Eunice Odio. Seguro era su seudónimo, pensarán algunos. Pero no. Ese era su nombre: uno de nereida seguido por un apellido que, aunque parezca novelesco, en Costa Rica es sinónimo de familia honorable y trabajadora e incluso llegó, a lo largo del siglo XX, a las esferas más altas de la política, el comercio y la industria.