Reseña "Conversación con Pseudopez " de Patricia Rodda por Juan Galván Paulin

Conversación con Pseudopez[1] de Patricia Rodda

 

Para Aída, siempre

 

 

 

…ámbito olfatorio de algas; el poema dice sal y la mirada piel, arena que la bruñe, albatros que da sombra y el mar se teja abismo en los oceánicos labios de una mujer en la memoria tocada por el ritmo del oleaje en la alcoba, lecho profundo de la caverna de Eurídice, de Medusa, altar de Yemayá y su territorio agreste en la entrepierna, no rasurada dice la poeta, festiva, terrible en el milagro con el que otorga en su humedad ya la muerte o la resurrección, laberinto para el amante, la fatalidad con la que el peregrino recorrerá tabernas y así atreverse a entrar de nueva cuenta en ese paisaje -gineceo- que de pronto no es tierra firme sino telúrico incendio de los cuerpos, escamas para otear la oscuridad con una luz, la visionaria del lenguaje de los ciegos que reconocen el contorno de su tacto en las huellas que entintan de insomnio sin marcharse en el olvido; consciencia de sí y dimensión de la Diosa en la extensión de una sabana ya cantada en contrapunto una noche estelar sobre La Habana, en los arrecifes del sueño, en el tabaco entregado a los Orishas, vigilantes del deseo nuevamente especiado por el mar, dimensión de la Diosa en su doble rostro ctónico y el de la profunda noche luminosa de sus cimas en cada abrazo, en todo anillar con los muslos nuestro nombre, azaroso destino que impone el beso de una mujer esculpida por el viento de sus huracanes… ya nos lo ha dicho Patricia Rodda en su poemario Desnuda en proscenio[2], que más que una voz, que un cuerpo, la identidad de la mujer está en habitarse en el cumplimiento del deseo siempre abierto a su Misterio, resonancia absoluta espejo del rostro del amante y nunca esclava salvo de su propio oleaje, del manantial subterráneo acometido por el tacto; la poesía de Rodda es un verbo sensual decantado anhelo, y de permanencia, porque la mujer sabe que todo ciclo es un cumplimiento que lleva al origen, al primer fuego, la primera luz, al último beso que disolviéndose eterno en el recuerdo: “(…)soy mayormente labios.// Lamo, beso, los desforma la copa/ que se entierra/ en consciencia que se resiste/ a volar./Pero desea en lo oculto ser/ alas(…)”, un ir del lecho, de su fragor construido por ausencias, por el cardumen de los sueños, también por esas islas que son faros para abjurar de la soledad, y otra vez marcharse, un ir hacia sí misma raíz abisal del ciclo para que este no extravíe su ruta, porque el astrolabio del axis femenino conduce al gozoso paraíso bifronte en su cualidad de pesadilla y fiesta, en su condición de tiempo que noes sino “Pseudopez/ de escama blanca,/ olor a concha/(…)/ ignorante e anzuelos”; eso, libertad a ultranza, tanta, que debe ser pronunciada en versos, más, dilapidada en ellos para que su resonancia cobije la conciencia y los cuerpos en el erotismo primigenio que actualiza la primera vez y consagra: “Cavaste un nido/ lo calentaste con calma/ y lamiste mis raíces/ hasta dejarlas intactas”… “hemos sido mar”, declara Patricia Rodda en Pseudopez con la convicción poética de signar la realidad de los amantes como un absoluto que se disuelve en la Nada creadora, que hace de la piel y sus evocaciones la posibilidad de tocar con su relámpago al Infinito, de engañar a la eternidad con esa muerte que fulmina la ceguera visionaria del gemido; tálamo donde nos reconocemos densidad de la sombra con la que nos perseguimos de tanto imaginarnos ser un eco… así, ese mar que es la mujer, océano en su vértice, nos propone Rodda, es un extraviarse como la única posibilidad de poseernos enteros en la síncopa amatoria, en el deambular por la evidencia portentosa de lo cotidiano como archipiélago de lo real: “La casa te envuelve/ en su quieta rutina/ de pollo en cazuela” y “¡Quiero diluirme en ti!/ Recorrerte los miedos de niño/ y asomarme por tus ojos/ hasta brotar de tu fondo.”, abrazo donde el yo es el tú, el nadie del que provenimos y al que  retornamos -así es con la certidumbre otra de haber vivido-; pero antes que ser un nosotros autocomplaciente y presuntuoso en Pseudopez lo que se revela, como en Desnuda en proscenio, es una Ella total de voz entera, sin divagaciones del pensamiento o acomodos racionales en su prosopopeya moral; una Ella rotunda cuyo nombre resuena y va dando origen a los Orishas que la circundan y celebran, al amante a quien no derrota sino consagra porque lo bautiza, lo amortaja oceánica en el latido del yembé de la cartografía de toda alcoba y toda siembra y zafra… en las pupilas dilatadas de un cosmos… Ella entera en su palabra, Pseudopez por no decir sirena y laberinto cueva húmeda; Pseudopez como identidad de doble dimensión de lo telúrico y del mar que define el contorno de Ella y nos hace su sombra encarnada, Ella, la poeta aferrada al acantilado en el oleaje de sí misma en el poema que la desnuda, la revela… pero también es del viento, de la ciudad y sus departamentos, sus zaguanes y avenidas, sus callejones angustiados en la oscuridad de sus secretos: “Eva de agua/(…)/ Eva de sueños del Edén”, con “huesos de Adanes a cuestas”, de “Alma dulce” y “amores náufragos”, no hay otros porque un amor que no zozobra en ese quedar pasmado ante el anhelo de eternidad no puede llegar a puerto y se convierte en larva y luego en Nada; así transita Pseudopez con su erotismo que no apunta al espíritu ni únicamente a la carne: se expande devorador de toda certeza hasta alcanzarnos con su impronta ineludible en ese instante en el que no podemos apartarnos del mar en su mirada pues, dice Patricia Rodda, estamos en él en Ella, quien nos abrasa “con un oleaje hondo anclado a las entrañas”…

 

 

 

Juan Galván Paulin.

 

30 julio-6 agosto 2024

 

Flor de Agua, Tepepan, Xochimilco, CDMX

 

 

 

 



[1] Patricia Roda. Pseudopez. Aurelia Ediciones 2024.

[2]  Patricia Rodda.  Desnuda en proscenio. Rosa Ma. Porrúa Ediciones, segunda edición, México, 2023.

 


Patricia Rodda, nació en La Habana, Cuba, en 1987.

 

Actriz, directora, productora y promotora cultural. Cofundadora del proyecto cultural Sinfiltro. Su performance abarca temas de género, social y de identidad. Ha colaborado desde la literatura y el teatro con otros artistas de la plástica en diferentes exposiciones, publicaciones y festivales. En 2022 presentó su primera publicación de poesía, Desnuda en proscenio, bajo el sello editorial Aurelia, en la Feria del Libro de La Habana; la segunda edición de este libro se hizo bajo el sello Rosa Ma. Porrúa Ediciones, México.

 

 

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Juan Galván Paulin

 


Juan Galván Paulín: Nació en la Ciudad de México el 9 de octubre de 1955. Poeta, narrador y ensayista, estudió Sociología en la FCPYS y Lengua y Literaturas Hispánicas en la FFYL de la UNAM. Ha trabajado para el DIF del Estado de México como director en Casas de Cultura; también ha sido asesor en el IMC y coordinador de talleres literarios en la Sierra Alta de Hidalgo y en la Ciudad de México. Como docente fue coordinador de literatura y profesor en el Instituto Superior de Cultura. Actualmente imparte seminarios sobre religiones del mundo en el Centro Cultural Helénico, así como diversas materias de literatura en el Colegio Latinoamericano de Escritores. Algunos de sus libros son la colección de cuentos De biznagas y otros nombres, el poemario Mi cuerpo germina temblor entre tus labios, las novelas Dama León y El viejo Roth y los ensayos Calar en el espejo y Me mato por una mujer traidora; la pintura de Abraham Ángel.

 

 

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Juan Galván Paulin

 

 

 

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