La poesía es una trampa de la inteligencia, uno más de los intentos del hombre por explicarse el mundo del que forma parte, un mundo carente de un sentido claro, de una justificación de más enjundia que la propia casualidad. Filósofos, teólogos, músicos y poetas señalan cuatro sendas de discernimiento que conducen con claridad a lugares distintos de los que se parte. Percibir es conocer, y percibir sin prejuicios es no sólo conocer sino ser conocido por aquello que en nuestra idea...