpados,

 

el rey?

 

Cuando mueven las palomas sus alas en las horas del ocio

 

aquella fetidez minúscula es el átomo hecho Hiroshima

 

es el pequeño avión sobre Nagasaki, sobre Dresden,

 

es la pequeña x sobre el pequeño blanco, que luego blanquece

 

(“This is CNN”);

 

el pequeño guerrero que sale del caballo a degollar

 

en Troya; Hécuba, me río,

 

esto no tendría que contártelo: acechan, y te llevan esclava.

 

¿Qué será de una vieja inservible sin los ojos del rey?

 

¿Qué será de tus párpados, también, podrán abrirse

 

de nuevo y evadir un vuelo de palomas?

 

 

 

 

 

Sueño con análisis

 

 

 

Y el Ángel Exterminador,

 

agobiado por tanto exterminio,

 

exhausto y sin saber por qué,

 

pensó en aprovechar que el Ángel Bueno

 

estaba inmerso en la lectura: era poeta,

 

y a veces tomaba una ducha;

 

se miraba al espejo

 

y sentía por sí compasión:

 

contra la soledad, escribe versos de soledad;

 

si se trata de fuego contra fuego,

 

que del fuego surja la luz

 

y menos el humo de los incinerados;

 

y luego vete a morir en paz, o al menos bajo el manto

 

sucio que arrancaste al último desposeído.

 

Vete a morir en paz”, dice,

 

como si morir fuera fácil;

 

como si no exigiese intrepidez y fuerzas en flaquezas

 

abrirse paso a ciegas entre la multitud de ciegos,

 

luchar como los brutos por espacio, despojar al otro,

 

llegar a tiempo,

 

adueñarse de las llamas, sufrir

 

exhausto y sin saber por qué; en fin,

 

el mismo agobio que podría sentir cualquier exterminado.

 

Vete a morir en paz”, dice.

 

Cómo se nota el privilegio de su casta.

 

 

 

 

 

Niebla, Perú.

 

 

 

Es Lima, Perú.

 

 

 

Comienza,

 

dicen,

 

la primavera.

 

 

 

Parece que en estos tiempos de peste y calamidad,

 

perdidos en la distancia entre creer y entender,

 

cruzamos por su puerta nebulosa

 

a la región que será de los siglos

 

cuando ya no haya siglos.

 

 

 

La masa humana anda como

 

si fuera posible encontrar dirección;

 

como si existiese alguna diferencia

 

entre el camino largo

 

y el camino corto.

 

 

 

Se arrastra un crujir monótono

 

de gente y de objetos,

 

del mundo que estalla

 

en sombras,

 

y en partículas

 

que pronto se convierten en

 

sombras,

 

disueltas

 

sin esperanza

 

de habitar el recuerdo.

 

 

 

La nebulosa devora y se atraganta, la ciudad se agita

 

en la tráquea. Planeta y nieblas chocan.

 

 

 

Son ensayos

 

primitivos de oscuridad.

 

 

 

 

 

Café Love

 

 

 

Sentado en la esquina más oculta

 

de un Café llamado Love

 

leo un libro

 

sobre la historia del dinero.

 

Algo tan poético

 

como político.

 

Love.

 

 

 

 

 

Solicitud de credenciales para ángel en pleno ejercicio de funciones

 

 

 

No todos los días nace un ángel.

 

 

 

De hecho, muy pocos días Dios,

 

cansado un poco,

 

y recordando que ha dejado pendiente

 

algún detalle,

 

considera retomar la tarea o simplemente

 

dar descanso a un ángel viejo,

 

y alas a otro

 

que pueda reforzar el equipo.

 

 

 

Es lo habitual,

 

la pregunta de cualquier buen gerente:

 

cuánto invertir,

 

cuánto personal será necesario y sostenible;

 

cómo evaluar

 

condiciones y escoger

 

candidatos.

 

 

 

El reto es mayor que seis

 

días laborables y uno de descanso.

 

 

 

La subestimación del

 

esfuerzo requerido,

 

y la entrada en escena

 

de competencia hostil

 

son trampas frecuentes

 

en empresas de este ramo.

 

 

 

Al final, uno comprende,

 

a punta de empatía de imagen y semejanza:

 

hay demasiado que hacer; con tanto que ocurre

 

en los planetas no es ligera la carga ni entre tres;

 

siempre hay gravedades de urgencia demasiada,

 

situaciones que burlan el plan preconcebido,

 

cambios que requieren de políticas creativas

 

y nuevo personal.

 

 

 

Por eso no sorprende que existan las lagunas,

 

que algunas de ellas hundan la tierra ya labrada,

 

que estalle de repente, allá o aquí, una crisis, y

 

deba posponerse la ordenación

 

de espíritus marcados para la angelitud.

 

 

 

Crear un ángel no es fácil. No es tema

 

de soplar un aire bíblico en la cima y todo listo,

 

ready to go, fully-trained en todas las lenguas de uso,

 

en los lugares claves,

 

con la preparación material, psicológica y el mapa

 

del terreno y de la población local y de

 

sus necesidades particulares,

 

tan importantes para la estrategia

 

como la angustia,

 

común a todos los mercados.

 

 

 

Y bueno,

 

pues qué más puede decirse…

 

que aunque para los puristas

 

esto sea chocante,

 

herético, escabroso,

 

los berenjenales del buen mercadeo

 

deben explorarse;

 

no es posible expandir beneficios

 

sin algo de arrojo; por lo cual,

 

viendo serenamente las cosas

 

y haciendo uso ágil

 

de lo ya conocido

 

y experimentado,

 

a saber,

 

de que, si crear un ángel

 

no es fácil,

 

una angelina multiplica el costo,

 

porque la perfección,

 

que siempre es perfectible,

 

exige en este caso ser sobrepasada,

 

meta inalcanzable sin supremo esfuerzo y

 

filigránica atención al detalle,

 

sin cincelar la luz con sutilezas

 

más allá del alcance

 

de este breve reporte;

 

hemos de

 

informar que ayer,

 

un día como tantos para aquellos

 

que van resueltamente a sus labores,

 

Tristana recorría los mercados,

 

y sus ojos eran

 

la curiosidad del alma

 

deslumbrada por minucias suculentas

 

y sin nombre. Estas, sin saberlo ella,

 

la esperaban. Les había llegado la advertencia

 

de que anda

 

una por ahí

 

practicando,

 

sin licencia de nadie,

 

la angelitud; autodidacta,

 

no muy exigente de salario,

 

ideal para el equipo en esta

 

era de austeridad;

 

y que había que darle un carné

 

y firmarla de inmediato,

 

no más confusiones,

 

no queda margen de error

 

después de la pandemia

 

y en medio de las guerras:

 

asígnesele urgentemente,

 

in situ,

 

ipso facto,

 

al sector que recorre,

 

en el cual busca,

 

y no sabe aún

 

que va a encontrar,

 

junto a esas frutas

 

cuyo nombre ignora,

 

una caja

 

llena

 

hasta la felicidad

 

de pitahayas.


 

 

 

 

Francisco Larios, nicaragüense. Ha publicado los poemarios: Cada Sol Repetido, anamá Ediciones, Managua, Nicaragua, Noviembre del 2010; The Net in Sight/La red ante los ojos, Editorial Rascacielos, Quito, Ecuador, 2015; La Isla de Whitman, Editorial Buenos Aires Poetry, Argentina, 2015; Sobre la vida breve de cualquier paraíso, Editorial 400 Elefantes, Nicaragua, 2017; Parece una república, Katakana editores, Estados Unidos, ganadora del Florida Book Award en 2020; más la plaquette Schwarze milch, Proyecto Editorial La Chifurnia, El Salvador, 2016, y la plaquette bilingüe (inglés/castellano), Astronomía de un sueño/Astronomy of a Dream, Carmina in minima, Barcelona, 2013. 

 

 

 

Seleccionó y tradujo al castellano Los hijos de Whitman – Poesía norteamericana en el siglo XXI (Valparaíso, México, 2017). Tradujo también el libro ganador del Pulitzer del 2013, 3-Sections, de Vijay Seshadri, escritor estadounidense nacido en la India [“El sol detrás de la neblina”, editorial Vaso Roto, España/México, 2019]. Tradujo al inglés (por primera vez desde su publicación en 1922) El soldado desconocido de Salomón de la Selva [The Unknnown Soldier, Casasola editores, Brimfield, Massachusetts, 2021].

 

 

 

Su obra más reciente es el libro de crónica/ensayo Contra el poder: Nicaragua y la lucha por la libertad en América Latina, Casasola editores, Brimfield, Masachusetts, Marzo 2023.

 

 

 

 

Su poesía ha aparecido en revistas digitales e impresas en numerosos países y ha sido parcialmente traducida al italiano, griego, rumano, estonio, árabe e inglés. Es doctor en Economía, consultor de economía internacional y profesor en el Miami Dade College de Miami, Florida. Es fundador y editor general de Revista Abril [revistaabril.org], y presidente de la fundación Paz Nicaragua.

 

 

 

 

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Francisco Larios

 

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