Poemas de Marta Jazmín García

Ciclos de floración

 

 

 

Unos cuerpos son como flores

 

Luis Cernuda

 

 

 

Un cuerpo que no roza

 

ni abraza lastima sus

 

extremidades

 

conectivas.

 

 

 

No existe una mayor diferencia

 

entre el humanizar y los jardines.

 

 

 

Si una flor mancuerna su propia

 

gravedad sin delinear orillas y

 

-por sus partes-

 

un cuerpo avanza

 

a la conquista de otro cuerpo.

 

 

 

Una flor detenida

 

solo es ella.

 

 

 

Un cuerpo en movimiento

 

son los otros.

 

 

 

Pétalos que orbitan precisiones

 

o azares de la cercanía.

 

 

 

Rose como un verbo de la rosa.

 

Comando de la flor

 

que abraza el tiempo.

 

 

 

Un cuerpo si no roza

 

se deshace en la espera.

 

 

 

Cada uno reducido

 

al pulso de la eternidad

 

que toca. 

 

 

 

 

 

Tautología

 

 

 

El vacío que habitamos

 

es en realidad

 

un vientre.

 

 

 

 

 

La fuga de los peces

 

 

 

El secreto está en el agua

 

Que huye siempre a su pasado

 

 

 

Leopoldo Castilla

 

 

 

Una semilla de agua

 

no alcanza a desprenderse

 

del mar.

 

No irradia en la memoria

 

de la sed ni el llanto.

 

 

 

Crece al otro lado

 

de la atmósfera

 

como se fugan

 

los peces

 

al besar el fuego.

 

 

 

 

 

Taxidermias

 

 

 

¿Qué es lo eterno? Sino los primeros, dulces brotes

 

-Dancizo Toro Rivadeneira

 

La línea discontinua, al infinito, murmura su mensaje.

 

-Eduardo García

 

 

 

El arte de coleccionar insectos floreció en los primeros relieves de la antigua Mesopotamia, cuando también se esculpieron las primeras tablillas de un lenguaje estético. Aún se preserva la estructura de La reina de la noche, diosa del inframundo Ereshkigal.

 

La imagen de una mujer con alas invertidas, dos lechuzas y dos leones perpetuó el orden asimétrico frontal de las especies preservadas que algunos atribuyen a la tachadura de los símbolos del miedo.

 

En todos sus órdenes contextos y figuras el arte de mitificar insectos demanda muy precisas instrucciones: las variantes más blandas nunca se congelan. No así las que soportan el veneno. Solitarias, pasan de la ingravidez a la dureza.

 

Cada representación del misterio selecciona su escondite y se decanta entre valientes colectores que puedan fraccionar la solidez de una piedra o transmutar la indefensión de una pequeña caja.

 

Cada gesto en la inmovilidad incide en el vigor de los colores que no alcanza a oscurecer la vista. Categorías de lepidóptos sin alas. Antropomorfos o arácnidos. El ruido de volar cuando se seca.

 

Todo arte es taxidermia de momentos no vividos. Especies invisibles que traspasan las vidrieras del tiempo y eligen enervar su esplendor en la quietud, sofocados de infinito, entre las manos de un niño que no habla.

 

 

 

 

 

Don de la quietud

 

 

 

¿Quién hace menos creados cada vez a los seres?

 

-Claudio Rodríguez

 

 

 

Cumplido el sortilegio del estanque

 

curvo el arte de la espada

 

y me detengo a deshojar

 

oídos de las flores.

 

 

 

No existen los sonidos

 

ni las formas una vez

 

que el cuerpo exhala.

 

 

 

Puerta que al vanear

 

humedecida mata el beso

 

donde se coagulan

 

los nombres.

 

 

 

Mira cómo anuda el cielo

 

en la garganta.

 

Tan callado.

 

Cómo crece la palabra

 

en el poema.

 

 

 

 

 

Trasueño

 

 

 

I

 

El salmista guardo su cuaderno

 

y se echó a dormir entre las piedras.

 

A la hora siguiente,

 

soñó con escorpiones

 

pero no tuvo miedo.

 

Creció escuchando profecías

 

con artrópodos:

 

 

 

“Son metáforas del estupor

 

que sale de la tierra.”

 

 

 

II

 

Tener esa inspiración de la errancia

 

prolifera tu estirpe.

 

Pierdes la noción de perder

 

y descubres que tu mano izquierda es

 

un surco de semillas de plata.

 

 

 

Las cosas en el desierto

 

tienen otros nombres.

 

 

 

No todo pertenece a la vigilia.

 

La sed es el verdadero río,

 

por ejemplo.

 

 

 

III

 

Capítulo primero:

 

un salmista que reposa

 

entre aguijones,

 

soñó la plenitud que escribirá

 

al otro día.

 

 

 

 

 

 

Marta Jazmín García (Puerto Rico, 1983). Poeta y académica. Posee un doctorado en Filología de la Universidad Complutense de Madrid. Publica su primer libro: Luz fugitiva (2014), como parte del certamen de Poesía Joven El Farolito Azul. En el 2020, publica una antología titulada El único refugio son los párpados, bajo el sello editorial de El taller blanco, en Colombia. En el 2021 publica El sitio del relámpago. Poemas suyos han sido publicados en revistas nacionales e internacionales como La Raíz Invertida (Colombia), Descontexto (Chile), Nueva York Poetry Review (New York), El Cautivo (Venezuela), Círculo de Poesía (México), Ping Pong (República Dominicana), Fracas (Francia) entre otras. Algunas reseñas acerca de su trabajo aparecen en espacios como la revista académica Latin American Literature Today (Estados Unidos), Otro Lunes (Madrid), Nagari (Miami), periódico El País (España), entre otros. Figura entre los escritores galardonados con la beca Letras boricuas, que otorga la Mellon Foundation junto con la Fundación Flamboyán, segundo cohorte 2022. Sus poemas han sido traducidos parcialmente al francés, italiano, portugués, ruso y papiamento. Forma parte de las antologías internacionales: 9 poèts d' Amérique Latine (Francia, 2023), publicada por la Maison de la Poésie du Pays de Quimperlé, y Lienzo para coser y descoser: poetas puertorriqueñas de hoy, publicada en la Revista Guaraguo (Barcelona, 2023). Ha participado en diversos congresos académicos, festivales literarios y residencias artísticas en países como Colombia, México, Costa Rica y Aruba. Ofrece cursos de literatura a nivel universitario.

 

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Marta Jazmín García

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por   Jorge Valdés Díaz-Vélez


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